viernes, 25 de diciembre de 2009

EN TIEMPO DE CRISIS:ALIMENTOS GRATIS











En temps de crisi buidem el supermercat: aliments gratis
Crònica de l’acció en un supermercat de Nou Barris
divendres 25 de desembre de 2009





Per David González Ibáñez





Una cinquantena de joves antisistema, juntament amb l’Assemblea d’Aturats de Barcelona, van organitzar aquest dissabte 19 de desembre una acció que tenia per objectiu obtenir aliments d’un supermercat situat a la plaça Llucmajor de Barcelona, a Nou Barris, per repartir-los als veïns del mateix barri com a protesta per la greu situació que està provocant l’actual crisi econòmica.
L’acció va començar als voltants de les 17.30 quan van entrar al supermercat de forma escalonada y es va produir amb tota normalitat, des d’omplir els carros fins a passar-los per caixa; el desconcert va arribar quan, una a una, les caixeres es van trobar amb clients que no volien pagar la compra que havien agafat. En conseqüència totes les caixes es van haver de bloquejar originant cues a totes les caixes.

Durant l’hora i mitja que va durar l’acció es va intentar que tot transcorregués en un to festiu i reinvindicatiu; es van poder escoltar consignes com que “la crisi la paguin els rics” i que “pagui Millet”. També es va intentar negociar amb la direcció del supermercat, però no van voler saber res i van trucar als Mossos d’Esquadra que es van situar a la porta per impedir la sortida dels productes.
Malauradament no es va poder sortir amb res i l’objectiu de l’acció va quedar a mitges, tenint en compte que el que es volia era solidaritzar-se amb les persones a l’atur (415.635 a la demarcació de Barcelona al novembre1) que estan patint dia a dia una situació d’exclusió i de misèria i d’un desemparament indignant per part de totes les administracions.


Red Internacional Género y Comercio: Baja oportunidad para empleo femenino en sector exportador
Las políticas y tratados comerciales en América Latina desfavorecen la inserción laboral de las mujeres en el sector exportador, y quienes lo logran, tienen menor acceso a la protección social.


Guadalupe Cruz Jaimes CIMAC 25-12-2009 KAOS EN LA RED


Las políticas comerciales en AL ignoran que para que una mujer ingrese a ese mercado laboral en igualdad de condiciones, los estados deben brindar buenos servicios de trabajo doméstico, guarderías, cuidado de ancianos y personas con discapacidad, labores a las que la mayoría de las latinoamericanas dedica hasta 40 horas a la semana. De acuerdo con la Red Internacional Género y Comercio, esa condición impide que las mujeres cumplan jornadas completas de trabajo y limita sus oportunidades de capacitación para el empleo.

Ello deriva en “peores” condiciones laborales para las mujeres, explica la Red en su investigación: Comercio y desarrollo en América Latina: el orden de los factores altera el producto. Además, la liberalización comercial no equilibra el acceso de mujeres y hombres a puestos de trabajo, tampoco a desaparecer las brechas salariales y a la discriminación de género, refiere la Red Internacional, en el estudio correspondiente a 2009.

La investigación, realizada en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Uruguay, constata que los empleos en la región derivados del comercio internacional son insuficientes, sobre todo para las mujeres, como para que a través de la liberalización comercial sin políticas complementarias, se logre el bienestar.

La cantidad de empleo relacionado con el comercio exportador es reducida respecto al total. En Brasil las exportaciones representan 9.4 por ciento del personal total ocupado y en Chile, ese porcentaje asciende a 12.9 por ciento de puestos asalariados.

En Uruguay, el porcentaje de puestos de trabajo asociado a las exportaciones es 10 por ciento del total de la fuerza de trabajo ocupada. Además, estos empleos son destinados, en mayor medida, para los hombres.

Por ejemplo, en Argentina, Brasil y Uruguay, sólo un cuarto de los puestos de trabajo asociados con las exportaciones es femenino y en Chile, ese porcentaje es aún menor de 21 por ciento. En México, la proporción de empleo femenino vinculado a las exportaciones llega a 31 por ciento y en Colombia la participación femenina en esta actividad alcanza 40 por ciento.

Aún cuando las políticas comerciales tuvieran éxito en la creación defuentes de trabajo, si las políticas públicas no atienden las necesidades de servicios de cuidado de la población, no es posible aprovechar la fuerza de trabajo femenina, que sigue siendo “recargada” con las tareas del hogar.

En la región, el crecimiento de la liberalización comercial es acompañado por reformas estructurales, “especialmente por privatizaciones que han impactado la provisión de servicios públicos asociados con la economía del cuidado”, indica la Red.

En México, quedan pocas guarderías, que originalmente eran consideradas una prestación social en beneficio de las y los trabajadores. Actualmente, alrededor de 90 por ciento de las guarderías del país son subrogadas, es decir el Instituto Mexicano del Seguro Social permite que sean operadas por particulares, quienes piden una cuota a las usuarias.

Con ello, el Estado y los patrones se deslindan de su responsabilidad de garantizar este derecho a las y los trabajados, quienes terminan costeando este servicio, indicó entrevista Manuel Fuentes, abogado laboral.

La falta de protección social va en detrimento de la calidad del empleo. De acuerdo con el texto, una alta proporción de las mujeres ocupadas en los sectores exportadores de los países del sur de AL, presenta falta de cobertura de la seguridad social. Por ejemplo, en Brasil, la precariedad en el empleo femenino de los sectores exportadores responde a la “alta” incidencia del sector agropecuario, donde 62 por ciento de las mujeres son trabajadoras no remuneradas.

En Chile, también es elevada la precariedad de mujeres y hombres ocupados en el sector agroexportador, en el que la tercera parte no posee contrato.

A su vez, el empleo femenino vinculado a las exportaciones muestra que predomina el empleo de mano de obra con escolaridades medias (8 a 11 años de educación), seguidas por las bajas (inferior a 8 años). Estos niveles son más bajos que los niveles de escolaridad femeninos promedio de las ocupadas en todos los sectores de la economía.

LILA DOWNS



DIGNIFICADA



LA BRUJA

jueves, 24 de diciembre de 2009

DEBATE FEMINISTA


Con amplitud, pero también con estrategia

A LA BÚSQUEDA DE UN NUEVO ENCUENTRO ENTRE FEMINISMO Y SOCIALISMO
Andrea D´Atri

“Quien es socialista y no es feminista, carece de amplitud. Pero quien es feminista y no es socialista, carece de estrategia.”
Louise Kneeland

La crisis internacional que se desató hace sólo un año traerá –a pesar de las fluctuaciones, las recuperaciones parciales que se prevén en la coyuntura y las predicciones más optimistas- menor crecimiento económico para América Latina y Caribe, con la consecuente alza de los índices de desocupación, mayor contracción comercial y déficit fiscal. No es el pronóstico de ninguna amiga del catastrofismo, sino las explicaciones de la Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena, que auguró, para lo inmediato, una caída de las remesas que recibe la región de hasta un 10% y una reducción de las inversiones extranjeras directas de hasta un 45%.

Pero los números no son suficientes para captar la intensidad del impacto: la misma especialista advirtió que “la recuperación de los índices sociales generalmente toma el doble de tiempo que la de los índices económicos, tal como sucedió durante la crisis de los años 1980, cuando los indicadores sociales tardaron veinticuatro años en llegar a los niveles previos a la crisis y los económicos, doce.”[1]

Aún cuando las economías regionales hayan llegado a este escenario de crisis mundial provistas de una relativa fortaleza, ésta sólo alcanzará a morigerar los efectos de una situación a la que el capitalismo no asistía probablemente desde la Gran Depresión de la década del ’30 o desde la llamada crisis del petróleo de mediados de la década del ’70 y que dio paso a la contraofensiva mundial reaganiano-thatcheriana. Por eso, a pesar de que la coyuntura parezca favorable, ya es un hecho que llegó a su fin el ciclo de crecimiento económico que benefició a las economías regionales entre el 2003 y el 2008, basado en la bonanza excepcional que experimentaron los precios internacionales de materias primas y commodities. Mucho más aún, si hablamos de México o los países de Centroamérica en estrecha conexión con la economía norteamericana, donde la crisis golpeó más duramente que en aquellos otros que atenuaron sus efectos con el “colchón” proporcionado por el crecimiento del último lustro que, a su vez, permitió una relativa estabilidad política de los gobiernos post-neoliberales de la región.

¿Pero por qué empezar hablando de la crisis económica si se trata de discurrir sobre feminismo? Porque aún los pronósticos más optimistas incluyen la perspectiva de que, en un plazo no muy largo, en el planeta habrá veinte nuevos millones de personas desocupadas y otros doscientos millones pasarán a vivir en la extrema pobreza. El Banco Mundial estima que ya cincuenta millones de personas han caído en esta situación. Pero, como sabemos, ese impacto de la crisis no es ni será igual para todos: la mayoría de esas personas son y serán mujeres. El capitalismo es un sistema monstruosamente obsceno: los doscientos hombres más ricos del mundo poseen lo mismo que los dos mil quinientos millones de personas más pobres, entre quienes el 80% son mujeres y niñas.

Imposible referirnos al feminismo, entonces, haciendo caso omiso de este dramático telón de fondo de nuestro debate, que involucra –o mejor es decir que debería hacerlo-, las presentes y futuras condiciones de existencia de las grandes mayorías de las mujeres del mundo. Máxime cuando, en el feminismo, se confirma la tendencia, ya descrita por la feminista Francesca Gargallo, a la división “entre una fuerza minoritaria de crítica política, organizada en pequeños grupos muy activos y dispersos (sólo a veces en diálogo entre sí), diversas individualidades en fuga hacia organizaciones políticas y sociales mixtas y una macro-organización de ‘especialistas en temas de género’ –relacionada con los gobiernos del área y las instituciones supranacionales, sin ninguna crítica estructural al sistema de expoliación económica y ambiental...”[2]

Parafraseando sus propios interrogantes, podríamos preguntarnos entonces, ¿“qué movimiento feminista, entendido como movimiento político de liberación del conjunto de las mujeres” es posible seguir impulsando con esta colosal transformación económica, social y política en ciernes que implica, entre otras cosas, una mayor pauperización de las masas femeninas, la crisis de la denominada “cooperación internacional” gestionada durante las últimas dos décadas por las expertas, para la implementación de una agenda asistencial altamente despolitizada y, por otra parte, el riesgo de aislamiento de los pequeños grupos activistas, hegemonizados por mujeres de los sectores medios ilustrados de nuestro continente, centrados en disputas ensimismadas de sentidos político-culturales?

La victoria pírrica de la institucionalización

La feminista Denise Paiewonsky escribía “... soy una dinosauria de una época ‘superada’, cuando el feminismo era subversivo y transgresor, y estaba por definición enfrentado a los poderes establecidos. Mi mentalidad política, que, arrogantemente, siempre creí de vanguardia, se me ha vuelto obsoleta. En la resaca de la década maldita las prioridades parecen ser los proyectos costosos, las grandes conferencias, los convenios aquellos de las igualdades formales que nuestro representante en las Naciones Unidas firma con el mayor descaro para que el Estado luego ignore con el mayor cinismo.”[3]

Descaro y cinismo… es verdad. Porque, aunque suene paradójico, durante el período de mayor contraofensiva imperialista contra las masas, sus organizaciones y las conquistas heredadas de décadas anteriores, la agenda feminista se convirtió, en gran medida, en política pública de los Estados, los gobiernos y organizaciones interestatales, incluyendo los organismos financieros.

El feminismo, como movimiento radical setentista protagonizado por las mujeres en lucha por su emancipación, tuvo el mérito de imponer sentidos, alcanzando legitimidad entre públicos más amplios; pero esta legitimidad también fue a costa de reconvertirse, en gran medida, en una plétora de organizaciones no gubernamentales, perdiendo su filo más subversivo, pero provistas de las herramientas y el personal idóneo para hacer frente a las consecuencias que los mismos planes neoliberales trajeron aparejados para las mujeres. Reconocimiento a cambio de integración, legalidad a cambio del abandono de la radicalidad anterior. “Veinte años después de las iniciales movilizaciones de esta ‘segunda ola’ del feminismo, desde el Papa hasta los presidentes de las naciones latinoamericanas reconocen verbalmente la importancia de los derechos de las mujeres, y hasta el Banco Mundial apela a invertir en ellas, desde una visión funcional y eficientista, con el argumento de superar la condición de la mujer para aportar al Desarrollo. ¿Cuán subversivo puede ser ahora un discurso sobre las mujeres? El impacto inicial y agitativo del feminismo se ha diluido, permeando algunas conciencias, aunque perdure aún –y no tenga lugar- una nostalgia por ‘las movilizaciones callejeras’ y por el escándalo que se creaba, veinte años atrás, por las manifestaciones de las feministas: el mensaje fue decodificado, el discurso engullido aunque sin sus aristas más incómodas- y los ‘grandes temas’, olvidados o en el mejor de los casos, tecnificados.”, señala la feminista peruana Maruja Barrig. [4]

Al mismo tiempo que, en lo superficial, el feminismo parecía convertirse en sentido común, reconvertido en un movimiento centrado en la consecución de la “igualdad de género”, se lo despojaba de su anterior radicalidad, destripando sus demandas en mínimos programas parcializados, ajustados a los sectores que requerían de su asistencia. Para muchas mujeres, este cierto “feminismo” se convirtió, entonces, también en una salida laboral o carrera profesional, en tanto sus conocimientos adquiridos permitieron que pudieran presentarse como mediadoras entre las agencias de financiamiento y los sectores de mujeres que eran destinatarias de estos aportes reconvertidos en programas sociales. Es lo que Sonia Álvarez denomina “identidad híbrida”: los espacios del movimiento se confundían y amalgamaban con los centros de trabajo.[5] Se “profesionalizó la causa”, que antes había sido motivo de debates políticos y movilización, transformándose en objeto de organización, planeamiento y cabildeo en políticas públicas.[6]

El clima resultante fue la desmovilización y despolitización del movimiento. El retroceso se caracterizaba, según las elaboraciones colectivas de ATEM, por la escasez de espacios de debate y decisiones; el retroceso en la articulación de acciones y actividades de denuncia; la consecución de reformas legales a través del lobby, como objetivo casi exclusivo; la reducción del espacio público al espacio institucional; la “juridización” del lenguaje y de las propuestas; el énfasis en la inclusión de la perspectiva de género en las instituciones nacionales, institucionales y los organismos financieros, en lugar de la crítica a estas instituciones; la fragmentación y privatización del movimiento; el escaso y moderado cuestionamiento del poder; la falta de posicionamientos públicos críticos.[7] Se exigía eficiencia, transparencia y resultados. “La denuncia y el discurso inflamado eran insuficientes, en los 90's había que saber responder al reto del ‘cómo hacerlo’. En los 90's las ONGs de mujeres y/o feministas comenzaron a ser lo que siempre fueron: un centro de trabajo. Fue necesario contar con instrumentos que permitieran rendir cuentas, a la sociedad y a las agencias donantes, de resultados tangibles, de procesos de planificación de actividades, de normas laborales internas en las organizaciones y, ciertamente, del perfilamiento de estructuras jerárquicas en su interior.”, señala nuevamente Maruja Barrig.[8]

Mucho ha sido escrito por las feministas sobre este proceso; mucho ha sido lo debatido y muchas las crisis y rupturas que provocó en el movimiento feminista, especialmente en América Latina. En tanto, a lo que hemos asistido, bajo la égida de los proyectos para el desarrollo, ha sido al crecimiento de una fenomenal desigualdad que, al tiempo que se promovía un “feminismo de los derechos”, descargaba sobre millones de mujeres las consecuencias más nefastas del ataque en regla a las masas del continente.

Aumentó velozmente lo que ha dado en llamarse la “feminización de la fuerza de trabajo”, especialmente en América Latina, donde la creciente incorporación de las mujeres al mercado laboral fue a costa de una mayor precarización, con las peores condiciones y sin derecho a organizarse. En las tres mil zonas francas que hay en el mundo –donde los empresarios pueden llenar sus bolsillos sin pagar impuestos- trabajan más de cuarenta millones de personas, sin ningún derecho; pero el 80% son mujeres que tienen entre catorce y veintiocho años. Los antiguos vejámenes se transformaron en ingentes “negocios” durante el mismo período: la apertura de las fronteras para el comercio internacional, los paraísos fiscales, la concentración de mujeres jóvenes desarraigadas en enormes ciudades-factorías de fronteras, el crecimiento del tráfico de drogas y la corrupción permitieron que el tráfico de mujeres para snuff, pornografía, esclavismo sexual y prostitución se transformara en una colosal industria que alcanza a cuatro millones de mujeres y dos millones de niñas y niños cada año, produciendo una ganancia de treinta y dos mil millones de dólares para los proxenetas (entre cuyas redes, no está demás aclarar que, siempre se encuentran políticos, empresarios, fuerzas represivas, funcionarios judiciales, religiosos, etc.). ¿Y qué hay para decir de los denominados derechos sexuales y reproductivos propiciados durante esta etapa? Como señalaba recientemente en el Iº Coloquio de Pensamiento y Praxis Feminista realizado en Buenos Aires, “en decenas de países existen derechos sexuales y reproductivos, se respeta legalmente la diversidad sexual y se ha despenalizado el aborto. Podría decirse que hemos avanzado enormemente, siempre y cuando hagamos la salvedad de que medio millón de nuestras hermanas muere, cada año, por complicaciones en el embarazo o el parto, algo que, a esta altura del desarrollo científico y médico, debería ser perfectamente evitable. Sí, trágicamente, un simple cálculo arroja que, cada cinco años, se produce la misma cantidad de muertes de mujeres que las que se provocaron en los cinco años que duró el exterminio nazi en Auschwitz. Cada cinco años, se repite un campo de concentración de Auschwitz para las mujeres más pobres del planeta.”[9] El cuerpo de las mujeres no sólo es objeto de la esclavitud sexual, la prostitución y la pornografía, también es un campo propicio para una rentable especulación científica (vientres de alquiler, experimentaciones en reproducción asistida, etc.) y una más que rentable mercancía para el consumo, goce y disfrute de los otros: la creciente penetración de los medios masivos de comunicación e internet, la cultura de la imagen, el desarrollo de las posibilidades quirúrgicas, transformaron al cuerpo de las mujeres –especialmente en las grandes metrópolis del continente- en un producto dispuesto para la venta, al tiempo que a las mismas mujeres se las reduce a meras consumidoras de esas mercancías que le permiten soñar con transformarse en el estereotipo imposible de alcanzar.

La crisis económica en puerta, a la que hacíamos referencia al comienzo, ahora también profundizará aún más la crisis alimentaria que ya, con el aumento desorbitado de los precios de los alimentos de los últimos dos años, eleva a novecientos cincuenta millones la cifra de personas desnutridas en el mundo, mientras los grandes pulpos multinacionales introducen los cultivos transgénicos, talando bosques, agotando la fertilidad del suelo, propagando el uso de plaguicidas tóxicos y condenando a la extinción a las especies animales. Pero con la crisis, además, se reducirán las supuestas “ayudas humanitarias” con que los países imperialistas intentan paliar las catástrofes que, el mismo capitalismo provoca con su depredación de los recursos naturales y del medio ambiente: inundaciones, sequías y otros desastres que afectarán fundamentalmente a los más pobres entre los pobres, con sus secuelas de enfermedades, pérdida de viviendas, falta de alimentos y muertes. Y también se reducirán los presupuestos para salud, educación y otros servicios sociales, haciendo recaer sobre la ya fatigosa doble jornada de trabajo de las mujeres, más tareas para la reproducción de la vida.[10]

“Pronto nos veremos obligados a dar la espalda a uno de los grupos más vulnerables del mundo”, afirmó Jane Cocking, Directora Humanitaria de Oxfam, refiriéndose a más de un millón de víctimas de los enfrentamientos en el valle de Swat, en Pakistán. En el mismo comunicado se plantea que el “plan humanitario” de la ONU destinado a este conflicto, de quinientos cuarenta y tres millones de dólares, sólo ha podido recaudar para este año en curso, ciento treinta y ocho millones: un déficit del 75% que provoca que, de las cincuenta y dos organizaciones que solicitan fondos a la ONU, haya treinta que aún no han recibido nada. En África, UNICEF prevé que la recesión global aumentará las espantosas cifras ya habituales de muertes de bebés y niños, obligando, además, a que más menores abandonen la escuela. “De cada mil bebés africanos, ochenta y nueve mueren en su primer año de vida, comparado con sólo cinco por cada mil en los países industrializados”, señala el informe.[11]

No contamos aún con datos sobre la región, sin embargo, todo indica que la crisis ya tiene como consecuencia la caída de los recursos de la llamada “cooperación internacional”, lo que aumenta aún más la competencia entre las organizaciones sociales por ser las beneficiarias de su adjudicación.

Al tiempo en que la lucha de las mujeres por su emancipación y la denuncia de su situación de desigualdad, de opresión e ignominia alcanzan una inmensa popularidad y aceptación, esta misma situación encuentra nuevas y más brutales formas de manifestarse. El supuesto camino “realista”, transitado de manera gradual y evolutiva, para la consecución de la igualdad o, incluso, de metas mucho más modestas y prosaicas en la búsqueda de mejorías para las condiciones de vida de las mujeres, es lo que, finalmente, se devela como lo verdaderamente utópico en los estrechos y asfixiantes marcos de las democracias capitalistas del continente.

En Argentina, esto ya quedó al desnudo durante la crisis que estalló en diciembre de 2001, en la que el país entró en default. Ni siquiera la recuperación favorecida por los precios internacionales, que acompañó las presidencias sucesivas de Néstor y Cristina Kirchner fueron beneficiosas para el conjunto de las masas trabajadoras: las grandes empresas multiplicaron sus millonarias ganancias, pero la reducción de algunos puntos porcentuales del índice de desocupación se debió a la creación de puestos de trabajo altamente precarizados. Mientras tanto, aumentaron los ritmos de explotación y los salarios nunca alcanzaron el nivel que habían tenido antes de la devaluación.

El “doble discurso” de los gobiernos kirchneristas que se embanderaron con la defensa de los derechos humanos causó el efecto buscado durante los primeros años. Pero ya bajo la presidencia de Cristina Kirchner quedó más en evidencia que se trataba de un mero golpe de efecto: más de 600 mujeres jóvenes reportan como desaparecidas en los últimos años, secuestradas por redes de trata y prostitución; más de 400 mujeres trabajadoras y de los sectores populares mueren, cada año, por las consecuencias de los abortos clandestinos, mientras el ministro de Salud es conocido por su compromiso con los sectores clericales. Finalmente, los “derechos humanos” del kirchnerismo terminaron por mostrarse como una verdadera farsa ante los ojos de las amplias masas cuando la policía montada y la infantería reprimieron brutalmente a centenares de obreras y obreros que reclamaban por sus derechos en una huelga que enfrentó, por más de cuarenta días, a la empresa Kraft-Foods, la multinacional norteamericana más grande de la industria alimenticia a nivel mundial.

Ya frente a la crisis de 2001 habían emergido nuevos grupos de jóvenes feministas que buscaron, a través de la autonomía y sacando lecciones de la institucionalización del feminismo que las había precedido, acercarse y establecer vínculos con los nuevos movimientos sociales que entraron en la escena política nacional: fábricas tomadas por sus trabajadores y trabajadoras, movimientos de desocupados y desocupadas, asambleas vecinales… Todo aquello quedó –en su mayoría- entrampado, luego, por el “discreto encanto” del kirchnerismo, que llevó a la desmovilización y a una nueva parálisis de los reclamos pendientes; con excepción del sector que emergió también como producto de este período y que forjó un movimiento más amplio de jóvenes estudiantes, trabajadoras, artistas, amas de casa de alianza entre mujeres independientes y militantes de la izquierda socialista.[12]

¿Autonomía o individualismo?

Mientras la institucionalización de los movimientos sociales –incluido el feminismo- devino directamente funcional para la amortiguación de los efectos devastadores de los planes neoliberales, a través de proyectos gestionados bajo la supuesta “transparencia” que las iniciativas privadas parecían tener frente a Estados y gobiernos corruptos, también marginó –y empujó a la automarginación- a los grupos y corrientes feministas que resistieron a esta tendencia general.

En tanto la mayoría del feminismo se inclinó por una perspectiva reformista, desarrollada en el marco institucional diseñado internacionalmente bajo la égida de la ONU; una minoría –y no por ello, menos diaspórica- se alejó de la disputa por el poder del Estado, obligada a relegarse y auto-relegándose en la creación de “contracultura” y “contravalores” opuestos a los imperantes.

Lo que era una sana reacción contra la institucionalización que había absorbido las aristas más revulsivas del movimiento feminista, se convertía prontamente en una traba para el establecimiento de grupos militantes, activos, dispuestos a avanzar en la construcción de un movimiento de mujeres verdaderamente masivo, donde los reclamos readquirieran el eslabonamiento que los unía con el necesario planteo de una transformación radical de la sociedad capitalista. Los grupos iniciales de concientización, despojados de cualquier estructura de organización estable, se encontraron con las propias dificultades que estas formas les imponían cuando intentaban proponerse alguna acción que avanzara a partir de las conclusiones extraídas de este vital ejercicio de autoconciencia.

La modificación de las tareas y objetivos, sin alterar las formas organizativas más bien laxas e inestables, llevaron a callejones sin salidas a múltiples grupos que guardaban las mejores intenciones. Si se renegaba de convertirse en una pequeña empresa de servicios asistenciales –como lo eran la mayoría de las organizaciones no gubernamentales, con sus presupuestos, su rendición de cuentas y hasta sus propias gerenciadoras y empleadas-,[13] en el camino se iban forjando liderazgos “naturales”, autoridades no elegidas por nadie que se basaban en el manejo de la información, en los vínculos personales desarrollados entre algunas integrantes del grupo, etc. Esto sólo podía propiciar, como en cualquier otro grupo humano establecido desde estas pautas, la confusión entre los aspectos más subjetivos de los vínculos de sus integrantes, con los objetivos políticos e ideológicos en las que todas podían acordar, inicialmente. La negativa al establecimiento de estructuras flexibles y democráticas en pos de carecer de estructuras –como si toda forma organizativa fuera, por esencia, jerárquica y autoritaria- propició, finalmente, el establecimiento de estructuras informales mucho más perjudiciales para el desarrollo armónico de los grupos y sus posibilidades de expansión e intervención en la realidad, además de favorecer el conocido “sistema de estrellas” que actúan como portavoces del grupo en su conjunto, ayudando a la aparición de resentimientos y enemistades. Como señalaba, ya hace décadas, Jo Freeman en su conocido artículo “La tiranía de la falta de estructuras”, “es esta estructura informal, especialmente en los grupos no estructurados, la que crea las bases para el desarrollo de élites.”[14]

La impotencia, la frustración, el sectarismo y la fatigosa y permanente fragmentación fueron las consecuencias inevitables para una generación del feminismo, como sucede con todo grupo reducido en los márgenes a contracorriente. Eso obliga a un replanteo permanente de los aciertos y errores, a una búsqueda y profundización de perspectivas teóricas y praxis diversas y discontinuadas. De esas crisis han surgido y siguen surgiendo nuevas elaboraciones productivas, aportes reflexivos, nuevas alianzas; pero lamentablemente, se trata más de una sumatoria de individualidades desperdigadas por el continente y de sus fructíferos intercambios, que de un verdadero movimiento con ansias de masificación.

En Argentina, como ya lo señalamos anteriormente, la explosión de la crisis económica, social y política de finales de 2001, revitalizó a los grupos feministas autonomistas preexistentes y a la formación de otros nuevos, integrados en su mayoría por jóvenes estudiantes universitarias. Luego, el impasse causado por depositar expectativas en los gobiernos kirchneristas, condujo a cierta parálisis de la actividad de estos grupos que volvieron a revitalizarse recién en el periodo más reciente, ante la evidente desazón que causada por la falta de políticas a favor de los derechos de las mujeres de parte del Estado y el gobierno.

Lo que ha permanecido, desde hace casi un cuarto de siglo, han sido los Encuentros Nacionales de Mujeres, que algunas pocas feministas han puesto en pie a poco tiempo de la caída de la dictadura militar y que luego lograron reunir hasta quince mil mujeres en algunas ocasiones. Sin embargo, estos encuentros fueron perdiendo las características iniciales: con una división de las participantes en talleres temáticos que imposibilitan visualizar y discutir globalmente sobre el sistema patriarcal y la alianza establecida entre la opresión de las mujeres y el sistema de explotación de clases y, además, con un sistema de debate que impide dirimir las diferencias democráticamente (es decir, señalando con claridad las posiciones mayoritarias y minoritarias, especialmente en temas álgidos como el derecho al aborto, entre otros), obligando al consenso aún con fuertes minorías fundamentalistas enviadas y adoctrinadas por las jerarquías eclesiásticas, los encuentros fueron perdiendo vitalidad y rebeldía. En última instancia, se convirtieron en una “válvula de escape” para la situación de opresión de las mujeres y la justa bronca que ésta genera, pero que luego de la “catarsis” anual no permite establecer una continuidad organizativa y de lucha entre estas miles de mujeres durante el resto del año, hasta el siguiente encuentro, del mismo modo que impide asestarle una “derrota política” categórica a las minorías fundamentalistas reaccionarias que agreden no sólo verbalmente, sino también físicamente a las mujeres lesbianas, feministas y activistas de izquierda en estos encuentros.

Aquí, la “falta de estructuras” se traduce en el control casi exclusivo de las comisiones organizadoras de los encuentros por una de las corrientes partidarias populistas más “jerárquicamente estructurada” que, mientras se muestra fanática de mantener el “espíritu de consenso” de los Encuentros Nacionales de Mujeres, opera en beneficio de su propia línea política de alianzas con sectores de la burguesía, del ejército y la Iglesia.[15] Esto ha llevado a una disminución notoria de la participación de mujeres independientes en los encuentros, incluso, a una escasa participación en los talleres de las mismas mujeres que concurren cada año, pero muchas de las cuales optan por intervenir en actividades paralelas y alternativas más novedosas y creativas (charlas, performances, radios abiertas, proyecciones, fiestas, etc.).

Para las mujeres también, socialismo o barbarie

En tanto, no hace falta remontarse a la Revolución Francesa de 1789 o a la Revolución Rusa de 1917 para demostrar que frente a los grandes cataclismos sociales, políticos y económicos, las mujeres siguen siendo los destacamentos de vanguardia que enfrentan las crisis y las nefastas consecuencias que ellas entrañan para la vida cotidiana de las masas. Ya hemos visto luchar a las mujeres del altiplano boliviano en la Guerra del Agua; a las mujeres oaxaqueñas tomar literalmente el poder de la comuna, organizando la resistencia desde los medios de comunicación bajo su control; las mujeres desocupadas de Argentina cortaron las rutas una y mil veces reclamando trabajo genuino y las trabajadoras de la textil Brukman pusieron a producir la empresa bajo control obrero, resistiendo el desalojo y la represión, en plena crisis nacional. Recientemente, asistimos a la explosión de la bronca de las mujeres más explotadas de la industria, las obreras de la alimentación que desataron una huelga sin precedentes reclamando medidas de prevención e higiene ante la pandemia de gripe A, como lo señalamos más arriba.

Hoy son las feministas y mujeres en resistencia de Honduras las que están al frente de las movilizaciones contra el golpe de Estado perpetrado por el empresariado nacional en alianza con el imperialismo norteamericano y todas las instituciones del régimen, incluyendo a la Iglesia. En las colonias más pobres de Tegucigalpa, son las mujeres las que organizan el territorio y a la comunidad para resistir la represión del ejército y los sicarios. Las mujeres campesinas y de los pueblos originarios estuvieron en las carreteras y puentes, bloqueando las ciudades durante los días más aciagos de la resistencia y es por ello que han sido víctimas de las más atroces torturas, abusos y violaciones por parte de las fuerzas represivas del Estado.

En esos nuevos ímpetus de millones de mujeres trabajadoras y de los sectores populares radican las fuerzas de las que dependerá el futuro del movimiento de mujeres de América Latina. Las feministas que sueñen aún con una sociedad liberada de toda forma de opresión, aquellas cuyas ansias de emancipación sigan intactas no sólo no pueden darle la espalda a estos sectores de millones de mujeres del continente que emergieron a la vida política en los últimos años, sino que tienen el deber de dirigirse hacia ellas, de nutrirse de sus luchas y colaborar con sus triunfos.
Proponerse la tarea de construir un movimiento de mujeres que se sostenga en la independencia política del Estado, de su régimen y sus instituciones; que se fortalezca en las luchas, arrancando todos los derechos que nos sean posibles y las mejores condiciones de existencia que pueda ofrecer este sistema de podredumbre y sometimiento, al tiempo en que socavamos sus cimientos preparándonos para asestarle nuestro golpe definitivo y comenzar, entonces, la construcción de una sociedad liberada, definitivamente, de todas las formas de explotación y opresión que hoy pesan sobre la inmensa mayoría de la humanidad, pero doblemente sobre la vida y los cuerpos de las mujeres.
El capitalismo sólo reserva más barbarie para las masas, devastación y muerte para el planeta que habitamos. Para la inmensa mayoría de las mujeres del mundo, las crisis recurrentes del sistema capitalista no pueden aparejar otra cosa que más muertes, más explotación, más esclavismo, menos derechos… Quienes se consideren verdaderamente socialistas revolucionarios no pueden sentirse ajenos a esta realidad que afecta especialmente a las mujeres. Quienes se consideran feministas y honestamente anhelan aun la emancipación de las mujeres de todas las formas de opresión, están llamadas a reflexionar sobre las estrategias que nos han conducido a los callejones sin salida de la cooptación o la marginalidad. Como ha sucedido otras veces en la historia, confiamos en que serán nuevamente las mujeres más explotadas y oprimidas de nuestro continente las que impulsarán el surgimiento de un nuevo feminismo socialista que aún espera ver la luz.
Entre Buenos Aires y Tegucigalpa, octubre 2009

[1] “Crisis dejará secuelas perdurables en la economía real de América Latina”, presentación de Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de CEPAL del Seminario El impacto “real” de la crisis económica global: una visión desde América Latina y el Caribe, 6 de agosto 2009.
[2] Francesca Gargallo, Ideas Feministas Latinoamericanas, Ed. El Perro y la Rana, Caracas, 2006, pág 13.
[3] Denise Paiewonsky, “De crisis personales y políticas cavilaciones de una feminista abatida”,
[4] Maruja Barriga, “Los malestares del feminismo latinoamericano”
[5] Sonia Alvarez, "Advocating feminism: The Latin American Feminist NGO "Boom", Sonia Alvarez, Universidad de California en Santa Cruz, 1998, citado por Maruja Barrig en op.cit.
[6] "Legado Feminista y ONGs de Mujeres: notas preliminares" de María Luiza Heilborn & Angela Arruda, en Género y Desarrollo Institucional en ONGs, IBAM/ Instituto de la Mujer de España, Rio de Janeiro 1995, citado por Maruja Barrig en op.cit.
[7] Magui Bellotti, “¿Existe el movimiento feminista?”, Revista Brujas Nro. 29, ATEM, Bs. As., 2002.
[8] Maruja Barrig, op.cit.
[9] Andrea D’Atri, “El feminismo y la crisis mundial. La encrucijada de las mujeres: socialismo o barbarie”, ponencia presentada en Primer Coloquio Latinoamericano “Pensamiento y Praxis Feminista”, GLEFAS, Bs. As., 24 al 27 de junio 2009.
[10] Parte de estas palabras fueron pronunciadas por la autora en su discurso durante el acto del Día Internacional de la Mujer, organizado por la agrupación Pan y Rosas en Buenos Aires, 8 de marzo de 2009. Ver
[11] “UNICEF: Recesión global matará a más niños africanos”,
[12] Nos referimos fundamentalmente a la agrupación de mujeres Pan y Rosas que fue la única que –surgiendo en este período- siguió creciendo hasta la actualidad en que reúne a más de mil mujeres en veinticinco localidades del país. En Pan y Rosas participan mujeres independientes y militantes del Partido de Trabajadores Socialistas. También, con el desarrollo de los movimientos de desocupadas y desocupados durante la explosión de la crisis, emergió la agrupación Plenario de Trabajadoras, que cuenta mayoritariamente con la participación de mujeres desocupadas. Estas agrupaciones vinculadas con partidos de izquierda hoy alcanzaron un protagonismo indiscutible en las luchas de las mujeres por sus derechos, en alianzas y también debates con los grupos feministas anticapitalistas y autonomistas.
[13] No sólo la oenegización fue el camino de la institucionalización. El movimiento autonomista que propició aquello de “hacer la revolución sin tomar el poder”, en determinadas ocasiones, ha conseguido tomar el poder sin hacer ninguna revolución. Sin ir más lejos, el vicepresidente de Bolivia es un ejemplo de lo que mencionamos, como también un cierto número de representantes de organizaciones de los movimientos de desocupados de Argentina (conocidos como “piqueteros”) que cambiaron las rutas y las calles por los despachos de gobierno durante la presidencia de Néstor Kirchner.
[14] Jo Freeman, “La tiranía de la falta de estructuras”,
[15] Nos referimos a la corriente maoísta Partido Comunista Revolucionario, la que en la década del ’70 apoyó al gobierno bajo el cual actuaba el grupo derechista parapolicial conocido como Triple A (Alianza Anticomunista Argentina). En 1989 apoyó la campaña presidencial de Menem, quien fue el que terminó de imponer los planes neoliberales en el país, con la privatización de todas las empresas de servicios públicos y los despidos masivos que llevaron a un índice de desocupación sin precedentes. Más tarde, apoyaron la rebelión de sectores militares nacionalistas conocidos como “carapintadas” y a los sectores patronales del agro durante el enfrentamiento que éstos tuvieron con el gobierno de Cristina Kirchner por las retenciones a las exportaciones. Y, en toda ocasión, evitan el enfrentamiento con la Iglesia Católica que, en nuestro país, no sólo ha sido cómplice y partícipe de la dictadura militar sino que es la principal institución lobbista en contra de los derechos de las mujeres.
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Publicado en la revista del Centro de Estudios de la Mujer de la Universidad Central de Venezuela, noviembre 2009

CREAR PODER POPULAR



Miguel Humberto Enríquez Espinosa ( 27/3 de 1944-5/10 de 1974) fue un medico y político chileno Secretario General del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) desde 1967 hasta su muerte

miércoles, 23 de diciembre de 2009

A 8 AÑOS DE LA REBELION POPULAR EN ARGENTINA




Durante las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001 el Estado reprimió la protesta social en todo el país. 38 personas fueron asesinadas por las fuerzas represivas.



19 DE DICIEMBRE
- Durante todo el día continúan los saqueos a supermercados de todo el país. Se suman también innumerables protestas de diversos sectores en contra de gobiernos provinciales y municipales La insurrección popular es imparable. Enfrentamientos entre la gente y dueños de locales dejan un saldo de 5 muertos y 112 heridos.
- Menem y Duhalde cuestionan públicamente la continuidad de De la Rúa al frente del gobierno.
- Por la noche, luego de reunirse con funcionarios de todas las provincias y con representantes de todas las fuerzas represivas, De la Rúa decreta -a través de un paupérrimo discurso que es emitido por cadena nacional- el Estado de Sitio, lo que supone la prohibición de reuniones públicas de más de tres personas y la suspensión de las garantías constitucionales.
- Como reacción, inmediatamente comienzan las manifestaciones de repudio desde distintos sectores y organizaciones sociales. Los "cacerolazos", señal de protesta de la población, son el desafío y rechazo enérgico de las últimas medidas. En Ciudad de Buenos Aires, miles de personas empiezan a reunirse en las esquinas cacerola en mano, nace el "Que se vayan todos". Hay protestas en otras ciudades del país.
- Cerca de las 22.30 se producen cacerolazos frente a los domicilios de Cavallo y el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Aníbal Ibarra. Más tarde, en caravana y cortando las calles, todo el mundo se dirige desde distintos puntos hacia el Congreso Nacional, donde terminan confluyendo miles de personas. Paralelamente se reúnen los tres jefes de las fuerzas represivas, el ministro y Enrique Mathov, el secretario de Seguridad. El Comisario Salomone ordena arrojar gases y dispersar a los manifestantes.
- La manifestación se desplaza a Plaza de Mayo, a sólo metros de la Casa Rosada, donde hay militares apostados con fusiles automáticos. La Policía reprime con gases lacrimógenos.
- La manifestación comienza a desconcentrarse y algunos grupos vuelven a Plaza Congreso, donde vuelven a ser reprimidos, esta vez con balas de plomo. Jorge Cárdenas es herido en las escalinatas del Congreso, morirá 7 meses después.
- Domingo Cavallo renuncia entre gallos y media noche.
20 DE DICIEMBRE
- Desde temprano, las manifestaciones y protestas son masivas en todo el país. En Buenos Aires, se centralizan principalmente en Plaza de Mayo y sus inmediaciones. Se pide la renuncia de De la Rúa. La represión arranca temprano, previa reunión entre, nuevamente, los jefes de todas las fuerzas federales y el secretario de Seguridad, Enrique Mathov.
- En Ciudad de Buenos Aires, hacia las 10 de la mañana ya hay 60 personas detenidas y el ataque policial alcanza hasta a las Madres de Plaza de Mayo, quienes, presentes en la Plaza, también son embestidas por policías a caballo.
- Sobre esa misma hora, el Comisario Rubén Santos, Jefe de Policía Federal, ordena al Comisario Weber (a cargo del Comando de Operaciones Federales) desalojar la Plaza de Mayo en un lapso de 15 minutos y realizar detenciones a cargo del Ejecutivo. Hacia las 11 hs. más manifestantes siguen llegando a la plaza y se agudiza la represión y las detenciones masivas. La jueza María Romilda Servini de Cubría ordena el cese de la represión, a lo cual el comisario Santos responde que "el Estado de Sitio esta por encima de la Justicia".
- Pasado el mediodía se reúnen los intendentes de los distritos más importantes del Conurbano Bonaerense y ordenan sacar mas fuerzas de seguridad a la calle, incluida la Brigada de Asuntos Internos. Paralelamente se reúne el Consejo de Seguridad Interior, integrado por Esteban Uriondo y Juan José Álvarez y el "Comité de Crisis", presidido por Mathov y la Jefatura de la Policía Federal.
- Hacia las 16:30 hs. se intensifica aún más la represión policial y los manifestantes son atacados masivamente por balas de plomo. Crece la cantidad de manifestantes heridos.
- Muere Gustavo Benedetto de un disparo de 9mm en la cabeza mientras caminaba hacia Plaza de Mayo. Los disparos salieron desde adentro del Banco HSBC, donde estaba personal de seguridad y varios policías refugiados. Gastón Riva, motoquero miembro de SiMECa, es asesinado minutos después por la Policía en la esquina de 9 de Julio y Avenida de Mayo. A metros, asesinan también a Diego Lamagna, Carlos Almirón y Alberto Márquez.
- En medio de todo esto, vuelve a reunirse el Consejo de Seguridad Interior. Fernando De la Rúa brinda un discurso buscando la "unión nacional" y un gabinete multipartidista.
- Finalmente, hacia las 19.45, De la Rúa presenta su renuncia y huye de la Casa Rosada en helicóptero.
- En Plaza de Mayo y en todo el centro porteño las manifestaciones continúan hasta medianoche.
Las víctimas
Entre el 19 y el 20 de diciembre, 33 personas murieron en el marco de la increíble represión desatada por el Gobierno de De la Rúa contra los manifestantes. La cifra se eleva a 37, luego de que murieran en los últimos años personas heridas de gravedad por balas de plomo en aquel entonces.
Vidas de hombres y mujeres. De todas las edades, a lo largo y a lo ancho de todo el país. Ferocidad estatal aún impune. Muertes que dan bronca. Y mucha.


Graciela Acosta, 35 años, Villa Gobernador Gálvez, Santa Fe. Carlos “Petete” Almirón, 24 años, Capital Federal. Ramón Arapi, 22 años, Corrientes. Rubén Aredes, 24 años, Buenos Aires. Elvira Avaca, 46 años, Cipolletti, Río Negro. Diego Ávila 28 años, Paraná. Gustavo Benedetto, 30 años, Capital Federal. Walter Campos, 16 años, Rosario, Santa Fe. Jorge Cárdenas, Capital Federal. Juan Delgado, 27 años, Rosario, Santa Fe. Víctor Enrique, 20 años, Tucumán. Luis Fernández, 27 años, TUcumán.
Sergio Miguel Ferreira, 20 años, Córdoba. Julio Flores, 15 años, Merlo. Yanina García, 18 años, Rosario, Santa Fe. Ariel González, 24 años, Pilar, Buenos Aires. Roberto Gramajo, 21 años, Claypole, Buenos Aires. Pablo Guías, 25 años, Almirante Brown, Buenos Aires. Romina Iturain, 15 años, Paraná, Entre Ríos. Diego Lamagna, 27 años, Capital Federal. Cristian Legumbre, 26 años, Castelar, Buenos Aires. Claudio “el Pocho” Lepratti, 38 años, Rosario, Santa Fe. Alberto Márquez, 57 años, Capital Federal. David Moreno, 13 años, Córdoba. Miguel Pacini, 15 años, Santa Fe. Rosa Paniagua, 13 años, Paraná, Entre Ríos. Sergio Pedernera, 16 años, Córdoba. Rubén Pereyra, 20 años, Rosario. Damián Ramírez, 14 años, Gregorio de Laferrère, Buenos Aires. Sandra Ríos, 19 años, Avellaneda, Buenos Aires. Gastón Riva, 31 años, Capital Federal. José Rodríguez, Paraná, Entre Ríos. Mariela Rosales, 24 años, Catamarca. Ariel Salas, 16 años, Gregorio de Laferrère, Buenos Aires. Juan Torres, 24 años, Corrientes. José Vega, 19 años, Moreno, Buenos Aires. Ricardo Villalba, 23 años, Rosario, Santa Fe.



¡¡¡PRESENTES!!!
Publicado en
Argentina Arde

martes, 22 de diciembre de 2009

EXITOSA LUCHA DE DOS "SIN PAPELES"


"Si se ven explotados, en las condiciones que tuve yo, animaría a otras personas a denunciar, porque no es justo que te estés matando a trabajar y a fin de mes no te paguen".
Patricia Manrique Diagonal
-->Luis y Claudio, inmigrantes paraguayos ‘sin papeles’, denunciaron por explotación laboral a la empresa Escenasant S.L.. Cuando iban a declarar en el primero de los juicios, a las puertas de los Juzgados, eran detenidos y se les abría un expediente de expulsión . Luis sería detenido de nuevojusto un día antes del segundo juicio. Pero, finalmente, una sentencia les ha dado la razón.
"Si se ven explotados, en las condiciones que tuve yo, animaría a otras personas a denunciar, porque no es justo que te estés matando a trabajar y a fin de mes no te paguen", asevera Luis Egaña pese a tener dos detenciones y un expediente de expulsión a sus espaldas. Una persona en situación irregular puede conseguir el permiso de trabajo si demuestra en un juicio que ha estado trabajando al menos un año para una empresa. Y la sentencia del Juzgado de lo Social número 4 de Santander ha dado a Luis la razón en la demanda contra Escenasant S.L., que pretendió negar que le había empleado. Ahora tendrán que readmitirle o indemnizarle con unos 7.000 euros. Los controles policiales y la estricta aplicación del Reglamento de Extranjería estuvieron a punto de ocultar la explotación laboral que había sufrido.
El 16 de noviembre, un día antes de declarar, Luis sufría su segunda detención cuando iba a firmar en Extranjería. Pasó 30 horas en el calabozo sin saber qué iba a ser de él. Antes había sido detenido a la entrada de otro litigio sobre la misma cuestión, en el que la parte denunciante era su compañero Claudio Maturana, también ‘sin papeles’. Ambos pasaron ocho horas en comisaría. La labor de la abogada Irene Alvarez logró que declararan antes de ser detenidos. Pasaron ocho horas en comisaría y se les abrió un expediente de expulsión. Claudio ‘perdió’ el juicio: ahora teme que lo detengan antes de saber la respuesta a su recurso. De ser éste admitido, se repetiría la vista y tendría muchas posibilidades de ganar como muestra la sentencia de Luis. El suyo fue un juicio preñado de irregularidades que su abogada ha denunciado.Cuatro meses sin cobrar
Luis y Claudio denunciaron haber trabajado sin contrato desde abril de 2008 con la empresa Escenasant S.L., representada por el empresario cántabro Bernabé Solana. Montaban carpas para eventos, entre los que recuerdan una carpa para la visita de Mariano Rajoy en la fiesta de La Bien Aparecida, o un stand en el día de las Fuerzas Armadas. Su sueldo de 900 euros se completaba con la residencia en una vivienda situada encima de la nave de trabajo, en el santanderino barrio de Lluja. El trabajo se iniciaba habitualmente a las 8.00 de la mañana y acababa a menudo a altas horas de la noche.
Los primeros meses cobraron en metálico –cuestión que ha hecho difícil acreditar la relación laboral en el juicio– pero, unos meses antes de abandonar el trabajo, en julio de 2009, el empresario empezó a ’escatimar’. "A final de mes nos decía que no tenía dinero y nos daba 200 euros, por ejemplo, y decía que nos pagaría después", apunta Luis. Este particular no deja de ser curioso en una sociedad que, según informes facilitados por la Tesorería a los abogados de Luis, facturó en el último periodo 382.000 euros con una media de 0.92 trabajadores. Los cuatro últimos meses ya no cobraron nada: entonces decidieron denunciar.
Para Luis Egaña esta situación no era nueva. Había denunciado antes para la empresa asturiana Río Estructuras Modulares S.L, que también dejó de pagarle. Paradójicamente, ese es uno de los motivos que puede aducir como arraigo en contra de su expulsión: en el juicio quedó acreditada una relación laboral de dos años. La empresa le adeuda 15.800 euros más los intereses y se niega a pagar, y no por falta de liquidez. Trabaja con el Principado de Asturias y acaban de concederle una nueva obra.Detenidos al ir a declarar
El 1 de octubre, Claudio tuvo el primero de los juicios contra Escenasant S.L.. Luis y un trabajador de la empresa le acompañaban como testigos. Cuando entregaron el pasaporte a los guardias de seguridad de los Juzgados, "apenas leyeron nuestros nombres, sin que le diera tiempo a ver la fecha del documento", subraya Luis, el vigilante llamó a un policía nacional que había dentro de la sala. Éste, a su vez, llamó a la Brigada de Extranjería. La labor de su letrada, Irene Álvarez, evitó que se los llevaran antes de testificar en el juicio. A la salida, eso sí, les esperaban la Brigada de Extranjería y ocho horas de comisaría, de las que salieron con un expediente de expulsión abierto.
La abogada de Claudio, Inés Alvarez, ha puesto una queja en el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) sobre la jueza sustituta que llevó el caso de Claudio, Catalina Pérez Noriega. Ha basado esta queja, en primer lugar, en que "mientras negociaba con la policía, la jueza conversaba dentro amigablemente con el abogado de la acusación. Lo cual ya es un escándalo". Pero, sobre todo, ha reseñado "los comentarios despectivos hacia los dos trabajadores que iban solicitando su tutela judicial, porque me parece que se vulneró la tutela judicial efectiva". Así narra: "Cuando entró Luis como testigo, cogió su pasaporte con desprecio y dijo ’Este señor está en situación irregular, no puede declarar’". No le iba a tomar declaración y la letrada protestó. "Cuando el secretario judicial empezó a hacer constar la protesta", añade Álvarez, "la jueza dijo ’Que declare’. El otro abogado levantó entonces las manos haciendo un gesto de estar esposado y exclamó ’Que declaren, si van a salir esposados’”. La letrada ha denunciado que la jueza lo consintiera y comentara además: “Es que llevan irregulares desde 2007, ¿qué se creen que es esto?’".
A la denuncia de los hechos mediante su difusión en la prensa, llevada a cabo por el colectivo antirracista asturiano Ruta contra el racismo y la Represión, el TSJ de Cantabria respondía que el juicio se desarrolló "con normalidad". De la vista no hay, pese que suele ser la práctica habitual, una grabación.A punto de la expusión
Claudio perdió el juicio porque no se consideró probada la relación laboral. El hecho de que vivieran en la casa situada sobre la nave de la empresa no se tomó en cuenta, tal vez dando por buena la versión de Solana, que aseguraba que les permitía vivir allí “para darles cobijo" y no porque fueran empleados suyos.
La sentencia ha sido recurrida. El abogado encargado del recurso, Juan Vega, cree que tiene muchas probabilidades de tener éxito, con lo que se tendría que repetir la primera vista. Y es que, amén de otras irregularidades, en los hechos probados, se reseña sobre dos videos aceptados como pruebas documentales: "Al parecer se ve al actor subido en un camión grúa". Una expresión fuera de lugar al tratarse de “hechos probados”.
Abierto el expediente de expulsión, tanto Claudio como Luis hubieron de acudir quincenalmente a Extranjería. Y sorprendentemente, 48 horas antes del segundo juicio, con una “espectacular” celeridad, en expresión de su abogado, Juan Vega, Luis era detenido porque se había resuelto su expediente. Podía ser expulsado en avión o conducido a un Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE). Intentó llamar al abogado pero no se lo permitieron.
Al no haber billetes para expusarlo, la policía avisó a Vega, puesto que la otra opción era el internamiento en un CIE. Tras 30 horas en comisaría, los abogados consiguieron que, mediante medidas cautelarísimas, Luis no fuera expulsado.
Por otro lado, para evitar la indefensión ocurrida en el juicio de Claudio, la Ruta contra el Racismo y la Represión acompañó a Luis en el juicio. En los juzgados, abundantes medios de prensa dieron cobertura a la noticia. También miembros de diversos colectivos cántabros, como la Coordinaora Antifacista o CNT, acudieron a acompañar a los migrantes.Respuesta del TSJ
En respuesta a la denuncia de los controles llevada a cabo por la Ruta en los medios, el TSJ emitió un comunicado en el que negaba que se hubiera “discriminado a ningún ciudadano extranjero". El TSJ afirmaba que se "siguió el protocolo que se aplica en estos casos". Para los miembros de la Ruta, la declaración del TSJ empeoraba el diagnóstico, pues con semejante afirmación “recuerdan a cualquier persona sin papeles que el guarda de Seguridad de la puerta de los Juzgados de lo Social de Santander llamará a la policía en cuanto intenten entrar al edificio. ”
La expulsión de Luis quedó en suspenso al día siguiente al juicio. La valentía de denunciar le podría valer la regularización, demostrados ya más de tres años de trabajo en España. A Claudio le sustituyeron la expulsión por una multa –al ser la primera–: espera el recurso, y que un nuevo control policial no agrave su situación.
http://www.diagonalperiodico.net/cantabria/spip.php?article356

domingo, 20 de diciembre de 2009

PANTERAS NEGRAS.¡ ES LA REVOLUCION BABY!


HUEY P.NEWTON



febrero de 2009. NODO50
Albin Senghor - Fotos: Stephen Shames- LDNM
Pocos movimientos revolucionarios de los años sesenta han destilado tanto glamour underground como el Partido de las Panteras Negras, sin embargo, su trayectoria dista mucho de un desfile de moda. Las Panteras crearon uno de los programas sociales de regeneración de los barrios pobres de las grandes ciudades norteamericanas más ambiciosos de su época y fueron el núcleo de una coalición de movimientos revolucionarios con una fuerte implantación étnica y social que llegó a tener cierto peso en la vida pública estadounidense, aunque sólo fuera como amenaza al statu quo. El resultado de la aventura revolucionaria tampoco fue muy chic: más de cuarenta muertos por arma de fuego y cientos de encarcelados.
Sin embargo, las Panteras Negras siguen siendo un mito político para todos aquellos movimientos políticos y culturales que se desenvuelven en los guetos, cada vez más numerosos, de las grandes ciudades europeas y americanas
Autodefensa y derechos civiles



Los Panteras Negras fueron el resultado de la evolución del movimiento de derechos civiles que, a lo largo de los años cincuenta y sesenta, había movilizado a negros y blancos contra la segregación legal y la discriminación cotidiana que sufrían los afroamericanos en Estados Unidos. Sus fundadores, Huey P. Newton y Bobby Seale, comenzaron su andadura política en uno de los muchos grupúsculos asociados al Black Power –el Revolutionary Action Movement (RAM)– que tras el momento álgido del movimiento de derechos civiles adoptaron una retórica revolucionaria. El RAM se disolvió en 1965, cuando tres de sus miembros fueron declarados culpables de querer atentar contra la Estatua de la Libertad, la Campana de la Libertad de Filadelfia y el monumento a George Washington.
Seale y Newton comenzaron a trabajar en los programas comunitarios contra la pobreza del ayuntamiento de Oakland y al poco tiempo, en 1966, fundaban el Partido de las Panteras Negras para la Autodefensa. Como anuncia el apellido del partido, el proyecto político inicial de las Panteras estaba centrado en poner en práctica la postura de Malcolm X favorable a la autodefensa, en un contexto de impunidad policial y fuerte represión en los barrios negros de las grandes ciudades industriales de Estados Unidos. Y esto, precisamente, es lo que Newton y Seale desarrollaron con las patrullas de vigilancia policial. Las patrullas consistían en un grupo armado de Panteras Negras que seguían a la policía en su ronda rutinaria por el gueto para evitar que se cometiesen atropellos. Por supuesto, como recordaba Bobby Seale años después, el celo cívico de los Panteras no pasaba desapercibido a los oficiales de policía: "En un momento dado, el policía dice ‘¡No tiene derecho a observarme!’ y Huey le contesta: ‘No es cierto, una sentencia del Tribunal Supremo de California estableció que todo ciudadano tiene derecho a observar a un oficial de policía haciendo su trabajo siempre que se mantenga a una distancia razonable. En esa misma sentencia, se declara que a partir de diez pies se puede decir que existe una distancia razonable. Yo estoy a veinte pies de usted y le voy a seguir observando, le guste o no’".
En efecto, aunque cuando se habla de las influencias intelectuales de las Panteras Negras se suele hablar del Libro rojo de Mao, lo cierto es que en aquel momento se dedicaban mayormente a estudiar las leyes del Estado de California y a poner en práctica su derecho legal a ir armados hasta los dientes, siempre que las armas no estuvieran escondidas. De hecho, por mucho que pueda resultar un misterio a ojos de la izquierda europea, la primera aparición pública de las Panteras Negras fuera de sus barrios de origen, en Oakland, tuvo lugar en un acto reivindicativo a favor del sacrosanto derecho del ciudadano norteamericano a caminar por la calle con armas cargadas. Volviendo a Mao, Bobby Seale cuenta que, durante esta primera época, él y Huey se dedicaban a vender el Libro rojo a estudiantes blancos de Berkeley por un dólar y a comprar, cómo no, armas con el dinero que recaudaban. Seale asegura que no lo leyeron hasta un año más tarde.
Las panteras están en la casaLa primera campaña propiamente política de las Panteras Negras llegó a finales de 1967, tras la detención de Huey P. Newton acusado de asesinar a un policía. Bobby Seale lanzó una campaña masiva de apoyo a Newton bajo el lema "Free Huey" que incrementó la popularidad del partido en los barrios afroamericanos. A partir de entonces, las Panteras Negras, que habían adoptado el análisis de clases marxista, se enfrentaron a algunos dilemas políticos que no habían formado parte de los repertorios del movimiento por los derechos civiles y el Black Power: el primero todavía estaba muy cargado de connotaciones religiosas, mientras que el segundo consideraba que el nacionalismo negro era una postura política suficientemente aglutinadora. En cambio, tanto Seale como Newton pensaban que el gran reto político al que se enfrentaban los Black Panthers era la movilización conjunta de un subproletariado negro formado por precarios y delincuentes y de los trabajadores industriales que componían la militancia urbana afroamericana tradicional. Según todas las crónicas, ésta fue la clave del éxito político de las Panteras Negras; unir a obreros, parados y pandilleros, hombres y mujeres, en un mismo proyecto de emancipación comunitaria.
Con este fuerte apoyo de base, las Panteras Negras fueron asimilando tanto los restos del movimiento de derechos civiles como a los líderes del Black Power. Entre estos últimos, destacan las figuras de Stokely Carmichael y Eldridge Cleaver, dos notorios activistas que pasaron directamente a la dirección de las Panteras Negras. Carmichael y Cleaver representaron las posturas del nacionalismo negro frente al internacionalismo marxista de Newton y Seale, y siempre recelaron de las alianzas con los izquierdistas blancos y chicanos. En 1970, Huey P. Newton, acuñó la noción de intercomunitarismo (a caballo entre la comunidad étnica y la solidaridad más amplia con otros colectivos) para definir los objetivos de las Panteras Negras en unos términos que no exacerbaran la división entre las dos corrientes del partido. Más tarde, el FBI explotaría sin piedad estas divisiones, llegando a provocar mediante sus infiltrados un tiroteo por el control de los cursos de estudios afroamericanos en el vestíbulo de la Universidad de California en Los Ángeles.
Sin embargo, era la vía internacionalista y de colaboración con otros movimientos la que se imponía inexorablemente. El imparable ascenso de las Panteras era un referente ineludible para la multitud de grupos de izquierda independiente que surgieron al socaire de la efervescencia contracultural. Las Panteras Negras fueron la inspiración directa de los Brown Berets chicanos o de los Young Lords portorriqueños de Nueva York y colaboraron activamente, entre otros, con los Students for a Democratic Society (SDS) que estaban organizando las revueltas estudiantiles de estos años, con el movimiento de jornaleros agrícolas de César Chávez, con los movimientos pacifistas californianos o con el Frente de Liberación Gay.

En 1968, los miembros de las Panteras Negras dejan de llevar armas permanentemente, una nueva hornada de militantes procedentes de la universidad llega al partido y gana peso una línea política que enfatiza la necesidad del trabajo comunitario en los barrios. En 1969, las distintas agrupaciones locales de las Panteras Negras ponían en marcha los llamados "programas de supervivencia", una iniciativa para proveer a los barrios negros de los servicios sociales que les negaba el Estado. El más famoso de estos programas fue el Breakfast for Children: los activistas daban desayunos gratis a los niños antes de que acudieran al colegio. Pronto le siguieron los programas médicos y dentales, programas de transporte para visitar a familiares presos y programas de atención a ancianos. Todo un sistema de welfare militante autogestionado que tuvo una repercusión descomunal. Como diría Huey P. Newton años después: "Por primera vez desde las rebeliones de esclavos anteriores a la Guerra Civil, los negros estaban respondiendo a una organización que intentaba construir instituciones comunitarias y que lo hacía bajo la bandera de una ideología política que desafiaba directamente a la democracia capitalista".
De la guerra total a la política localA finales de 1969, diez mil niños desayunaban diariamente con los programas de supervivencia y un noventa por ciento de la población negra apoyaba a las Panteras Negras. En esas mismas fechas, ya habían muerto por arma de fuego veintinueve miembros del Partido, entre ellos los líderes Bobby Hutton y Fred Hampton, más de cien habían resultado heridos y otros tantos estaban en prisión. Aunque la imagen de las Panteras Negras dando de comer por las mañanas a los niños y por las tardes enzarzados en tiroteos de más de dos horas con la policía pueda resultar completamente estrafalaria, esta era la realidad cotidiana del Black Panther Party a finales de los años sesenta. Aunque el partido fue abandonando progresivamente el culto por las armas y nunca utilizó la acción armada como estrategia para conseguir objetivos políticos, el hecho de que llevar armas cargadas fuera uno de sus hitos fundacionales no ayudó a enfriar la situación, sobre todo, teniendo en cuenta que las Panteras contaban ya con más de cinco mil militantes a tiempo completo.
En 1969, el entonces director del FBI, John Edgar Hoover, estableció que las Panteras Negras y otros grupos subversivos constituían la mayor amenaza para Estados Unidos. También declaró que había que acabar por todos los medios con el programa comunista de desayunos para los niños. Las Panteras Negras pasaron a ser uno de los objetivos centrales del programa de contrainsurgencia COINTELINPRO y las tácticas de acoso se refinaron: no es que se acabaran los asaltos a tiros a las sedes de las Panteras, pero se complementaron con un programa extensivo de infiltraciones para favorecer los enfrentamientos internos en el partido. Como resultado de estos conflictos y de la persecución policial, Stokely Carmichael y Eldridge Cleaver decidieron exiliarse. El primero se instaló hasta su muerte en Ghana, bajo la protección del líder panafricanista Kwame Nkrumah. El segundo se retiró a Argelia, desde donde, con los infiltrados del FBI como única fuente de información, acusó repetidamente de reformistas a Bobby Seale y Huey P. Newton, asegurando que la situación en Estados Unidos estaba madura para la revolución armada.
En los años setenta, a pesar de que Elaine Brown sustituye a Seale y Newton en la dirección del partido y la línea política se centra cada vez más en los programas sociales, siguen los asesinatos, como el de George Jackson en la prisión de San Quintín, y se producen cada vez más escisiones. Entre 1972 y 1973 las Panteras Negras dan un giro a su política y se centran en la política electoral local presentando a Bobby Seale y Elaine Brown a la alcaldía de Oakland. Para pasmo del partido demócrata, Seale queda segundo entre seis candidatos. A partir de este momento y hasta los años ochenta las Panteras irían desvaneciéndose entre la atonía de la política local, los sucesivos encarcelamientos y las muertes violentas de sus miembros, como Huey P. Newton que muere asesinado por un traficante de drogas en 1989. A pesar de este anticlímax final, que comparten con muchos otros movimientos de izquierda de los años sesenta, el mito de las Panteras Negras ha ido creciendo durante años y su rastro se deja sentir desde las banlieues parisinas hasta el hip hop underground. Años despues, Bobby Seale resumiría así las causas del éxito y de la derrota de las Panteras Negras: "Nos cayeron encima porque habíamos puesto en marcha una revolución verdadera, desde la base, para la gente normal. Teníamos un programa articulado y habíamos hecho coaliciones en las que cruzábamos las líneas de separación racial".
:: Fuente: LDNM
Programa de 10 puntos
En 1967, las Panteras Negras irrumpieron en la escena política estadounidense con un programa de diez puntos en el que resumían su ideario político:1. Queremos la libertad, queremos poder para determinar el destino de
nuestra comunidad negra.
2. Queremos pleno empleo para nuestro pueblo.
3. Queremos que se acabe la rapiña de nuestra comunidad negra por parte del hombre blanco.
4. Queremos viviendas decentes, adaptadas al ser humano.
5. Queremos para nuestro pueblo una educación que muestre la
verdadera naturaleza de esta sociedad americana decadente.
Queremos una educación que enseñe nuestra verdadera historia y
nuestro papel en la sociedad actual.
6. Queremos sanidad gratuita para todas las personas negras y la gente oprimida.
7. Queremos que todos los hombres negros quedemos exentos del servicio militar.
8. Queremos el fin inmediato de la BRUTALIDAD POLICIAL y del ASESINATO de la gente negra.
9. Queremos la libertad para todos los hombres negros detenidos en las
prisiones y en las cárceles federales, estatales, de condado y municipales.
10. Queremos que toda la gente negra procesada sea juzgada en
tribunales paritarios o por miembros de la comunidad negra, como está
previsto en la Constitución de Estados Unidos.
Queremos tierra, pan, vivienda, educación, vestido, justicia y paz.
:: Fuente:LDNM

PIQUETERAS Y TECNOLOGIA:EL SINUOSO CAMINO DE LA APROPIACION



Por Victoria Uranga - Posteado el Julio 28th, 2009

Este estudio fue presentado en el IX Congreso Argentino de Antropología Social “Fronteras de la Antropología" el 2008 donde las autoras escriben. Género y tecnología es una alianza difícil de lograr, motivo por el cual en presente trabajo indaga acerca de las posibilidades de apropiación de las TICs( tecnologías de la información y comunicación social) por parte de mujeres de sectores populares, como son las mujeres que participan del movimiento de trabajadores desocupados, las llamadas mujeres piqueteras. Cómo funcionan las representaciones que constituyen el imaginario popular femenino en relación a las TICs, son algunas de sus preguntas guía. Además de la función del “habitus”, el “capital simbólico” , de las necesidades y demandas de la mujeres en relación a la tecnología.
Desde hace algunas décadas, las organizaciones y redes sociales están íntimamente vinculadas al desarrollo de redes físicas y de recursos comunicativos. El desarrollo de las tecnologías de la información y comunicación social –TICs- y la creación de redes de comunicación, de intereses específicos, son fundamentales para el desarrollo de las redes de movimientos sociales.
Las TICs representan el más novedoso territorio de lucha y disputa en las sociedades contemporáneas. Las organizaciones y redes sociales utilizan las posibilidades que ofrecen las redes tecnológicas para fortalecer sus estrategias de construcción de un modelo social alternativo al dominante. Actualmente muchas redes de movimientos sociales y culturales están surgiendo estimuladas por las TICs, tal es el caso de algunas organizaciones de desocupados/as
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23 DE DICIEMBRE:CHARLA-DEBATE SOBRE "TEORIA QUEER Y MINORIAS SEXUALES"


DEL PACIFISMO AL PUÑO CERRADO:LA LUCHA POR LOS DERECHOS CIVILES


Sam Robson EN LUCHA

A veces una imagen dice más que mil palabras: Ciudad de México, 16 de octubre de 1968, Tommy Smith y John Carlos suben descalzos al podio olímpico y levantan sus puños en alto. Esta imagen se conviertió en el símbolo del orgullo y el coraje del movimiento Black Power. Esta consigna fue lanzada por primera vez por Kwame Ture (entonces Stokely Carmichael) del SNCC (Coordinadora Estudiantil No Violento) en 1966, cuando se dirigió a una manifestación de manera impactante: “He estado detenido 27 veces. Cada juzgado en Mississppi debería ser quemado para eliminar la suciedad. Yo no voy a la cárcel ni una vez más!”. Levantó el puño y gritó “Black Power” cinco veces, y la multitud gritó con él.

Entre 1964 y 1968, en casi cada ciudad del Norte y en California hubo disturbios, o más bien sublevaciones. En 1965, en el gueto de Watts (Los Ángeles) tuvieron que desplegar 15.000 efectivos de la Guardia Nacional y policías armados para recuperar el control de la zona. Detuvieron a 4.000 personas y 34 personas murieron en los enfrentamientos. En 1966 hubo 38 disturbios. El año siguiente, 128, el más importante el de Detroit que dejó 41 muertos, 347 heridos, 3.800 detenidos y 1.300 edificios reducidos a escombros. Sólo en los primeros 6 meses de 1968 hubo 138 disturbios. En medio de esta tromba de protestas, Huey P Newton, David Hilliard y Bobby Seale, tres estudiantes de Oakland, California, crearon The Black Panther Party for Self Defence (Panteras Negras). Su crecimiento fue espectacular desde su fundación en octubre de 1966. Elaboraron un programa de diez puntos que expresaban sus ideas. Reivindicaron justicia y libertad para la gente negra, el fin de la rapiña de su comunidad “por el hombre blanco”, el fin inmediato a la brutalidad policial que sufrían y reclamaron que se liberaran a todos los “hombres negros detenidos en las prisiones”. Pero era mucho más que un manifiesto nacionalista negro. Las Panteras incluyeron reivindicaciones como “una educación que muestre la verdadera naturaleza de esta sociedad americana decadente” o la sanidad gratuita para los negros y toda la gente oprimida, además de viviendas decentes y el pleno empleo. En sus propias palabras: “Queremos tierra, pan, vivienda, educación, vestido, justicia y paz. ¡Todo el poder para el pueblo!”.

El compromiso de Las Panteras no se quedó sólo en el papel. Newton sabía que todos los ciudadanos tenían derecho a llevar armas y empezaron a reclutar a jóvenes, hombres y mujeres para “patrullar a la policía”. Llevaron uniforme de pantalones negros, camisa azul y chaqueta de cuero negro. Después de ver una película sobre la resistencia francesa contra los nazis, Seal añadió una boina negra. Además, en 1970 se formó el Black Liberation Army (Ejercito de la Liberación Negra) que llevó a cabo asesinatos de policías, fugas de cárcel y robos (“expropiaciones”) para recaudar fondos.

Negros con escopetas

El Gobierno del Estado de California reaccionó ante la audacia de Las Panteras y propuso en 1967 prohibir llevar armas cargadas. Ante esto, Las Panteras llevaron su lucha a la capital californiana. Seal, en sus memorias, recordó: “Cruzamos el puente hacia Sacramento. Había 30 hermanos y hermanas y 20 llevaban armas. Mucha gente nos miraba. Mucha gente blanca estaba muy asustada, mirándonos fijamente y sé lo que decían. ‘¿Quién demonios son esos negros con armas?’”. Al llegar a la Asamblea, avanzaron hacia la puerta y el entonces gobernador Ronald Reagan, que estaba fuera en el césped, echó a correr nada más verlos. Entraron dentro, interrumpiendo el debate. Los diputados se tiraron al suelo entre gritos y, mientras los vigilantes de seguridad intentaban detener a los manifestantes, un periodista les preguntó: “¿Quiénes sois?”. El joven Bobby Hutton, con sólo 16 años respondió: “Somos Las Panteras Negras. Somos negros con escopetas. ¿Y qué?”. La protesta tuvo tanto impacto que pasaron de ser un grupo pequeño de 50 activistas, a convertirse en los siguientes meses en un partido de 5.000 militantes y, a finales de 1968, su periódico, “La Pantera Negra”, tenía una tirada de 250.000.

Uno de estos nuevos afiliados, Eldridge Cleaver, siguiendo las ideas de Franz Fanon, teorizó una orientación hacia lo que llamó el “proletariado necio” o “hermanos del barrio”. Estos empobrecidos, sin nada que perder serían los más abiertos a las ideas revolucionarias. Así que además de sus patrullas, que redujeron significativamente la violencia de la policía, a partir de 1968 lanzaron numerosos proyectos comunitarios con el fin de aliviar la pobreza, garantizar la asistencia sanitaria y, en general, mejorar la calidad de vida del pueblo negro. Entre sus “Programas de supervivencia” el más conocido era el “Free Breakfast For Children” (desayuno gratis para niños) que se extendió por todo el país, alimentado hasta 250.000 niños diariamente. También abrieron centros de salud, distribuyeron ropa, dieron clases de política, economía y defensa personal, y gestionaron clínicas de rehabilitación de drogas y alcohol.

Incluso entraron en el mundo electoral, siendo Cleaver el candidato presidencial del Peace and Freedom Party (Partido de la Paz y la Libertad) en 1968. En 1973 se presentó a las elecciones de la Alcaldía de Oakland y conseguió un 40% de los votos. A partir de 1974, con Elaine Brown liderando Las Panteras, participaron en varias campañas electorales, a veces apoyando a otros candidatos, como Lionel Wilson, elegido primer alcalde negro de Oakland en 1977.

Gracias a este trabajo social, Las Panteras ganaron mucho prestigio y se diferenciaron de otros nacionalistas negros. Se proclamaron revolucionarios marxistas, identificando el capitalismo como la raíz de los problemas del mundo y reconociendo la posibilidad de luchar junto con cualquier grupo que declarara su oposición al sistema. Este discurso encajó con una radicalización general que les facilitó la posibilidad de exponer vínculos entre varios aspectos del capitalismo. En 1967 en Nueva York 100.000 personas se manifestaron contra la guerra de Vietnam. Los negros suponían el 13,5% de todas las tropas del ejército, pero sólo un 3,4% de los oficiales, mientras el 22,4% de las bajas eran negros.

También explotaron los movimientos de las mujeres y de los gays y lesbianas. Es cierto que existían opiniones tanto sexistas como homófobas entre los activistas de la lucha por los derechos civiles negros, y, a veces, dio la impresión que era un movimiento machista. Pero esta hostilidad hacia el movimiento gay y el feminista se superó gracias a la perspectiva de buscar alianzas entre todos los oprimidos. A ello contribuyó también que, en 1969, el Frente de Liberación Gay, surgido de los disturbios de Stonewall del mismo año, aprobara un donativo a Las Panteras. Al año siguiente, Newton hizo público una carta abierta pionera en la que decía: “[...] en los últimos años han surgido movimientos fuertes de mujeres y homosexuales reclamando su liberación [...]. Debemos intentar unirnos con ellos de manera revolucionaria [...]. Sabemos que la homosexualidad existe y lo entendemos en su forma más pura: es decir, que una persona debería tener la libertad de usar su cuerpo como quiera [...]. El Frente de Liberación de las Mujeres y el Frente de Liberación Gay son nuestros amigos, nuestros potenciales aliados y necesitamos tantos aliados como sean posibles.”

Pero quizá más sorprendente aún, dado la caricatura de Las Panteras que se ha difundido, sea el hecho que también buscaron alianzas con radicales blancos, por ejemplo, el SFDS (Estudiantes Por Una Sociedad Democrática) y PFP (Partido Por La Paz y Libertad). Mantuvieron su postura de afiliar solamente a negros, pero más por su convicción de que los grupos oprimidos tenían que colaborar, ya habiéndose organizado ellos mismos, que por hostilidad hacia blancos. Su discurso contra el sectarismo hacia los blancos representó un avance importante respecto a otros activistas por los derechos de los negros, por ejemplo Malcolm X, quien hasta muy poco antes de su muerte sostuvo que los blancos no tenían ningún papel en la lucha anti-racista.

Pacifismo y coraje

La postura tan contundente de Las Panteras fue producto de lo que muchos de su generación vieron como el fracaso de luchas anteriores. En muchos sitios victorias contra la discriminación legal no conllevaron mejoras en la vida cotidiana. En las ciudades del norte, donde formalmente los negros tenían los mismos derechos civiles que el resto de la población, siguieron viviendo en guetos, ocupando los peores trabajos, cobrando menos que los blancos y teniendo una tasa de paro de un tercio de la población negra en los años 60. En 1965, cuando Martin Luther King fue a Watts después de la sublevación, fue abucheado por muchos jóvenes cansados ya de su mensaje: “Igualaremos vuestra capacidad de infligir sufrimiento con nuestra capacidad de aguantarlo. Os desgastaremos con nuestra capacidad de sufrir”. Malcom X entendió los sentimientos de miles de negros cuando declaró, en referencia a las sit-in (sentadas) campañas: “Cualquiera puede sentarse. Un cobarde puede sentarse. Pero exige a un hombre ponerse de pie”.

Pero lo cierto es que, en el contexto de Mississippi en 1955, incluso los que hicieron la protesta más pacífica no eran cobardes. Si consideramos que, en los nueve meses anteriores al famoso boicot de autobuses iniciado por Rosa Parks, sólo en el Estado de Mississippi hubo 8 personas que sufrieron linchamientos impunes, nos haremos una idea del miedo y la violencia existente. En ese contexto, una campaña de negros armados habría significado un suicido colectivo. A pesar de esto, empezaron a reclamar justicia, entendiendo que había mucha verdad en las palabras de Martin Luther King en Birmingham, Alabama: “algunos de nosotros que estamos aquí hoy, no volveremos vivos de esta campaña”. Birmingham era el baluarte de la segragación. Su gobernador Eugene “Bull” (Toro) Connor, tenía colgado en su despacho un bate manchado de sangre de un trabajador a quien había dejado paralítico durante una huelga en 1937. King y su SCLC (Asociación de Cristianos del Sur) tenían como objetivo integrar la ciudad. El 2 de mayo hubo una manifestación, principalmente de estudiantes, que la policía machacó. Esa noche, King pasó de iglesia en iglesia, algunas con aforos de 3.000 personas, animando a la gente a luchar. Recriminó aquellos que querían abandonar la campaña: “estoy harto de ver a pastores con casas grandes y conduciendo coches grandes, sin preocuparse por los problemas de los que hacen posible que tengan estas cosas”. Al día siguiente, salió una fila de 50 jóvenes de la Iglesia Bautista de la 16th Street con la intención de llegar al centro de la ciudad. La policía los detuvo a todos. Tras ellos salió una segunda fila, también arrestados todos; después otra, hasta que hubieron detenido a mil jóvenes, algunos con sólo 6 años. Ese día arrestaron a 6.500 personas y tenían que usar autobuses escolares para llevarlas a la cárcel. Para el 10 de mayo cada celda en Alabama estaba ocupada, el Estado se rindió y el dique se rompió. En las siguientes seis semanas hubo 758 manifestaciones y 15.000 personas fueron detenidas en 186 ciudades. Un sondeo publicado por la revista Newsweek reveló que la mayoría de los negros estaban dispuestos a luchar para ganar sus derechos.

Un 80% de blancos y un 60% de blancos del sur pensaban que la población negra sufría injusticia y merecía sus derechos civiles. Esta campaña muestra el coraje de su lucha, a pesar de su estrategia no violenta, y que fue un movimiento de masas capaz de conseguir la unidad de negros y blancos y además conseguir victorias reales. Paradójicamente, la aprobación de la legislación pro derechos civiles en 1963, su gran meta, expuso sus limitaciones – la dificultad de convertir la igualdad formal en cambios tangibles, sobre todo a nivel económico, algo prácticamente imposible con la táctica de manifestaciones pacíficas, basadas en dividir a la clase dirigente del Norte y Sur, la cual cerró filas ante la perspectiva de luchas económicas.

Capitalismo y las raíces del racismo

De ahí los abucheos de frustración a King en Watts dos años más tarde. No obstante, esto fue algo que reconoció King, mudándonse con su familia a Chicago para liderar campañas en el Norte. En 1965, habló en contra de la guerra de Vietnam, siendo uno de los primeros en hacerlo. Empezó a vincular la guerra con el racismo y otros aspectos de la sociedad y comenzó a desarrollar un análisis más profundo del racismo. King siempre había buscado la unidad entre blancos y negros y nunca culpó a la población blanca. En 1967 publicó el libro ¿A donde vamos desde aquí? en el que argumentó que “la base de la esclavitud en América fue principalmente económica [...]. Con el desarrollo de este comercio, tenían que convencerse de que un sistema tan lucrativo era justificable moralmente. Así nació la doctrina de la supremacía blanca”. Identificando así las raíces del racismo en el nacimiento del capitalismo, conduce a unas conclusiones lógicas. Si el racismo fue creado por circunstancias especificas, se podía deshacer exponiendo y minando éstas, y la manera de conseguirlo era forjando la unidad entre pobres blancos y negros. En sus palabras “hay, de hecho, más americanos pobres blancos que negros. Necesitan una guerra contra la pobreza tanto como los negros. En el sur han sido engañados por los prejuicios raciales. Irónicamente, con esta postura lucharon no solamente contra el negro sino contra ellos mismos [...]. La supremacía blanca puede alimentar sus egos pero no sus estómagos”. Así, King abrió lo que llamó “fase 2” de la lucha, que tendría que dirigirse hacia la justicia económica. “El coste práctico del cambio hasta ahora ha sido barato. El coste real queda por pagar”.

A finales de 1967 reclamó la “reestructuración total de la sociedad americana” porque “algún día tenemos que preguntarnos por qué hay 40 millones de pobres en América. Cuando haces esa pregunta estás cuestionando el sistema económico capitalista [...]. Eso significa entender que los problemas de racismo, explotación económica y guerra están vinculados”. La puesta en práctica de este análisis fue la “Campaña de los Pobres” en 1968 con el fin de movilizar un “ejercito multirracial de pobres” que invadiría Washington DC y mantendría acciones de desobediencia civil hasta que el gobierno aprobara una ley de Derechos De Los Pobres. No fue casualidad que en abril de ese año asesinaran a King cuando asistió a un acto de trabajadores sanitarios en Memphis, como parte de esta campaña llamada “insurrección” por la revista Readers Digest. Irónicamente, su asesinato provocó disturbios en más de 100 ciudades.

Más o menos al mismo tiempo, Malcolm X iba sacando conclusiones parecidas. En 1964 rompió con La Nación de Islam, liderada por “el profeta” Elijah Muhammad, al que calificó como “sectario e inhibido”. Siguió defendiendo la necesidad de una organización separada para negros, pero en 1965, el año de su asesinato, añadió: “Trabajaremos con cualquiera, no importa su color, con tal de que realmente quiera poner fin a la injusticia que sufre la gente negra”. Además, mientras mantenía sus críticas hacia el pacifismo, se declaró “dispuesto a participar en luchas locales en el sur y otros sitios porque cada campaña por objetivos específicos aumenta la consciencia política de los negros”. Y, quizá más importante, empezó a desarrollar la idea de que el racismo era un problema sistémico: “Es incorrecto clasificar la revuelta del negro como un simple conflicto entre negro y blanco. Más bien, lo que vemos es una rebelión global de los oprimidos contra los opresores, de los explotados contra los explotadores”. Según Malcolm X, los blancos que no tenían el racismo en su ideología solían ser socialistas, mientras insistió: “Enseñame un capitalista y te enseñaré una sanguijuela”.

Ni King ni Malcom X estaban a punto de convertirse en socialistas revolucionarios, pero los intentos repetidos, tanto desde la derecha como desde la izquierda de pintar a King como un colaborador con el sistema, nos obliga a formar un análisis más matizado, situando en su contexto tanto a él como a Malcolm X y Las Panteras para poder apreciar el papel de cada uno. De esta manera, vemos que la lucha anti racista de los años 50 y 60 fue un proceso durante el cual, según lugar y contexto, surgieron distintos tipos de movimientos y organizaciones. Cada una aprendió de las anteriores, de sus propias experiencias y de los cambios en las circunstancias.

La ilusiva arma clave

Así, se identifica una cierta convergencia entre diferentes facetas del movimiento a mediados de los 60, en base a la necesidad de la unión con los blancos y de buscar nuevas estrategias para avanzar en la lucha. Respecto a esta lucha, se puede decir también, aunque parezca mentira, que tanto King como Malcolm X y Las Panteras sufrieron una misma carencia. Todos lograron victorias importantes, pero cuando el Estado les atacó frontalmente, no tuvieron lo necesario para enfrentarse a él con éxito. King, aunque por sus convicciones religiosas estaba siempre opuesto al materialismo del socialismo y del marxismo, estaba apostando por una estrategia basada en una alianza entre blancos y negros pobres, y liberales. En esta lucha, tenían un papel central los trabajadores organizados y los sindicatos. La bala que robó a King su vida, a nosotros nos quitó la posibilidad de saber donde habría llegado esta bordada. Pero tenía un potencial claro, si consideramos que las trabajadoras y trabajadores unidos en los lugares de trabajo es donde más fuerza tienen, dado su capacidad de parar el flujo de beneficios del que depende el sistema.

Malcolm X, pese a los cambios en su estrategia, afirmó poco antes de su muerte que “no ha existido nunca una buena relación entre la clase obrera negra y blanca […]. Uno de los errores de los negros ha sido esta idea de solidaridad obrera. No hay tal cosa – ni funcionó en Rusia”. Se puede entender esta actitud, dado el racismo virulento entre sectores blancos, la destrucción de las organizaciones de la clase obrera y la izquierda durante el “McCartismo” y varios episodios vergonzosos en su historia anterior. Basta citar a Victor Berger, el primer delegado del Partido Socialista en el Congreso, quien en 1902 calificó a los negros como “una raza inferior”. Según James P Cannon, después de la revolución rusa en 1917, los bolcheviques se sintieron obligados en el Comintern a “insistir que los comunistas americanos se libraran de sus tácitos prejuicios y que prestaran atención a los problemas especiales de los negros”. Pero es simplemente falso decir que la solidaridad nunca ha existido. Entre 1909 y 1924 el IWW (Trabajadores Industriales del Mundo) afilió a un millón de personas, 100.000 de ellos negros, quines lucharon junto con afiliados blancos.

Las Panteras sí se dirigieron hacia los trabajadores y hubo intentos de aliarse con los RUM (Movimientos Sindicales Revolucionarios) de Detroit, unidos en la LRBW (Liga de Trabajadores Negros Revolucionarios). Pero por su orientación hacia el proletario necio, la dirección pasó por alto la clase obrera organizada viéndola como “esclavizada”. Luke Tripp, el liberado en Detroit, crítico con esta perspectiva, intentó enfoncar Las Panteras a los trabajadores organizados por “su capacidad de interrumpir la producción industrial” que les dio un poder que no tenían los jóvenes necios. En 1969 Tripp fue expulsado y Newton llegó a proclamar: “Estamos explotados no solamente por la clase dirigente, estamos oprimidos incluso por la clase obrera”. Esto les privó de un arma potencialmente decisiva cuando el gobierno lanzó una ola de violencia y espionaje contra Las Panteras, y se quedaron sin más remedio que entablar batalla contra el Estado más poderoso del mundo. Fueron asesinados 27 de sus militantes, incluyendo Fred Hampton, líder de la organización en Chicago, y 749 encarcelados o detenidos, mientras la CIA llevaba a cabo una campaña sucia, fomentando divisiones internas y, a veces, violencia mortal entre los afiliados. En 1968 Cleaver huyó al exilio. Seal fue detenido, atado, amordazado y procesado. En 1969 Hilliard fue detenido después de declarar: “Richard Nixon es un hijoputa.Vamos a matar a Nixon y cualquier hijoputa que nos niegue la libertad”. Newton también fue detenido, después de una reyerta que dejó un policía muerto y en el que, ya desarmado, fue disparado en el estómago. Hubo una campaña muy amplia en su defensa, implicándose hasta famosos como Jane Fonda. Pero, a pesar de esto y de la valoración de Hoover, jefe del FBI, de Las Panteras como “la mayor amenaza a la seguridad interna del país”, no podían competir militarmente con el gobierno. El partido, tan valiente y inspirador incluso hasta hoy en día, entró en un declive terminal.

Una fría noche de enero en Oakland, California, dos policías abordan a Oscar Grant, negro de 22 años, en el andén del metro. Uno de ellos derriba al joven con un puñetazo. El segundo le pone boca abajo en el suelo y le mata a tiros. El año no es 1969, sino 2009. Está claro que queda mucho por hacer. Como dijo King, “la única posibilidad que tenemos es nuestra capacidad de recuperar el espíritu revolucionario y salir al mundo, reclamando oposición eterna a la pobreza, militarismo y racismo. Con este poderoso compromiso podemos desafiar el estatus quo y toda su injusticia”.