domingo, 22 de noviembre de 2009

RESISTIR,OCUPAR, LUCHAR


Ocupar para vencer, un nuevo espíritu de lucha
LA HIEDRA Oct 2009

Por Manel Ros,
Manel Ros explica cómo con la crisis económica se pueden radicalizar los métodos de lucha de los y las trabajadoras en forma de ocupaciones y cómo estas acciones pueden llegar a extenderse a través de la solidaridad y la coordinación.
La clase trabajadora a nivel internacional se está enfrentando cada día a los efectos de la crisis: despidos, paro o el chantaje que supone aceptar peores condiciones de trabajo a cambio de poder trabajar. Aunque todavía nos encontramos lejos de un alto nivel de combatividad, sí que podemos afirmar que hay signos que nos indican que es más que posible que nos encontremos delante de un otoño bien caliente.
La propia patronal española, la CEOE, también lo prevé. En su último informe sobre la situación socioeconómica habla de un “significativo incremento” de la conflictividad laboral. Ésta ha afectado al 56 ‘30% de las plantillas los seis primeros meses del año y prevé un aumento de ésta después del verano. La revisión de muchos convenios colectivos y su incumplimiento por parte de las empresas puede devenir en un incremento importante de las luchas.
En éste momento la tónica dominante dentro de los sindicatos y la clase trabajadora en general es la de pensar que ante una amenaza de despido lo mejor es coger el dinero que te ofrece la empresa —cada vez menos— y correr cada uno por su lado. O sino tragarse el chantaje patronal y aceptar las condiciones que impone la empresa bajo la amenaza de perder el puesto de trabajo. Eso sin duda va limando cada vez más la confianza de los y las trabajadoras en sus propias posibilidades de lucha. Sin embargo, aunque de forma espontánea y aislada, pequeñas luchas están mostrando cómo es posible resistir.
Y es que en situaciones radicales como ésta son necesarias formas de lucha radicales. Y eso lo están entendiendo muy bien los y las trabajadoras. Históricamente, una de estas formas de lucha ha sido la ocupación o el bloqueo de los puestos de trabajo. Allí se muestra el conflicto claramente entre capital y trabajo. Como decía Trotski: “La ocupación temporal de empresas golpea al ídolo, la propiedad capitalista. Toda (...) ocupación plantea en la práctica la cuestión de saber quién es el amo de la fábrica: los capitalistas o los trabajadores”.
Hace falta tener claro que eso no significa una ofensiva por parte de la clase trabajadora, pero sí es necesario reconocer un cambio de tendencia y sobre todo generalizar las luchas que han supuesto un modelo de radicalización y de organización.
Extender el ejemplo
La primera tarea de cualquier persona comprometida en la lucha contra los efectos de la crisis es apoyar activamente todas las luchas que surjan, sobre todo en el caso de las ocupaciones de fábricas. Extender la solidaridad, aunque a veces puede parecer que no cambie nada, es clave ya que da confianza a aquéllos y aquéllas que luchan y les hace ver que no están solas. Al mismo tiempo si somos trabajadores y trabajadoras es necesario implicarse en los procesos de lucha para que la resistencia tome formas combativas y radicales. Si eso no pasa, los elementos más regresivos en el movimiento obrero tomarán la palabra y arrastrarán las luchas a los despachos y hacia el pesimismo. Pero al mismo tiempo también es necesario extraer algunas lecciones de lo que ha pasado y de lo que está pasando.
Las revueltas y ocupaciones que tienen éxito pueden ser contagiosas y expandirse. La victoria de una lucha importante demuestra en la práctica que los años de derrotas se puede vencer y superar. El año pasado presenciamos a lo largo del Estado español, pero sobre todo en Barcelona, una larga lista de facultades ocupadas contra el Plan Bolonia. Aunque lo ideal hubiera sido ocupar los despachos donde se gestiona la universidad con el fin de impedir su funcionamiento, las ocupaciones mostraron a muchos y muchas trabajadoras un método —el de la ocupación— y una práctica —el de la democracia directa desde la base— que si todavía no se ha generalizado lo podría hacer en cualquier momento. La masiva muestra de solidaridad que consiguieron los y las estudiantes desalojados del Rectorado de la UB a raíz de la represión policial es algo que no se puede borrar de la memoria colectiva y que puede servir de ejemplo a seguir a medida que más y más trabajadores y trabajadoras empiecen a utilizar este método para hacer frente a la crisis.
Un ejemplo claro de cómo se podría extender eso es la empresa Visteon. Visteon es una empresa con sede en varios países que produce complementos para coches, por ejemplo para Nissan. Los y las trabajadoras de Visteon de Igualada, Barcelona, bloquearon la entrada de la fábrica al verse amenazados por un Expediente de Regulación de Empleo (ERE). Pero lo que es interesante de la historia, es que los y las trabajadoras de Visteon Igualada se inspiraron en la ocupación de sus compañeros y compañeras en Inglaterra e Irlanda. Los y las trabajadoras de Visteon de allí llevaron a cabo una lucha a través de la ocupación de la fábrica que acabó en victoria y que mostró el camino a seguir si se quiere hacer frente a los abusos de la empresa.
Pero no es el único ejemplo. En Miranda del Ebro, Burgos, los y las trabajadoras de Rottneros, una papelera, decidieron ocupar la fábrica para reclamar su derecho a trabajar. En Alcalà de Guadaria, Sevilla, los y las trabajadoras de la fábrica Roca, bloquearon la puerta de la planta impidiendo la entrada y la salida de camiones para luchar contra el ERE que supone el despido del 50% de la plantilla. En Bucarest, Rumania, mil trabajadores y trabajadoras ocuparon la fábrica de helicópteros IAR Ghimbav para protestar contra los despidos que conllevará la privatización de la empresa y exigieron aumentos salariales. Los trabajadores y trabajadoras declararon que estaban “decididos a quedarnos dentro de la fábrica con los brazos cruzados por tiempo indefinido”. Incluso en Pontonx-sur-l’Adour, Francia, los trabajadoras y trabajadoras de Sony secuestraron a los directivos, bloqueando con tres camiones el acceso a la planta.
Y no es casualidad que la táctica de la ocupación vuelva a aparecer en momentos como éste. Esta táctica pasó a un primer plano durante la última Gran Depresión en los años 30. Fue en aquella época, ante los ataques de la clase dirigente y las condiciones de vida de los y las trabajadoras, que la ocupación pasó a ser una herramienta de lucha importante. La lucha ejemplar fue la de los trabajadores norteamericanos de General Motors en la ciudad de Flint. Esta lucha, que sirvió de ejemplo para que se extendieran las ocupaciones de fábricas, se acabó ganando después de una larga batalla. Los y las trabajadoras formaron barricadas en las entradas para impedir la entrada en la fábrica y organizaron un método para echar a la policía a través de la colocación de pistolas de pintura en los alrededores de la planta. La asamblea era el órgano decisorio absoluto, pero al mismo tiempo existían comités que se encargaban de gestionar —siempre bajo el control de la asamblea— la comida, la entrada y salida de la fábrica o las negociaciones.Pero las ocupaciones no pasan de forma puramente espontánea. Es cierto que la espontaneidad tiene un papel a jugar, pero la preparación de las ocupaciones y una buena táctica para que éstas funcionen también son necesarias. Un ejemplo claro de esto son las ocupaciones que han llevado a cabo los miembros del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT). Aunque éstas no han sido ocupaciones de puestos de trabajo si que han dado problemas a la policía y a la administración andaluza. En los últimos meses han ocupado varias sucursales bancarias, oficinas de empleo, las vías del AVE, el aeropuerto de Málaga o los estudios de la televisión andaluza de Canal Sur. Muchas de estas acciones no hubieran sido posibles sin una organización previa y sin la solidaridad de muchas personas, que más allá del sindicato, apoyaban estas acciones. La planificación de las acciones ha sido clave, con tácticas para despistar a la policía y hacerles ir donde no habría ninguna acción, mientras que el resto de personas se dirigían hacia donde tendría lugar la ocupación real, como fue el caso de los estudios de Canal Sur. Estas acciones no hubieran tenido lugar sin una planificación y una táctica concreta de como llevarlas a la práctica. Pero tampoco hubieran tenido ningún efecto sin la participación de activistas de base, tanto del sindicato como de no afiliados.
Estas ocupaciones, como la de Visteon o la del SAT, están poniendo sobre la mesa cuestiones políticas muy importantes, que van más allá de las puramente económicas. Todas estas ocupaciones se basan en el hecho que los y las trabajadoras rehúsan aceptar que la clase trabajadora es la que tiene que pagar la crisis. Las ocupaciones de puestos de trabajo no sólo muestran que existe la posibilidad de revelarse contra el chantaje de las empresas sino que muestran las contradicciones del sistema.
Tomar la iniciativa
Aunque muchas personas dentro de la izquierda radical no lo quieren aceptar, el liderazgo dentro de estas luchas es muy importante. Y cuando hablamos de liderazgo no nos referimos a tener un único líder ni nada autoritario, dónde una persona o varías mandan sobre las otras. Cuando hablamos de liderazgo hablamos de la iniciativa de un grupo de personas en sacar adelante una lucha y tomar la determinación de que es posible luchar y no aceptar simplemente lo que la empresa te ofrece. A veces, nos guste o no, una minoría de trabajadores o trabajadoras tiene que tomar esta iniciativa. No siempre es posible tener asambleas masivas con todos los y las trabajadoras para decidir una estrategia y votar democráticamente una ocupación. A veces un grupo más reducido de personas tiene que actuar. A veces es necesario que una minoría actúe para que la mayoría se dé cuenta del potencial de lucha que existe. El ejemplo más claro de esto fue la ocupación del Rectorado de la UB, pero también las acciones del SAT. A través de una acción decidida la idea es animar a los otros. No estamos diciendo que una lucha la pueda ganar una minoría. Y de hecho estas acciones tienen un peligro muy claro, que es el de quedar aisladas del resto de personas dispuestas a luchar. Las ocupaciones, sean de facultades o de puestos de trabajo, sólo podrán tener éxito si tienen el apoyo activo de la mayoría y si al mismo tiempo nuevos activistas se suman a la lucha.
Pero no hay ninguna ocupación que pueda mantenerse en el tiempo sin la solidaridad activa desde fuera. La solidaridad en este tipo de acciones es esencial y hace falta que los y las trabajadoras la busquen desde el primer día. Hasta una ocupación tan importante como la que se dio hace poco en la planta de Ssangyong en Corea del Sur, donde miles de trabajadores ocuparon la fábrica durante 77 días, no es una garantía de éxito. El estado, que sabía que la lucha no estaba recibiendo mucho apoyo desde el exterior, ni por parte del resto de sindicatos ni por parte de los movimientos de base, fue capaz de movilizar a miles de policías antidisturbios, helicópteros y matones de la empresa para acabar con la ocupación.
Pero no sólo la solidaridad es importante, conectar las luchas entre empresas también es algo necesario. Precisamente Visteon tiene entre sus principales clientes a Nissan, que también ha presentado un ERE para despedir a 581 trabajadores y trabajadoras de las plantas de la Zona Franca y Montcada i Reixac en Barcelona. Conectar las luchas entre los y las trabajadoras de Visteon y Nissan, como fue el caso entre sus compañeros y compañeras de Visteon y Ford en Inglaterra e Irlanda, hubiera sido un paso adelante importantísimo en la lucha.
Este otoño y durante el año que viene tendremos que cambiar el chip y entender que las luchas deben adoptar formas más radicales si queremos derrotar los efectos de la crisis. No podemos luchar durante el 2009 y el 2010 como lo hacíamos durante el 2007 o el 2008. Hoy en día en una situación de crisis hay que ir más allá, porque muchos trabajadores y trabajadoras estarán dispuestos a ir más allá.




El retorno de métodos radicalizados del movimiento obrero
CONTRACORRIENTE Por Fabio Graus
Detrás de las estadísticas, de las previsiones monetarias, y demás datos económicos que llenan las tertulias de las mañanas y las hojas de los periódicos, la crisis capitalista en la que estamos inmersos se está descubriendo como una verdadera tragedia para millones de trabajadores en todo el mundo. Políticos y economistas al servicio de la burguesía, hablan de “brotes verdes” o afirman que lo peor de la crisis ya quedó atrás. Que realidad tan distinta para los más de 253 millones de personas sin empleo como consecuencia de la crisis capitalista, o para los cientos de millones de trabajadores que conservan su puesto de trabajo, pero ven como sus condiciones laborales y en consecuencia, sus condiciones de vida se ven atacadas y mermadas dramáticamente.
En esta situación, donde la burguesía nos trata de hacer creer que la única salida es que los trabajadores paguemos las consecuencias de sus crisis, se han podido ver contundentes ejemplos de resistencia obrera, donde miles de trabajadores y trabajadoras, en distintos lugares del mundo, están volviendo a poner de actualidad los métodos clásicos de lucha y resistencia de la clase obrera, aquellos que fueron utilizados en distintas épocas y con los que se consiguieron muchas veces importantes conquistas para nuestra clase.
Algunos ejemplos de respuesta obrera a lo largo del mundo
Como hemos dicho anteriormente, no son pocas las medidas que los distintos gobiernos y burguesías están llevando adelante para que seamos la clase trabajadora la que pague las consecuencias de una crisis.
Lo ataques más directos se están sufriendo en el plano laboral, donde los despidos, el cierre de empresas, la renegociación de convenios y demás formas de ataque a los trabajadores, están a la orden del día en cientos de miles de empresas de todo el mundo. En muchas de ellas no hay ningún tipo de respuesta, y si lo hay las direcciones sindicales se encargan de que sea meramente folclórica, desviando la lucha a la menor oportunidad. Pero la extrema gravedad de la coyuntura social en la que nos encontramos también ha dado ejemplos de resistencia por parte de trabajadores y trabajadoras de todo el mundo, con métodos radicalizados y con una firme convicción de lo que es justo.
Un ejemplo de esto ha sido la fábrica automovilística surcoreana Ssangyong, donde el 21 de mayo, y tras un maniobra de la dirección de la compañía, que quiso declararse en quiebra y tener vía libre para aplicar un plan de restructuración que suponía el despido de un alto porcentaje de la plantilla, más de 1700 trabajadores se encerraron en la planta, resistiendo heroicamente con el apoyo de sus familias, compañeros y con el de gran parte de los trabajadores coreanos. Esto se pudo constatar por las en los actos de apoyo como los dos días de paros parciales convocados por la sección sindical metalúrgica en apoyo a sus compañeros en huelga.
Aparte del caso de Ssangyong podemos encontrar ejemplos de radicalización en la compañía metalúrgica china Jianlong Steel Holding Company donde fue asesinado a golpes el máximo responsable de la empresa durante unas protestas en contra de los despidos y prejubilaciones que iban a afectar a prácticamente la totalidad de la plantilla –más de 30000 trabajadores- , y después de que se conociera que el las pensiones de los prejubilados iba a ser un total de 20€ al mes, mientras que el sueldo de este ejecutivo ascendía a 309.000 euros al año.
No es preciso irnos tan lejos para encontrar ejemplos de radicalización de los métodos ante los ataques de la patronal. En la vecina Francia los trabajadores de la compañía New Fabris –empresa dedicada a la fabricación de piezas automovilísticas- amenazaron con volar la planta si nos se les pagaba unas importantes indemnizaciones. Otro importante ejemplo de lucha francés es el que llevaron a cabo los trabajadores de una de las plantas de Continental -empresa de neumáticos- donde fueron protagonistas del destrozo de oficinas de la subdelegación de gobierno francés en la localidad de Compiegne. También retuvieron durante dos días al dueño de la compañía Continental en Francia como medida de protesta contra el despido de cientos de compañeros. Estos actos estaban enmarcados en lo que fueron unas durísimas jornadas de lucha para los trabajadores de Continental, que incluyeron cortes de carretera y manifestaciones casi diarias.
Otro ejemplo importante de lucha es la que están viviendo actualmente los trabajadores de la fábrica argentina de productos alimenticios Kraft/Terrabusi. Las obreras hicieron cinco días de huelga pidiendo medidas de higiene contra la pandemia de la Gripe A en pleno invierno austral. Cuarenta y cinco días después despidieron a los dirigentes de la lucha y del Comité de Empresa. Hace ya más de dos semanas que la empresa está tomada por los trabajadores y sin producir. Es una dura pulseada entre la patronal, el Gobierno y la dirección del sindicato, por un lado; y los trabajadores de la empresa junto con el apoyo de otros trabajadores de la región, por la otra.
La importancia del programa
El hecho de que trabajadores del mundo entero estén volviendo a métodos de lucha no vistos en décadas es sintomático de la gravedad que la situación que están padeciendo la clase obrera, pero no es para nada sinónimo de victoria. La lucha de Ssangyong, ejemplar en los métodos, llegó a su fin el pasado 10 de agosto, cuando la burocracia sindical aprovechando el gran desgaste que supuso la resistencia durante más de 3 meses en la planta, los enfrentamientos con la policía y una brutal contra-campaña mediática por parte del Gobierno en distinto medios de comunicación, levantó la huelga después de firmar una renegociación de las condiciones del despido, que en esencia seguía siendo un atropello patronal a los trabajadores de la Ssangyong, y por ende, contra el conjunto de la clase obrera. En esta renegociación, si bien es cierto que se consiguieron algunas mejoras con respecto al plan inicial, seguían planteadas despidos, suspensiones temporales, prejubilaciones y bajadas en las condiciones laborales. O lo que es lo mismo, se consiguió que a la patronal le constara un poco más caro hacer pagar a sus trabajadores su crisis.
Este hecho denota la importancia de que los trabajadores se armen, no solo de métodos radicalizados, sino de un programa de acción, que blinde a los trabajadores de traiciones y desvíos en sus luchar. Hoy en día es una conquista arrancar a la patronal una fuerte indemnización, pero no es una victoria. Los trabajadores debemos de tener bien claro el norte en nuestra lucha, y saber que la victoria es el no despido de ningún compañero, la no rebaja de ninguna de nuestras condiciones laborales. Hemos de tener como objetivo central el no pagar la crisis de los capitalistas e imponer que esta sea asumida pos sus responsables.
Con este número de Contra Corriente hemos editado un suplemento especial que habla de la expropiación de la fábricas de cerámica argentina Zanon, que durante la crisis argentina del 2001, y después del anuncio del cierre de la empresa, los trabajadores la ocuparon. Los Estos trabajadores argentinos no se quedaron ahí, y pusieron a producir la fábrica bajo gestión de los trabajadores, sin patrones. Demostrando así que es posible la gestión obrera, y consiguiendo salvar sus puestos de trabajo, generar más empleo y demostrar que los trabajadores organizados bajo un programa que realmente representen sus intereses, son capaces de no pagar las crisis de los capitalistas. Luego de más de ocho años de lucha han conseguido que la fábrica se expropie al antiguo explotador.


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