La crisis económica está dejando consecuencias desastrosas. Además del aumento desenfrenado del paro, la precariedad laboral y los crecientes desalojos, el gobierno del PSOE está recortando las pensiones y los derechos laborales aún más, al tiempo que privatiza los servicios públicos. Sin embargo, no es la única crisis a la que nos enfrentamos. Está la crisis ecológica, con el calentamiento global al frente, sin olvidar la contaminación de ríos y suelos, la deforestación, etc. Además de la crisis alimentaria, que condena a más de 800 millones de personas al hambre y la desnutrición, mientras en la bolsa se especula con las cosechas futuras.
Todas estas crisis tienen un origen común: la dinámica del sistema económico imperante. El capitalismo se basa en la búsqueda de beneficios económicos a corto plazo y en constante crecimiento. Debido a su lógica de competencia y explotación, tiene la necesidad de extenderse a costa de las condiciones de vida de la clase trabajadora y la explotación del medio ambiente. Así, las necesidades humanas o bien son mercantilizadas o pasan a un segundo plano. El medio natural se convierte en fuente de mercancías y vertedero de residuos. La competición entre capitalistas por el control de los recursos y los mercados les lleva a lanzar guerras constantemente.
Hay que desafiar al capitalismo en todas sus manifestaciones : el neoliberalismo, la guerra, el racismo, la opresión de las mujeres, la homofobia, la opresión nacional y la degradación del medio ambiente.Luchamos por las reformas, pero éstas no son suficientes. Creemos que la única vía para conseguir una sociedad igualitaria y democrática es a través de una revolución desde la base que acabe con el sistema actual y permita la autoemancipación de la clase trabajadora. Por ello, es necesaria la existencia de una organización revolucionaria que agrupe los y las activistas que vean necesario no sólo luchar contra los ataques neoliberales, sino que también apuesten por la superación revolucionaria del capitalismo.Hoy en día, la prioridad en la lucha contra el capitalismo es fortalecer las resistencias a las agresiones del sistema, evitar que la crisis la paguemos los y las de siempre. Sin embargo, si bien es necesario participar en luchas concretas, también lo es hacerlo coordinados y en constante debate entre los que compartimos una perspectiva que aspire a cambiar el sistema desde la base. La capacidad de actuar unitariamente marcará el éxito o el fracaso de los movimientos sociales y de la clase trabajadora en general.
Vivimos un contexto en el que la necesidad de una nueva izquierda combativa es cada vez más urgente. Debemos batallar contra las ideas dominantes allí donde éstas se expresen: en las calles, en los puestos de trabajo, en las universidades ... pero también en el escenario político. Para la izquierda anticapitalista y revolucionaria ha llegado el momento de la construcción de una organización política.
Debemos comprometernos en la construcción de una organización capaz de aglutinar a sectores que llevamos años trabajando juntos y servir de altavoz para que las ideas compartidas por los movimientos sociales lleguen a las miles de personas que no confían en el capitalismo, pero que no han encontrado todavía una alternativa creíble.
No podemos dejar que el miedo y la rabia sean la única respuesta social a los efectos de la crisis. Debemos impulsar las luchas donde se den, y al mismo tiempo construir una alternativa. Pero una alternativa es algo que no se puede construir individualmente. Es por ello que debemos organizarnos y superar la división que promueven las clases dominantes para evitar el estallido social. Esta es la única manera de luchar efectivamente contra el sistema.
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