Necesitamos un movimiento de masas para parar los recortes y la reforma laboral
junio 2010
De aquí a tres meses tendrá lugar la primera huelga general desde el 20-J de 2002. En aquella ocasión gobernaba el PP con mayoría absoluta. La movilización consiguió retirar la mayoría del llamado ‘decretazo’. Un día de huelga y varias manifestaciones masivas fueron suficientes para derrotar al gobierno de Aznar. En aquel momento, en plena burbuja inmobiliaria, Aznar vio importante no poner en peligro la espiral especuladora, con un conflicto de clases generalizado. Hoy, en plena crisis económica, la situación es otra. Zapatero ha decidido aplicar un plan de reformas neoliberales, en el que el ‘tijeretazo’ aprobado en mayo y la reforma laboral presentada en junio son sólo unos de los primeros pasos. El gobierno del PSOE ha decidido tomar partido por la banca y los llamados ‘mercados financieros’. Éstos le exigen que, después de endeudar al estado para sanear las cuentas de bancos y cajas, ahora reduzca los servicios sociales y desregule todavía más las relaciones laborales. A su vez, la UE, el FMI e incluso Obama avalan las primeras medidas y exigen mayores recortes.
Es decir, el Gobierno se encuentra totalmente comprometido con la ofensiva neoliberal que se está desarrollando a escala global. Se siente respaldado por los poderes fácticos locales y globales y, en consecuencia, no va a ceder fácilmente. Así pues, es necesario tener en perspectiva la necesidad de una movilización sostenida en el tiempo, es decir un calendario de movilizaciones.
Calendario en el que el 29-S sea la primera gran cita. El 29-S es una fecha tremendamente importante, dado que una huelga masiva significará que la clase trabajadora está dispuesta a defender sus conquistas y tiene esperanzas puestas en la lucha. Un éxito de la huelga general permitiría articular un plan de lucha a lo largo de curso 2010-2011.
Hemos de aprender de la lucha contra la ley de educación catalana, donde a pesar de haberse convocado cinco huelgas desde 2008, al no encontrarse las mismas encuadradas dentro de un calendario ha impedido, en gran medida, la existencia de una perspectiva de lucha y victoria clara dentro de la comunidad educativa. Cada vez que se convocaba una huelga había que empezar a movilizar prácticamente desde la nada y, además, en un ambiente donde cada vez se veía menos útil ir a la huelga un día aislado. Así pues, es necesario que el 29-S no sea principio y final a la vez.
Por otro lado, es totalmente necesario preparar muy bien el 29-S en los centros de trabajo, pero también convertirlo en una jornada donde las personas en paro forzoso, pensionistas, etc., puedan participar y llevar sus reivindicaciones.
En Barcelona, el comité de convenio de autobuses convocó el pasado 29 de junio una asamblea de trabajadores y trabajadoras de la ciudad. Esta cita sirvió para organizar acciones encaminadas a impulsar la huelga del día 29–S, favorecer la articulación de comités locales de huelga y, sobre todo, ofrecer un marco de participación y democracia directa a los trabajadores y trabajadoras de la ciudad.
El mismo 29 de junio ELA, LAB, STEE-EILAS, ESK, HIRU, ENHE y CGT-LKN convocaron huelga general en Euskal Herria, y CCOO en la Comunidad Autónoma Vasca (CAV), demostrando que era totalmente posible que CCOO y UGT hicieran lo mismo a escala estatal. El triunfo de la huelga supone un serio aviso para las clases dominantes, así como un espaldarazo al 29-S.
En julio y agosto, la actividad se verá en cierta medida reducida, pero pueden y deben aprovecharse las fiestas populares para organizar acciones, charlas y otros eventos que ayuden a ir caldeando el ambiente.
La ofensiva neoliberal es muy fuerte. Superado ya el desconcierto inicial de los primeros momentos de la crisis, las clases dirigentes han adoptado una estrategia común. Es necesario, pues, desarrollar una estrategia común propia para las clases populares, capaz de detener los recortes. Debemos desarrollar unas reivindicaciones comunes que ofrezcan alternativas a los recortes gubernamentales.
Esta estrategia debe ser no sectaria, es decir sin renunciar a las críticas es necesario que en la medida de los posible exista unidad de acción. Esta unidad incluye sin duda a CCOO y UGT. Lo que no significa una unidad de planteamientos o de perspectivas. Actualmente, existe la posibilidad que tanto la izquierda sindical como la izquierda radical con su práctica puedan desbordar las movilizaciones previas al 29-S planteadas por CCOO y UGT.
Esta estrategia debe ser a todos los niveles, de manera clave en los centros de trabajo. De la misma manera, en los barrios deben impulsarse asambleas y comités locales que permitan organizarse a parados/as y trabajadores/as de bares, tiendas, etc.
El objetivo principal debe ser parar los recortes. Para ello, es necesario dar los pasos para articular un movimiento de masas contra los recortes, centrado en la clase trabajadora, que es la que tiene la capacidad de parar el sistema. Pero la clase entendida en sentido amplio, no sólo trabajadores de grandes centros, sino todas aquellas capas que hoy por hoy tienen casi imposible organizarse en el centro de trabajo, ya sea por que no trabajan, lo hacen eventualmente o se encuentran en posiciones muy vulnerables.
Para articular este movimiento necesitamos un calendario común, reivindicaciones comunes, organización a diferentes niveles y optimismo en las posibilidades de vencer.
En lucha, junio 2010
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