sábado, 29 de enero de 2011
EL SAQUEO DE LAS PENSIONES
El gran pacto social entre el gobierno, la patronal y los sindicatos CCOO y UGT, en relación a la reforma del sistema público de pensiones representa un ATRACO directo a los bolsillos de las y los trabajadores y a la población más precaria. Un recorte inasumible de los derechos sociales y la negación a la juventud a una pensión digna. Todo ello se produce cuando los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) reflejan un aumento del paro de hasta el 20,3% (4,7 millones de personas), una parte muy importante de las mismas son jóvenes, y al atraco del patrimonio social que supone la bancarización de las cajas de ahorro.
El Estado arrancará a la ciudadanía 40.000 millones de euros con esta reforma de las pensiones en los próximos años para engrosar el negocio de la banca y los especuladores.
Algunos datos que han transcendido del acuerdo son muy claros:
* RETRASAR LA EDAD LEGAL DE JUBILACIÓN. Se alarga la vida laboral hasta los 67 años (antes 65 años)
* ENDURECER EL ACCESO A LA PENSIÓN MÁXIMA. Hay que cotizar 37 años para cobrar el 100% (antes 35 años)
* Sólo se podrán jubilar a los 65 años con el 100% quienes hayan cotizado 38,5 años (antes 35 años)
* RETRASAR LA JUBILACIÓN ANTICIPADA. Se alarga la edad de la jubilación anticipada voluntaria hasta los 63 años (antes 61)
* RECORTAR LA RENTA MEDIA DE LA PENSIÓN. Se aumenta de 15 a 25 años (de forma progresiva) el periodo de cómputo para el cálculo de la pensión.
* RECORTAR EL DERECHO A LA PENSIÓN. Se aumenta de 15 a 25 años (de forma progresiva) el número de años cotizados para tener derecho a una pensión.
* ENDURECER LA JUBILACIÓN PARCIAL hasta casi impedirla.
* UN ÉXITO. Computar un máximo de dos años de cotizaciones por cuidado de hijos/as y a los becarios (con una retroactividad de cuatro años. Con este dato querrán vender como bueno el pacto.
* ESPERANZA DE VIDA. El sistema se revisará cada cinco años en función de la esperanza de vida.
* INCENTIVAR EL TRABAJO. Aumentarán los incentivos para seguir trabajando y alargar la vida laboral.
Como conclusión CGT opina:
1) Habrá millones de personas (jóvenes, trabajadores/as con contratos temporales, empleadas de hogar, migrantes, autónomos...) que no conseguirán cotizaciones suficientes para tener derecho a una pensión.
2) Toda la población tendrá que trabajar más años para tener la misma pensión. Trabajaran dos años más y cobraran dos años menos. Esto significa que habrá menos puestos de trabajo para la juventud. Cada año se jubilan una media de 250.000 personas.
3) La media prevista de reducción de las pensiones será superior al 25%.
4) Toda la reforma de las pensiones sólo persigue fomentar los planes de pensiones privados ya que está fundamentada en un conjunto de mentiras interesadas que pretenden crear alarma social, el mantra de: “la seguridad social es deficitaria, ahora se vive más años, hay menos personas cotizando, en pocos años no se podrán pagar las pensiones”.
TODO ES UNA GRAN MENTIRA para justificar este asalto al bolsillo de los y las trabajadoras que rompe con el más mínimo principio de la solidaridad, que acaba con el derecho a la pensión pública digna, que sólo se plantea reducir los gastos sociales olvidando cualquier medida que sirva para incrementar los ingresos, que ha reducido las cotizaciones de las empresas a la seguridad social, en definitiva, una reforma para desentenderse del derecho a una pensión pública digna, para desentenderse del futuro de las y los trabajadores, para que cada uno se busque su propia solución y se eche en manos de la banca y financie un plan privado de jubilación.
El sindicato CGT propone el reparto de la riqueza, la reducción de la edad de jubilación a los 60 años para poder trabajar más personas, la persecución del fraude fiscal, el aumento de impuestos a los ricos, la eliminación de los paraísos fiscales.
CGT ha estado, el pasado 27 de enero, nuevamente en la calle manifestándose en decenas de ciudades, convocando y apoyando las Huelgas Generales en Galicia, Euskadi, Catalunya, provocando la movilización social, encontrándose con todas aquellas organizaciones sindicales y sociales que aspiran a una sociedad que no esté gobernada por los banqueros, la patronal, los gobiernos marionetas y el sindicalismo institucional.
SECRETARIADO PERMANENTE DEL COMITÉ CONFEDERAL DE CGT
martes, 18 de enero de 2011
REVOLUCIÓN EN TÚNEZ:NUEVAS ESPERANZAS PARA EL MUNDO ÁRABE
La chispa de la revolución
La muerte del joven desempleado de Sidi Bouzid no fue más que la chispa necesaria para encender la mecha de la revolución. La combinación de un elevado desempleo entre los jóvenes, la pobreza y un coste de la vida en aumento por un lado, y la obscena riqueza de unos pocos privilegiados y la corrupción por el otro, ha llevado a un malestar incontenible entre las clases oprimidas tunecinas.
El gobierno de Túnez ha tratado por todos los medios de contener las protestas, sin éxito. La ola de protestas se inició en Gabes frente a los edificios del sindicato Unión General de Trabajadores Tunecinos (UGTT). Se extendió a las zonas mineras y más tarde a la segunda ciudad más grande del país, Susa. Por último, alcanzó después de casi dos semanas la capital Túnez y asumió entonces un carácter político. En las consignas, se mezclaba la repugnancia contra la violencia policial con la llamada para el derrocamiento del partido gobernante Destour ("Constitución").
El centro de las protestas son las escuelas, institutos y universidades. Pero no es cierto que esta sea simplemente una revolución de las clases medias contra la corrupción y el nepotismo. Los sindicatos también han tenido un papel importante en la insurrección. Al calor de la radicalización política del último mes, la UGTT ha pasado de ser un títere del régimen a impulsar el movimiento. Los y las trabajadoras han pasado a primera línea de la lucha. El 9 de enero, la filial local de la UGTT de Sfax hizo un llamamiento para una huelga general regional, con un seguimiento de prácticamente el 100% y manifestaciones multitudinarias. El viernes 14, cuando el movimiento ya se había extendido por todo el país, la UGTT se vio obligada a convocar una huelga general de dos horas debido a la presión desde la base. Toda la administración, todos los bancos, los servicios públicos y el comercio quedaron paralizados por este espacio de tiempo.
Con el objetivo de persuadir a los manifestantes de abandonar las protestas, Ben Alí llegó a prometer el lunes 10 de enero la creación de 300.000 nuevos puestos de trabajo –la cifra oficial de paro está en el 14%. El jueves ya anunciaba que no se volvería a presentar a las elecciones del 2014. Finalmente Ben Alí llegó a destituir a todo el Gobierno y a prometer la convocatoria de elecciones dentro de los próximos seis meses. Pero todo eso no era suficiente para quienes han sufrido las consecuencias de sus políticas durante tantos años, tras semanas de radicalización por medio de las luchas en las calles y el asesinato de más de 60 manifestantes. El viernes, tras una jornada de enfrentamientos especialmente violentos en los que fueron asesinados al menos trece manifestantes, el que ha sido presidente de Túnez durante 23 años tuvo que abandonar el país, tras haber decretado apenas una hora antes el estado de sitio.
Ahora, toda la antigua camarilla de Ben Alí le declara como único responsable de la miseria en Túnez, con tal de mantenerse en el poder. Su objetivo es estrangular al movimiento mediante la reagrupación de fuerzas políticas a la cabeza del gobierno.
Y… ¿a partir de ahora?
La que ya ha sido bautizada como “La revolución de jazmín” es una revolución sin un liderazgo claro. Esto se traduce en que el rédito político de las revueltas se lo están llevando los partidos que hasta ahora han estado en la oposición, tras haber vivido en una situación de represión constante con Ben Alí en el poder. Ninguno de estos partidos ha jugado un papel relevante en las revueltas.
En estos momentos, las últimas noticias indican la creación de un nuevo gobierno encabezado por el ex primer ministro Mohamed Ghannouchi, que incluye a figuras de la oposición pero mantiene a figuras del régimen de Ben Alí en posiciones importantes. Los manifestantes están expresando su rechazo a esta continuidad en el gobierno de los restos del antiguo régimen, exigiendo que los miembros del partido de Ben Alí y Ghannouchi entreguen todo el poder.
No es momento para que la oposición y la izquierda en Túnez entren en una falsa unidad nacional con los hombres de Ben Alí, sino para continuar la lucha contra el nuevo gobierno continuista. Sólo los órganos propios de la construcción de poder desde abajo proporcionan la capacidad para resolver las raíces de la miseria. Con la caída de Ben Alí, nadie ha resuelto los problemas sociales que desencadenó el conflicto. Sólo la combinación de las demandas políticas y económicas y las formas de lucha ofrece una garantía para evitar la restauración del poder de la clase dominante.
De forma inmediata, es necesaria la constitución de comités elegidos democráticamente a nivel local, regional y nacional que permitan la introducción de salarios más altos y la creación de cientos de miles de nuevos puestos de trabajo, así como la materialización de otras demandas importantes en relación al levantamiento del toque de queda nocturno y la retirada del ejército de las calles. La noche siguiente a la caída de Ben Alí, sus esbirros intentaron utilizar al ejército y la policía para detener una democratización real, mediante una represión brutal –el número de personas asesinadas es impreciso, pero podría alcanzar las cien personas. Sin embargo, se están organizando en los barrios de Túnez comités de autodefensa que están intentando ganarse a los miembros del ejército para neutralizar a los esbirros de Ben Alí. Hay mucho en juego respecto de qué lado se posiciona el ejército: con el régimen o con las masas.
El movimiento revolucionario ha obligado a una apertura, permitiendo a los refugiados políticos tunecinos regresar a su país y contribuyendo al desarrollo de organizaciones independientes desde abajo. Esta apertura debe ser aprovechada con rapidez para continuar la lucha. Se trata ahora de construir una nueva organización revolucionaria a partir de la revolución en marcha, una organización que sea capaz de promover conscientemente esta orientación y de dar los pasos necesarios en esta dirección. El movimiento en Túnez puede convertirse en un faro para los países de la región árabe, dominada por monarcas absolutos y dictadores, donde también reina la corrupción, la represión policial y elevados niveles de desempleo –en el Magreb alcanzó una media del 14,5% en 2007/2008, comparado con la media mundial del 5,7%.
En la noche de la huida de Ben Alí, la capital jordana, Ammán, vio protestas de masas, inspiradas por los acontecimientos en Túnez. La vecina Argelia se ha visto sacudida en las últimas semanas por disturbios juveniles que en parte recuerda a la intifada palestina, con huelgas constantes de diferentes sectores de la clase trabajadora. En Libia, donde el coronel Gaddafi (amigo de Ben Alí) lleva en el poder 42 años, los manifestantes se están enfrentando a la policía y están atacando los edificios del gobierno, en protesta contra las condiciones de vivienda. En Jordania, se leían en manifestaciones lemas como “Jordania no es solo para los ricos. El pan es la línea roja. Tened cuidado con nuestra hambre y nuestra rabia”. En Egipto y Yemen se han producido manifestaciones de solidaridad con la revolución de Túnez, impulsadas por los estudiantes frente a las embajadas de Túnez. Incluso en la capital marroquí, Rabat, donde los sindicatos organizan escrupulosamente cada tarde desde hace meses protestas contra el des
empleo frente al parlamento, tiende en los últimos días a subir el número de manifestantes.
La Revolución de Túnez llegó de forma inesperada. Pero su brillo ilumina mucho más allá de las fronteras de este pequeño país, dando confianza a las clases oprimidas de los diferentes países de la región para alzarse contra las autoridades. Un factor determinante en el avance de las luchas será que las protestas salten de las reivindicaciones concretas originales a una crítica general de los respectivos regímenes.
"Todos los líderes árabes contemplan a Túnez con miedo”, son las palabras de un comentarista egipcio. “Todos los ciudadanos árabes observan a Túnez con esperanza y solidaridad”.
por ISAAC SALINAS militante de EN LUCHA.
http://www.enlucha.org/site/miércoles, 12 de enero de 2011
ALTO A LA REPRESION EN TUNEZ
Solidaridad internacional!!
Avda. Alfonso XIII 64-66-68, Metro Avda. de la Paz
JUEVES 13 a las 19 hs
lunes, 10 de enero de 2011
EL DESARROLLO CAPITALISTA O COMO REPRODUCIR UNA Y OTRA VEZ LA DEGRADACION AMBIENTAL
Por Jesús Castillo.
En las últimas semanas nos han llegado noticias procedentes de China sobre cientos de niños intoxicados por plomo procedente de plantas de fabricación de baterías, el anuncio de la construcción de una serie de grandes presas en el río Mekong o el avance de la desertización que afecta ya a más del 30% de su superficie.
Algunas de las problemáticas ambientales que estuvieron asociadas al desarrollo capitalista de las primeras décadas tras la revolución industrial han disminuido notablemente en los países enriquecidos con el avance del conocimiento ecológico y el progreso tecnológico. Al mismo tiempo que se reducían determinados impactos socioambientales en los países enriquecidos se agravaban los mismos en las llamadas “economías emergentes” donde las grandes empresas transnacionales trasladaban parte de su producción.
Por ejemplo, la lluvia ácida en Estados Unidos y Europa se ha reducido en casi un 70% desde los años setenta gracias al control de las emisiones de dióxido de azufre y óxidos de nitrógeno. Sin embargo, comenzó a ser una problemática ambiental importante en China e India en los años ochenta.
En los países enriquecidos, los cauces fluviales alcanzaron cotas altísimas de contaminación durante la primera mitad del s. XX. Entonces, se pusieron en marcha programas de control de la contaminación, caudales ecológicos y otras medidas que llevaron a que la situación mejorase considerablemente; aunque el efecto de algunos proyectos, como los grandes embalses continúa. Sin embargo, los ríos chinos, indios y brasileños cada vez están más contaminados conforme se instalan en sus orillas nuevas factorías, explotaciones agrícolas intensivas y nuevas ciudades. Además, se reproducen sin cesar grandes presas, como las de inundan la Cuenca del Amazonas.
La deforestación se ha detenido en Europa y Norte América tras décadas de expolio forestal y ahora incluso aumentan los bosques, mientras que millones de hectáreas de selvas tropicales desaparecen en Brasil.
Los gobiernos que permiten la repetición de estos procesos de degradación ambiental y las empresas responsables directas no pueden excusarse en el desconocimiento científico o la ausencia de una tecnología adecuada.
La multiplicación en las economías emergentes de problemáticas socioambientales superadas en economías más maduras deja en evidencia que los que organizan la producción están fundamentalmente preocupados por sus beneficios crematísticos e hipotecan y destruyen, sin más, nuestro capital natural. Gobiernos y grandes empresarios desarrollan un terrorismo ambiental que degrada la vida de millones de personas envueltas en una espiral de destrucción ecológica sin parangón en la historia. Hay que producir más barato que el competidor y los controles ambientales son un estorbo.
Observando el progreso de los países enriquecidos, los más optimistas defensores del capitalismo afirman que al inicio del proceso de desarrollo éste rinde destrucción de capital natural pero que llega un punto de inflexión en la dinámica del desarrollo a partir del cual el desarrollo conlleva mejoras ambientales. Sin embargo, este enfoque no tiene en cuenta la exportación de huella ecológica que se ha producido desde los países enriquecidos a los empobrecidos, gracias a la cual los primeros han podido conservar su entorno al trasladar la degradación ambiental a los segundos.
Al exportar el modelo de interacción entre desarrollo y entorno de los países enriquecidos a las economías emergentes quizás llegue un momento en el que éstas mejoren su entorno natural al poder exportar impactos socioambientales a países empobrecidos. Pero esto ocurrirá después de haber degradado el entorno propio brutalmente, en muchas ocasiones de forma irreversible.
La huella ecológica china representa el 15% de la mundial (con cerca del 19% de la población) y superó su propia biocapacidad a inicios de los años setenta en pleno capitalismo de estado y antes de que impulsaran con fuerza las reformas económicas de tipo capitalista de mercado. Inmerso en el modelo de crecimiento capitalista desde sus orígenes (más o menos marcado por el control estatal o privado), el Estado chino lleva tiempo exportando impacto socioambientales. En los últimos lustros, está sumándose con fuerza al expolio del capital natural de África y Latinoamérica (controlado hasta hace poco por potencias occidentales). Al mismo tiempo, continúa su expansión depredadora por Asia.
Desde un punto de vista ambiental el problema no es que las economías emergentes se desarrollen implicando a millones de personas, el problema es que este desarrollo sigue un modelo que se ha demostrado insostenible previamente en las potencias occidentales.
Quizás lleguen tarde para conservar muchas de las riquezas naturales chinas y extranjeras, pero la ola de protestas y huelgas de los trabajadores chinos en los últimos años están consiguiendo no solo mejoras laborales, también mejoras de la calidad ambiental en el medio laboral y global. La conservación ambiental es cada día más un futuro de luchas sociales.
Jesús Castillo es militante de En lucha y profesor de Ecología en la Universidad de Sevilla.
VLADIMIR LENIN:GUIA ANTICAPITALISTA
¿Por qué Lenin es todavía relevante?
La mayoría de historiadores nos explican que Lenin y el leninismo fueron cosas negativas. De Lenin, se dice que gobernó de manera dictatorial su propio partido y, después, el Estado creado por la Revolución Rusa. Él fue responsable, nos explican, de la muerte de miles de personas y de la creación de una sociedad totalitaria. Stalin sencillamente siguió sus pasos.
Está allá arriba, en un pedestal con Hitler y Saddam Hussein, como uno de los grandes tiranos de la historia moderna. En un libro recientemente editado y ampliamente publicitado, Martin Amis hizo un descanso de su habitual escritura de novelas sentimentales cargadas de sexo y violencia para desplegar sus vastos conocimientos sobre historia rusa, llegando a la conclusión de que Lenin y Trotsky “no sólo precedieron a Stalin. Crearon un estado policial funcionando perfectamente que después él utilizó.”1
La gente de izquierdas critica también a Lenin por reprimir la revuelta de los trabajadores de Kronstadt, por oponerse al movimiento anarquista independiente Ucraniano y destruir los comités de fábrica que surgieron tras la revolución.
El Lenin real era bastante más complejo. Evidentemente, cometió errores. Podía ser implacable —a favor de una causa, no por llenarse los bolsillos— y luchó incansablemente por todo aquello en que creía. Por encima de todo, jugó un papel clave para hacer posible la Revolución Rusa de octubre de 1917. La Revolución abría paso a la posibilidad —rápidamente ahogada por Stalin— de un mundo en el cual la producción se dirigiera a las necesidades humanas y no a la obtención de beneficios, un mundo en el cual aquellos que trabajan, no los que poseen, tomaran las decisiones; los seres humanos de todas las etnias y naciones cooperarían en vez de luchar, y a los niños se les enseñaría sobre la guerra y la pobreza en las clases de historia, dejándolos perplejos al pensar que tales atrocidades pasaron realmente.
El mundo actual es muy diferente del que Lenin conoció. Los primeros folletos de Lenin fueron escritos a mano; hoy, las ideas circulan por el planeta con la rapidez del clic de una tecla. Sin embargo, si volviera a la vida, Lenin reconocería enseguida algunas cosas: las guerras inacabables, las diferencias entre ricos y pobres que no paran de crecer, la represión estatal despiadada, el pillaje de las grandes corporaciones en los países pobres, la corrupción o la impotencia de los políticos que siguen la tendencia oficial.
Otro mundo es posible, y además necesario, si la humanidad quiere sobrevivir. Para conseguir el cambio necesitamos organización. Nuestros enemigos son poderosos, por lo que también debemos serlo nosotros.
El tema central de la vida de Lenin fue la necesidad de la organización. La manera de concebir esta organización varió mucho de una época a otra: no planteó nada semejante al mítico “partido leninista”. La obra de Lenin no es una compilación de libros de recetas, y el mejor leninista no es el que cita a Lenin con más frecuencia. Un análisis de la experiencia y de los triunfos de Lenin nos puede ayudar a entender sus métodos, y de esta manera facilitarnos el desarrollo de las formas de organización que necesitamos hoy en nuestras propias luchas
Ian Birchall es militante del Socialist Workers Party —y de sus antecesores— desde hace medio siglo. Es autor de numerosos libros y artículos, especialmente sobre la izquierda francesa. Era profesor de francés en la Universidad de Middlesex. Es miembro de la junta editorial de Revolutionary History, una revista que recupera la historia de la izquierda revolucionaria internacional.
El folleto está publicado por EN LUCHA. Primera edición en castellano: enero de 2010. Título original: A rebel’s guide to Lenin. Bookmarks, Londres, 2006
http://www.enlucha.org/site/
LAS MUJERES REIVINDICAN LA NOCHE
por ANNA FLOTATS MADRID 10/01/2011 DIARIO EL PUBLICO
Leeds (Reino Unido). 1977. Peter Sutcliffe se convierte en el destripador de Yorkshire después de asesinar a martillazos a 13 mujeres en cinco años. Tras detenerlo, la policía inglesa recomendó a las mujeres que no salieran de noche para "evitar los peligros de la oscuridad".
Este es uno de los episodios que hizo saltar las alarmas entre las mujeres de media Europa en la década de 1970. Alentadas por la manifestación ante el Tribunal Internacional de Crímenes Contra las Mujeres en Bruselas, que secundaron más de 2.000 mujeres de 40 países en 1976, grupos de activistas salieron a la calle en ciudades de todo Reino Unido para gritar que tenían derecho a sentirse seguras por la noche. Había nacido el movimiento Reclaim the Night (Reclama la noche).
Las protestas empezaron en Europa tras una ola de asesinatos
Casi 30 años después, en 2004, la feminista Finn Mackay creó la London Femenist Network y rescató del olvido el espíritu de esta marcha en favor de la seguridad femenina. El pasado 27 de noviembre, alrededor de 2.500 mujeres desafiaron la nieve y las temperaturas bajo cero en Londres para reivindicar, velas en mano, exactamente lo mismo que en ese noviembre de 1977: el derecho de las mujeres a "caminar sin miedo" y a no "sentirse culpables de la violencia masculina", afirma el colectivo en su manifiesto.
Los lemas de las pancartas no han pasado de moda y sucesos como el del pasado julio de 2010 en Suffolk (Reino Unido) lo corroboran. Después de lamentar la violación de dos jóvenes durante este festival de música, el organizador del evento, Melvin Benn, aludió también a "la responsabilidad de las chicas". Cinco años antes, un sondeo encargado por Amnistía Internacional aseguraba que más de un tercio de los británicos creía que las mujeres violadas tenían parte de culpa.
El perfil del violador en España es un adolescente de entre 12 y 17 años
En EEUU, el movimiento por la seguridad de las mujeres en la calle se llama Take Back the Night, una frase rescatada del discurso que la feminista Anne Pride leyó en una manifestación contra la violencia machista en Pittsburg (Pennsylvania) en 1977. "La violencia sexual en EEUU afecta aproximadamente a una de cada cuatro mujeres. Estas cifras se han mantenido durante varias décadas, por lo que el objetivo de nuestra organización es aumentar la conciencia de este problema y apoyar a las víctimas en su proceso de superación", explica la directora del colectivo Take Back The Night, Katherine Koestner.
La feminista Andrea Dworkin plasmó en su artículo The Night and Danger (La noche y el peligro, 1979) los pilares del argumentario del movimiento Take Back The Night. "Se supone que especialmente nosotras, las mujeres, debemos tener miedo de la noche. Caminar solas por la calle de noche no sólo supone correr el riesgo de sufrir un abuso, sino también de pedirlo, de acuerdo a los valores de la dominación masculina".
La lucha por la "libertad de movimiento y el derecho a utilizar el espacio público sin temor" también estalló en los años setenta en otras ciudades como Roma, Sydney, Bombay y Vancouver.
En España, sin embargo, no existen movimientos de este tipo. Sólo algunas webs alternativas se hacen eco de las manifestaciones en Europa, como planetamodular.com. Aún así, que no se celebren protestas como en Reino Unido y Estados Unidos "no significa que no haya violaciones en España". Lo dice Tina Alarcón, presidenta de la Asociación de Asistencia a Mujeres Violadas, quien asegura que aunque se haya incrementado la presencia policial en la calle, sigue habiendo agresiones por la noche. "Lo más preocupante es que el perfil del delincuente sexual ha cambiado. Si bien hace diez años respondía a un adulto de entre 30 y 50 años, ahora es el de un adolescente entre 12 y 17 años", explica Alarcón.
domingo, 9 de enero de 2011
LOS DESAHUCIOS AMARGAN A 200.000 FAMILIAS
MANIFIESTO CONTRA LOS DESAHUCI OS
El colapso actual del sistema capitalista en el Estado español o la crisis económica que padece la Sociedad está originado, básicamente, por la falta de humanidad, ética y pérdida de valores.
Resulta inaudito que la política bancaria se fundamente en estos duros momentos, en el ‘robo’ de las casas y pisos de familias que están sufriendo en sus carnes las consecuencias del abuso y la ambición de unos pocos por ‘tener’ y ‘poseer’ más.
El privilegio debe morir ya. No puede ser que existan diferencias abismales entre personas que ganan un grandísimo sueldo como el de 3.000 euros al mes, por ejemplo, y, por otro lado, haya personas que sobrevivan con un salario o remuneración social por valor de 400 o 700€, incluso con pareja e hijos. No es de justicia social ni de igualdad.
Esto tiene el nombre de ser un crimen ‘bestial’ porque no va en la línea de los Derechos Humanos fundamentales como una vivienda y un trabajo digno y, desde luego, constitucionalmente, se incumple el derecho que viene recogido en la propia Carta M agna del Estado en sus artículos 47 y 35, donde se pronuncia y asegura una “vivienda adecuada y digna” y el “derecho-deber de trabajar”, respectivamente. Por tanto, pensamos que todo el edificio que denominan ‘bienestar’ y ‘democrático’ es una pura fachada de cara a la galería fotográfica. Año tras año y década tras década, , los derechos y convenios de los trabajadores se han recortado en pos de una clase ‘dirigente’, neutra, que se enriquece por días, semanas a costa del Pueblo, de los más desfavorecidos y, entre esos ‘buitres’, se encuentran los banqueros y políticos profesionales que están permitiendo, ya que ellos se apoyan mutuamente, que cientos de miles de familias se vean en la necesidad de acudir a centros de caridad para alimentarse y verse abocados a vivir, de nuevo, con sus padres porque se han quedado en el paro y/o le han quitado sus hogares. Ya está bien. El yugo que, desde los poderes subidos a la copa del árbol, cae sobre nuestras vidas, mentes y ánimo y que, además, nos ata para no movernos y no trabajar, se va a acabar de una vez en esta tierra.
Por tanto, desde el Nudo Granada de la Red Andaluza por la Justicia Social, la Igualdad y los Derechos Humanos invitamos a todas las personas honradas, con dignidad y sensibilizadas con esta cruel realidad que vivimos diariamente y, que forman parte de distintas organizaciones y oenegés, a que apoyen solidariamente a las personas y familias que van a ser desahuciadas.
Convocan las siguientes organizaciones: Nudo Granada de la Red Andaluza por la Justicia Social, la I gualdad y los Derechos Humanos, Confederación General de Trabajadores (CGT), Asociación de Parados de M aracena y Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT).
TUNEZ:ASESINADOS NUEVE MANIFESTANTES
Túnez: El ejército de la dictadura reprime las protestas y asesina a nueve manifestantes
Fuerzas militares de Túnez han tomado esta madrugada la zona de Kasserín, donde nueve personas murieron ayer en los disturbios sociales registrados en esa región del sureste del país.
fuente KAOS EN LA REDEl comité central del sindicato Unión General de los Trabajadores Tunecinos (UGTT) se ha reunido hoy en la capital tunecina "con carácter urgente para tratar de colaborar en la pacificación de las zonas en las que el conflicto social ha tomado dimensiones alarmantes, (Sidi Bouzid y Kasserín)", según informó a EFE el dirigente sindicalista Lutfi Hamruni.
La posición de esa central obrera es de "apoyo a las reivindicaciones legítimas de las regiones desheredadas en conflicto" .
El sindicato demanda al Gobierno la aplicación de "reformas políticas con el objetivo de democratizar el país, y no asume las proclamas de muchos manifestantes que demandan la salida del gobierno o del presidente Ben Alí".
Los desórdenes estallaron el pasado 16 de diciembre, cuando Mohamed Bouazizi, un joven 26 años, se quemó a lo bonzo como protesta por lo que consideró abusos administrativos, después de que la policía le confiscara las frutas y legumbres que vendía en la calle, con el argumento de que carecía del permiso para esa actividad.
El joven, un desempleado con estudios superiores, fue trasladado desde Sidi Bouzid, donde se produjeron los hechos, hasta la unidad de grandes quemados del hospital de Ben Arous, en la capital tunecina, donde falleció el pasado 4 de enero.
Este asunto provocó tal impresión en todo el país, que el presidente Zine El Abdine Benali se desplazó el 28 de diciembre al centro hospitalario para visitar a Bouazizi.
Desde el día en se quemó el joven comerciante, en numerosas localidades de la región de Sidi Bouzid y en otras ciudades del país magrebí se han producido incidentes y manifestaciones de solidaridad.
El punto culminante de estos incidentes se dio el 24 de diciembre cuando jóvenes manifestantes atacaron un cuartel de la guardia nacional con el resultado de cuatro muertos entre los militares.
El pasado 29 de diciembre y como reacción a estos enfrentamientos, el presidente Benali decidió cesar en sus cargos a tres gobernadores regionales y remodelar en parte el Ejecutivo.
El jefe del Estado tunecino hizo una aparición televisiva exhortando a los manifestantes a la calma y anunciando el reforzamiento del dispositivo de creación de empleo.
No obstante, los partidos opositores reagrupados en la "Alianza para la Ciudadanía y la Solidaridad" consideró insuficientes las medidas anunciadas por el gobierno y apeló a iniciar un diálogo con la oposición, la sociedad civil y el poder central "para abrir una transición política".
ARGELIA:LAS PROTESTAS SE SALDAN CON 3 MUERTOS Y MAS DE 400 HERIDOS
Gara | 8-1-2011
En una intervención en la televisión estatal, el ministro del Interior argelino, Daho Ould Kablia, precisó que una de las víctimas murió ayer en la localidad de Ain H'djal, en la provincia de M'sila, al este de Argel, después de ser alcanzado por disparos de la policía.
La víctima, Azzedine Lebza, de 18 años, formaba parte de un grupo de jóvenes que intentó entrar por la fuerza en una comisaría.
La segunda víctima mortal es un hombre de 32 años, cuyo cuerpo fue encontrado en mitad de la calle en la localidad costera de Bousmail, a 50 kilómetros al oeste de la capital.
"Las circunstancias exactas de esta muerte están aún por determinar. Solo sabemos que presentaba heridas en la cabeza", dijo el ministro.
Asimismo, informó del fallecimiento de una tercera persona en Tidjellabine, en la provincia de Boumerdes, cuyo cuerpo apareció completamente calcinado después de que un hotel fuera incendiado.
Además, según el balance oficial, unos 320 policías y cerca de un centenar de manifestantes han resultado heridos en los enfrentamientos registrados desde que el martes comenzaran los disturbios en Oran, capital del oeste argelino.
En la jornada de hoy, reinó una calma precaria en la práctica totalidad de las regiones de Argelia escenario de disturbios, a excepción de algunas localidades en la Cabilia y en la provincia de Annaba, en el este del país, donde continuaron los problemas.
Las protestas, que han alcanzado a 18 de las 48 provincias del país, se deben al aumento de los precios de los productos de mayor consumo, como el azúcar y el aceite.
Por otra parte, hoy se reunió un consejo interministerial, encabezado por el jefe del Gobierno Ahmed Ouyahia, que adoptó diferentes medidas con objeto de frenar el alza de los precios.
Así, según un comunicado, se decidió la suspensión de los derechos de aduanas y del impuesto sobre el valor añadido del 5 y el 17 por ciento durante ocho meses (del 1 de enero al 31 de agosto) a la importación de azúcar moreno y de materias básicas para la fabricación de aceites alimentarios.
Otra medida es una exoneración del impuesto sobre el beneficio de las sociedades, durante el mismo periodo, en las actividades de producción, tratamiento y distribución de aceites alimentarios y azúcar.
Asimismo, habrá una exoneración temporal "excepcional" de los derechos de aduanas y del impuesto sobre el valor añadido a la importación del azúcar blanco.
Los disturbios en Argelia cumplen su cuarto día y el primer balance provisional arroja tres muertos, según informa el diario argelino 'El Watan'. El ministro de Interior argelino, Daho Ould Kablia, confirma dos muertos desde el jueves.
Un jóven de 18 años fue asesinado a tiros este viernes durante un enfrentamiento entre manifestantes que protestaban por la carestía de la vida y la Policía, en la región argelina de M'sila (a 300 km al sureste de Argel).
El diario 'El Khabar' afirma que el joven Azzedine Lebza murió en el acto viernes tras ser alcanzado por una bala, aunque la información no ha sido confirmada por fuentes oficiales.
Otro joven murió en un hospital de Argel tras ser herido de bala este viernes en Ain El Hedjal, en la región de M�sila. En Bousmaïl (en la provincia de Tipaza), un manifestante de 32 años falleció en enfrentamientos con la policía.
Los argelinos amanecieron esta mañana en estado de 'shock', tras una nueva noche de violencia entre jóvenes encolerizados por la carestía de la vida y las fuerzas del orden.
Según testigos, la situación esta mañana es de calma, pero se respira la tensión. "Al final del día, los jóvenes regresan de nuevo a enfrentarse con la policía", ha explicado Dalila Taleb, activista por los derechos humanos.
Los llamamientos del Gobierno a la calma han caído en saco roto. Los jóvenes han recurrido a la violencia, hartos de ver sus derechos pisoteados. "Saben que la lucha pacífica siempre ha sido reprimida. El poder es el primer y gran actor de violencia durante toda la historia de Argelia y sólo entiende este lenguaje", añade Taleb.
LENIN CIBERESPACIAL ¿ POR QUÉ NO?
por SLAVOJ ŽIZEK
Traductor: Guillermo Crux, especial para PI.
Fuente: International Socialism N° 95, 2002. .
Si hay un acuerdo general entre (lo que queda de) la izquierda radical de hoy, es que, para resucitar el proyecto político radical, uno debe dejar atrás el legado leninista: el énfasis despiadado sobre la lucha de clases, el partido como la forma privilegiada de organización, la toma revolucionaria del poder por medios violentos, la subsiguiente 'dictadura del proletariado' ...¿acaso todos estos no son 'conceptos zombie' que la izquierda tiene que abandonar si quiere tener algún tipo de oportunidad en las condiciones del capitalismo tardío 'posindustrial'?
El problema con este argumento aparentemente convincente es que se compra muy fácilmente la imagen heredada de Lenin como el sabio líder revolucionario que, después de formular las coordenadas básicas de su pensamiento y práctica en el '¿Qué Hacer?', simplemente se dedicó, de forma consistente y despiadada, a llevarlos a cabo. ¿Qué pasa si hay para contar otra historia sobre Lenin? Es verdad que la izquierda de hoy está sufriendo una experiencia fulminante del fin de toda una época del movimiento progresista, cuya experiencia la empuja a reinventar incluso las coordenadas básicas de su proyecto --no obstante que fue precisamente una experiencia homóloga la que alumbró al leninismo. Recordemos cómo se conmocionó Lenin cuando, en el otoño de 1914, todos los partidos socialdemócratas europeos (con la honrosa excepción de los bolcheviques rusos y los socialdemócratas serbios) adoptaron la 'línea patriótica' --Lenin incluso llegó a pensar que el número del Vorwärts, el diario de la socialdemocracia alemana que informaba cómo los socialdemócratas en el Reichstag habían votado por los créditos de guerra, era una falsificación de la policía secreta rusa pensada para engañar a los obreros rusos. En esa era de conflicto militar que cortó al continente europeo por la mitad, ¡cuán difícil era rechazar la noción de que uno debía tomar partido en este conflicto, y luchar contra el 'fervor patriótico' en el propio país donde uno habitaba! ¡Cuántas grandes mentes (incluso Freud) sucumbieron a la tentación nacionalista, aunque más no fuera por un par de semanas! Esta conmoción de 1914 fue --para ponerla en los términos de Alain Badiou-- un 'désastre', una catástrofe en la que todo un mundo desapareció: no sólo la idílica fe burguesa en el progreso, sino también el movimiento socialista que lo acompañó. El propio Lenin (el Lenin del '¿Qué Hacer?') sintió que cedía la tierra bajo sus pies --no hay, en su reacción desesperada, ninguna satisfacción, ningún '¡se los dije!' Este momento de Verzweiflung, esta catástrofe, abrió el sitio para el evento leninista, por romper el historicismo evolutivo de la Segunda Internacional --y sólo Lenin estaba a la altura de esta apertura, fue el único en articular la verdad de la catástrofe. Este es el Lenin del que todavía tenemos algo que aprender. La grandeza de Lenin fue que, en esta situación catastrófica, no tuvo miedo de tener éxito --en contraste con el pathos negativo discernible desde Rosa Luxemburg hasta Adorno, para quienes el acto auténtico en última instancia es la admisión de la derrota que alumbra la verdad. En 1917, en lugar de esperar el momento correcto de madurez, Lenin organizó una huelga preventiva. En 1920, como líder del partido de la clase obrera sin clase obrera (la mayoría de ella había perecido en la guerra civil), prosiguió la organización de un estado, aceptando en su totalidad la paradoja del partido que tiene que organizar, incluso recrear, su propia base, su clase obrera.
En ninguna parte se palpa más esta grandeza que en los escritos de Lenin que cubren el lapso de tiempo entre febrero de 1917, cuando la primera revolución abolió el zarismo e instaló un régimen democrático, hasta la segunda revolución en octubre. En febrero, Lenin era un emigrado político semi-anónimo, perdido en Zurich, sin contactos confiables en Rusia, enterándose de los eventos principalmente a través de la prensa suiza. En octubre dirigió la primera revolución socialista victoriosa --¿pero qué fue lo que ocurrió entre medio? En febrero, Lenin percibió inmediatamente la oportunidad revolucionaria, el resultado de circunstancias contingentes únicas --si no se echaba mano del momento, la oportunidad para la revolución se desperdiciaría, quizás por décadas. En su terca insistencia de que uno debe aceptar el riesgo y pasar a la próxima fase, es decir, repetir la revolución, Lenin estaba solo, ridiculizado por la mayoría de los miembros del comité central de su propia partido, y la lectura de los textos de Lenin de 1917 proporciona un pantallazo único sobre el obstinado, paciente, y a menudo frustrante trabajo revolucionario a través del cual Lenin impuso su visión. Sin embargo, por más indispensable que haya sido la intervención personal de Lenin, uno no debe modificar la historia de la Revolución de Octubre haciéndola pasar por la del genio solitario confrontado con las masas desorientadas que impone su visión gradualmente. Lenin tuvo éxito porque su apelación, mientras pasaba por alto a la nomenklatura del partido, encontró un eco en lo que uno tiene la tentación de llamar la micropolítica revolucionaria: la explosión increíble de la democracia de base, de los comités locales que crecen alrededor de todas las grandes ciudades de Rusia y, mientras ignoran la autoridad del gobierno 'legítimo', toman las cosas en sus manos. Esta es la historia acallada de la Revolución de Octubre.
Lo primero que conmueve al lector de hoy es cuán directamente legibles eran los textos de Lenin de 1917. No hay necesidad de largas notas explicativas --aun cuando los nombres que suenan extraño nos sean desconocidos, inmediatamente nos damos cuenta de lo que estaba sucediendo. Desde la distancia de hoy los textos despliegan una claridad casi clásica de los contornos de la lucha en la que participan. Lenin es totalmente consciente de la paradoja de la situación: en la primavera de 1917, después de la Revolución de febrero que derrocó al régimen zarista, Rusia era el país más democrático de toda Europa, con un grado inaudito de movilización de masas, de libertad de organización y de libertad de prensa --y aún así esta libertad daba a la situación un carácter no-transparente, completamente ambiguo. Si hay un hilo común que recorre todos los textos de Lenin escritos 'entre las dos revoluciones' (la de febrero y la de octubre), es su insistencia en la distancia que separa los contornos formales 'explícitos' de la lucha política entre la multitud de partidos y otros sujetos políticos de sus tareas sociales reales (paz inmediata, distribución de la tierra, y, por supuesto, ' todo el poder a los soviets', es decir, el desmantelamiento del aparato estatal existente y su reemplazo por las nuevas formas de dirección social del tipo de la Comuna).
Esta distancia --la repetición de la distancia entre 1789 y 1793 en la Revolución Francesa --es el espacio preciso de la original intervención de Lenin: la lección fundamental del materialismo revolucionario es que la revolución debe golpear dos veces, y por razones esenciales. La distancia no es simplemente la separación entre forma y contenido. Lo que le falta a la 'primera revolución' no es el contenido, sino la forma misma --permanece atrapada en la forma vieja, y piensa que la libertad y la justicia pueden lograrse sencillamente si utilizamos el aparato estatal ya existente y sus mecanismos democráticos. ¿Qué pasa si el 'buen' partido gana las elecciones libres e implementa 'legalmente' la transformación socialista? (La expresión más clara de esta ilusión, orillando el ridículo, es la tesis de Karl Kautsky, formulada en los años veinte, de que la forma política lógica de la primera fase del socialismo, del pasaje del capitalismo al socialismo, es la coalición parlamentaria de los partidos burgueses y proletarios.) El paralelo aquí es perfecto con la era de la temprana modernidad en la que la oposición a la hegemonía ideológica de la iglesia se articuló primero en la forma de otra ideología religiosa, como una herejía. Siguiendo las mismas líneas, los partidarios de la 'primera revolución' quieren subvertir la dominación capitalista dentro de la misma forma política de la democracia capitalista. Esta es la 'negación de la negación' hegeliana: primero el antiguo orden es negado dentro de su propia forma ideológico-política; luego esta misma forma tiene que ser negada. Aquellos que oscilan, aquellos que tienen miedo de dar el segundo paso de superar la forma misma, son aquellos que (repitiendo a Robespierre) quieren una 'revolución sin revolución' --y Lenin despliega toda la fuerza de su 'hermenéutica de la sospecha' para discernir las distintas formas de esta retirada.
En sus escritos de 1917 Lenin se reserva su agria ironía para quienes se dedican a la búsqueda interminable de algún tipo de 'garantía' para la revolución. Esta garantía asume dos formas principales: ya sea la noción reificada de la necesidad social (uno no debe arriesgar la revolución demasiado temprano; uno tiene que esperar el momento correcto, cuando la situación está 'madura' con respecto a las leyes del desarrollo histórico: 'es demasiado temprano para la revolución socialista --la clase obrera no está madura aún') o la legitimidad normativa -'democrática'('la mayoría de la población no está de nuestro lado, entonces la revolución no sería realmente democrática') --como dice en repetidas oportunidades Lenin, es como si antes de que el agente revolucionario tome el poder estatal tuviera que recibir permiso de alguna figura del gran Otro (organizar un referéndum que determinará que la mayoría apoya la revolución). Con Lenin, como con Lacan, el punto está en que la revolución sólo puede ser autorizada por ella misma: uno debe asumir que el acto revolucionario no está cubierto por el gran Otro --el miedo de tomar el poder 'prematuramente', la búsqueda de una garantía, es el miedo del abismo del acto. En ello reside la última dimensión de lo que Lenin denuncia continuamente como 'oportunismo', y su apuesta es que el 'oportunismo' es una posición que es inherentemente falsa en sí misma y que enmascara el temor a acometer la tarea con la pantalla protectora de los hechos, leyes o normas 'objetivos'.
La respuesta de Lenin no es la referencia a un conjunto diferente de 'hechos objetivos', sino la repetición del argumento formulado una década antes por Rosa Luxemburg contra Kautsky: los que esperan que lleguen las condiciones objetivas de la revolución esperarán por siempre --esa posición del observador objetivo (y no de un agente comprometido) es en sí misma el obstáculo principal para la revolución. El contra-argumento de Lenin contra los críticos formal-democráticos del segundo paso es que esta misma opción 'puramente democrática' es utópica: en las circunstancias concretas de Rusia, el estado democrático-burgués no tiene ninguna oportunidad de sobrevivir --la única 'manera realista' de proteger las verdaderas conquistas de la Revolución de febrero (libertad de organización y de prensa, etc) es avanzar hacia la revolución socialista --de no ser así, la reacción zarista será la que gane.
Tenemos aquí dos modelos, dos lógicas incompatibles de la revolución: aquellos que esperan el momento teleológico maduro de la crisis final cuando la revolución explotará 'en su hora adecuada' por la necesidad de la evolución histórica; y aquellos que son conscientes que la revolución no tiene ninguna 'hora adecuada', aquellos que perciben la oportunidad revolucionaria como algo que surge y que tiene que ser capturado en los propios desvíos del desarrollo histórico 'normal'. Lenin no es un voluntarista 'subjetivista' --él insiste con que la excepción (el conjunto extraordinario de circunstancias, como las de Rusia en 1917) ofrece un camino para socavar la propia norma. ¿Y acaso esta línea de argumentación, esta posición de principios, no es más real hoy que nunca? ¿Acaso no vivimos también en una era en la que el estado y su aparato, incluyendo sus agentes políticos, simplemente son cada vez menos capaces de articular los problemas claves (ecología, la degradante atención médica, la pobreza, el papel de las compañías multinacionales, etc)? La única conclusión lógica es que es urgente una nueva forma de politización, que 'socializará' directamente estos problemas cruciales. La ilusión de 1917 de que los problemas urgentes que enfrentaba Rusia (paz, distribución de la tierra, etc) podrían haberse resuelto a través de medios 'legales' parlamentarios es igual a la ilusión de hoy de que, por ejemplo, la amenaza ecológica podría evitarse extendiendo la lógica del mercado a la ecología (haciendo que los que contaminan paguen el precio por el daño que causan). Sin embargo, ¿cuán relevantes son las opiniones específicas de Lenin sobre este punto? Según el pensamiento ortodoxo, la declinante fe de Lenin en las capacidades creativas de las masas durante los años posteriores a la Revolución de Octubre, lo llevaron a enfatizar el papel de la ciencia y los científicos. Él saludaba 'el principio de esa época feliz cuando la política desaparecerá en el trasfondo ...y los ingenieros y los agrónomos tendrán la mayor parte de la palabra'.1 ¿Pos-política tecnocrática? Las ideas de Lenin sobre cómo corre la ruta hacia el socialismo por el terreno del capitalismo monopolista pueden parecer peligrosamente ingenuas hoy:
'El capitalismo ha creado un aparato de contabilidad en la forma de los bancos, consorcios, servicio postal, sociedades de consumidores, y sindicatos de empleados de oficina. Sin los grandes bancos el socialismo sería imposible ...nuestra tarea consiste sencillamente en amputar lo que mutila capitalistamente este aparato excelente, hacerlo aún más grande, aún más democrático, más aun abarcador... Será un registro nacional, una contabilidad nacional de la producción y la distribución de bienes; será, por así decirlo, algo así como la naturaleza del esqueleto de la sociedad socialista.'2
¿No es esta la expresión más radical de la noción de Marx del intelecto general que regula toda la vida social de una manera transparente, del mundo pos-político en el que 'la administración de las personas' será suplantada por 'la administración de las cosas'? Por supuesto que es fácil jugar contra esta cita la carta de la 'crítica de la razón instrumental' y del 'mundo administrado [verwaltete Welt]'. El potencial 'totalitario' está inscrito en esta misma forma de control social total. Es fácil comentar sarcásticamente cómo, en la época stalinista, el aparato de administración social se volvió, efectivamente, 'aún más grande'. No obstante, ¿esta visión pos-política no es acaso el extremo opuesto de la noción maoísta de la eternidad de la lucha de clases ('todo es político')?
Sin embargo, ¿es todo tan inequívoco? ¿Qué pasa si uno reemplaza el ejemplo (obviamente anticuado) del banco central con el de la world wide web, el candidato perfecto actual para el papel del Intelecto General (General Intellect)? Dorothy Sayers planteaba que la Poética de Aristóteles es efectivamente la teoría de las novelas policiales antes de que fueran escritas --como el pobre Aristóteles no conocía todavía la novela policial, tenía que referirse a los únicos ejemplos a su disposición, las tragedias... Siguiendo las mismas líneas, Lenin estaba desarrollando efectivamente la teoría del papel de la world wide web, pero, como no conocía internet, tenía que referirse a los desafortunados bancos centrales. Por consiguiente, ¿podría decir uno que 'sin la world wide web el socialismo sería imposible ...nuestra tarea sencillamente es amputar lo que mutila capitalistamente este aparato excelente, hacerlo aún más grande, aún más democrático, aún más abarcador'? En estas condiciones, uno se siente tentado a resucitar la vieja, abusiva y medio olvidad dialéctica marxiana de las fuerzas productivas y las relaciones de producción. Ya es un lugar común plantear que, irónicamente, fue esta misma dialéctica la que enterró el 'socialismo realmente existente': el socialismo no pudo sostener el pasaje de la economía industrial a la pos-industrial. Una de las víctimas tragicómicas de la desintegración del socialismo en la ex-Yugoslavia fue un viejo apparatchik comunista entrevistado por la radio estudiantil de Ljubljana en 1988. Los comunistas sabían que estaban perdiendo poder, y por eso trataban desesperadamente de complacer a todos. Cuando a este viejo cuadro le hicieron preguntas provocativas sobre su vida sexual, él también intentó demostrar desesperadamente que estaba en contacto con la generación joven. Sin embargo, como el único idioma que conocía era el de la hosca burocracia, el resultado fue una particular mezcla obscena --declaraciones como, 'La sexualidad es un componente importante de mi actividad diaria. Al tocar a mi esposa entre sus muslos me da nuevos grandes incentivos para mi trabajo de construir el socialismo.' Y cuando uno lee documentos oficiales de Alemania Oriental de los años setenta y comienzos de los ochenta, formulando su proyecto de convertir a la RDA en una especie de Silicon Valley del bloque socialista de Europa Oriental, uno no puede evitar la impresión de la misma distancia tragicómica entre la forma y el contenido. Mientras eran totalmente conscientes de que la digitalización era el camino del futuro, se aproximaron a ella en los términos de la antigua lógica socialista de la planificación industrial centralizada --sus propias palabras enmascaraban el hecho de que no estaban captando lo que está ocurriendo efectivamente, las consecuencias sociales de la digitalización. No obstante, ¿el capitalismo realmente proporciona el marco 'natural' de las relaciones de producción para el universo digital? ¿No hay también un potencial explosivo para el propio capitalismo en la world wide web? ¿Acaso la lección del monopolio Microsoft no es precisamente la lección leninista: en lugar de combatir su monopolio a través del aparato estatal (recordemos la división de Microsoft ordenada por la Justicia), ¿no sería más 'lógico' simplemente socializarlo, haciéndolo libremente accesible? Hoy uno se siente tentado a parafrasear el famoso lema de Lenin, 'Socialismo = electrificación + poder de los soviets': 'Socialismo = acceso libre a internet + poder de los soviets.'
En este contexto, el mito que hay que desbancar es el del papel cada vez menor del estado. Lo que estamos atestiguando hoy en día es el cambio en sus funciones: mientras se retira parcialmente de sus funciones asistenciales, el estado está fortaleciendo su aparato en otros dominios de la regulación social. Para poder empezar un negocio ahora uno tiene que apoyarse en el estado no sólo para garantizar la ley y el orden, sino también el conjunto de la infraestructura (acceso a agua y energía, medios de transporte, criterios ecológicos, regulaciones internacionales, etc), en una medida incomparablemente mayor que hace 100 años. La caída del servicio eléctrico en California el año pasado hace palpable a este punto: durante un par de semanas en enero y febrero de 2001 la privatización ('desregulación') del suministro de electricidad transformó al Sur de California, uno de los paisajes pos-industriales más altamente desarrollados del mundo, en un país tercermundista con apagones regulares. Por supuesto, los defensores de la desregulación plantearon que no estaba lo bastante completa, y echaban mano del viejo falso silogismo de, 'Mi novia nunca llega tarde a una cita, porque en el momento en que ella llegue tarde, ya no será más mi novia': la desregulación funciona por definición, entonces si no funciona, no era en verdad una desregulación... ¿El reciente pánico desatado con la enfermedad de la vaca loca (que probablemente presagie docenas de fenómenos similares que nos esperan en el futuro cercano) no apunta también hacia la necesidad de un control global estatal estricto e institucionalizado de la agricultura?
¿Y qué hay del reproche básico según el cual Lenin hoy es irrelevante porque permaneció aferrado dentro del horizonte de la producción industrial masiva (recordemos su celebración del fordismo)? ¿Cómo cambia estas coordenadas el pasaje de la producción de fábrica a la producción 'pos-industrial'? ¿Dónde clasificaríamos no sólo las maquiladoras de trabajo manual del Tercer Mundo, sino también las maquiladoras digitales, como la de Bangalore en la que decenas de miles de indios programan software para las corporaciones occidentales? ¿Es adecuado designar a estos indios como el 'proletariado intelectual'? ¿Serán la venganza final del Tercer Mundo? ¿Cuáles son las consecuencias del hecho desquiciante (por lo menos para los conservadores alemanes) de que, después de décadas de importar centenares de miles de trabajadores manuales inmigrantes, Alemania ha descubierto ahora que necesita por lo menos decenas de miles de trabajadores intelectuales inmigrantes, principalmente programadores de computadoras? La alternativa que incapacita al marxismo de hoy en día es, ¿qué hacer a propósito de la creciente importancia del crecimiento de la 'producción inmaterial' hoy (ciber-trabajadores)? ¿Insistimos con que sólo quienes están involucrados en la producción material 'real' son la clase trabajadora, o damos el venturoso paso de aceptar que los 'trabajadores simbólicos' son los (verdaderos) proletarios de hoy? Uno debería resistirse a dar este paso, porque ofusca la división entre la producción inmaterial y material, la división en la clase trabajadora entre los ciber-trabajadores y los trabajadores materiales (por regla separados geográficamente, como los programadores en EE.UU. o India, las maquiladoras en China o Indonesia).
Quizás sea la figura del desocupado la que simbolice al puro proletario de hoy: la determinación sustancial del desocupado sigue siendo la de un obrero, pero no se les deja realizarla o renunciar a ella, y entonces permanecen suspendidos en la potencialidad de trabajadores que no pueden trabajar. Quizás en cierto sentido hoy 'todos somos desocupados' --los trabajos tienden a basarse en contratos de tiempo cada vez más cortos, por lo cual el estado de desempleo es la regla, el nivel cero, y el trabajo temporal la excepción. Entonces esta debería ser también la respuesta a quienes abogan por la 'sociedad pos-industrial' cuyo mensaje a los trabajadores es que su tiempo se terminó, que su propia existencia está obsoleta, y que lo único con lo que pueden contar es con la compasión puramente humanitaria --hay cada vez menos lugar para los trabajadores en el universo del capital de hoy, y uno debe deducir de este hecho la única conclusión consistente. Si la sociedad 'pos-industrial' de hoy necesita cada vez menos trabajadores para reproducirse (20 por ciento de la fuerza de trabajo, según algunas estimaciones), entonces no son los trabajadores los que están de más, sino el capital.
El antagonismo clave de las llamadas nuevas industrias (digitales) es este: ¿cómo mantener la forma de la propiedad (privada), que es la única forma en la que puede mantenerse la lógica de ganancia (veamos también el problema de Napster, la libre circulación de la música)? ¿Acaso las complicaciones legales en la biogenética no apuntan en la misma dirección? El elemento clave de los nuevos acuerdos internacionales de comercio es la 'protección de la propiedad intelectual' --siempre que, al fusionarse, una gran compañía occidental se hace cargo de una compañía del Tercer Mundo, lo primero que hace es cerrar el departamento de investigación. Aquí surgen fenómenos que involucran a la noción de propiedad en paradojas dialécticas extraordinarias: en la India, las comunidades locales descubren de repente que las prácticas médicas y los materiales que han estado usando durante siglos son poseídos ahora por compañías norteamericanas, de manera que deben comprárselas a ellas; mientras las compañías biogenéticas patentan genes, todos estamos descubriendo que partes de nosotros, nuestros componentes genéticos, ya son propiedad registrada, poseída por otros.
Sin embargo, el resultado de esta crisis de la propiedad privada de los medios de producción no está para nada garantizado. Aquí uno debe tener en cuenta la paradoja última de la sociedad stalinista. Contra el capitalismo, que es la sociedad de clase, pero en principio igualitaria, sin divisiones jerárquicas directas, el stalinismo 'maduro' es una sociedad sin clases articulada en grupos jerárquicos precisamente definidos (nomenklatura en la cima, trabajadores técnicos, ejército, etc). Lo que esto significa es que, ya para el stalinismo, la noción marxista clásica de la lucha de clases ya no es más adecuado para describir su jerarquía y dominación --en la Unión Soviética de finales de los años veinte en adelante, la división social clave no estaba definida por la propiedad, sino a través del acceso directo a los mecanismos de poder y a condiciones de vida materiales y culturales privilegiadas (comida, alojamiento, atención sanitaria, libertad para viajar, educación). Y quizás la ironía última de la historia será que, de la misma manera, la visión de Lenin del 'socialismo de los bancos centrales' sólo puede leerse adecuadamente en forma retroactiva, desde la actual world wide web.
La Unión Soviética proporcionó al primer modelo de la sociedad 'pos-propietaria' desarrollada, del verdadero 'capitalismo tardío' en el cual la clase dominante será definida por el acceso directo a los medios de poder central y control (informativos, administrativos) y a otros privilegios materiales y sociales: el punto ya no será poseer compañías, sino directamente administrarlas, tener el derecho para utilizar un jet privado, tener acceso a una cobertura de salud diferenciada, etc --privilegios que no serán adquiridos por medio de la propiedad, sino a través de otros mecanismos (educativos, directivos, etc).
Esta, entonces, es la crisis venidera que ofrecerá la perspectiva de una nueva lucha emancipatoria, de la reinvención completa de lo político --no la vieja opción marxista entre la propiedad privada y su socialización, sino la opción entre la sociedad pos-propietaria jerárquica y la sociedad pos-propietaria igualitaria. Aquí, la vieja tesis marxista sobre cómo la libertad y la igualdad burguesas están basadas en la propiedad privada y las condiciones de mercado, adquiere un giro inesperado: lo que permiten las relaciones de mercado son la libertad (por lo menos) 'formal' y la igualdad 'legal'--ya que la jerarquía social puede sostenerse a través de la propiedad, no existe la necesidad de su aserción política directa. Si, luego, el papel de la propiedad privada disminuye, el peligro es que esta desaparición gradual cree la necesidad de alguna nueva forma de jerarquía (racista o de 'gobierno de los expertos'), directamente fundadas en las propiedades de los individuos, y cancelando así incluso la igualdad 'formal' burguesa y la libertad. Resumiendo, en tanto el factor determinante de poder social será la inclusión/exclusión del conjunto de los privilegiados (de acceso al conocimiento, control, etc), podemos esperar el surgimiento de modos distintos de exclusión, para llegar directamente al racismo. La primera señal clara que apunta en esta dirección es la nueva alianza entre la política (gobierno) y las ciencias naturales. En la biopolítica, que surgió recientemente, el gobierno está instigando a la 'industria de los embriones', el control sobre nuestro legado genético por fuera del control democrático, justificado por una oferta que nadie puede rechazar: '¿No quiere usted curarse del cáncer, la diabetes, el Alzheimer...?' Sin embargo, mientras los políticos hacen esas promesas 'científicas', los propios científicos permanecen profundamente escépticos, haciendo hincapié frecuentemente sobre la necesidad de alcanzar decisiones a través de un gran acuerdo social general.
El problema último de la ingeniería genética no reside en sus consecuencias imprevisibles (¿qué ocurriría si creamos monstruos --digamos, humanos sin sentido de responsabilidad moral?), sino la manera en que la ingeniería biogenética afecta fundamentalmente nuestra noción de educación: en lugar de educar a un niño para que sea un buen músico, ¿será posible manipular sus genes para que se incline 'espontáneamente' hacia la música? En lugar de instilar en él un sentido de disciplina, ¿será posible manipular sus genes para que ' espontáneamente' tienda a obedecer órdenes? La situación aquí está radicalmente abierta --si surgirán gradualmente dos clases de personas, los 'nacidos naturalmente' y los manipulados genéticamente, no queda claro de antemano qué clase ocupará el nivel más alto en la jerarquía social. ¿Serán los 'naturales' los que consideren a los manipulados como meras herramientas, no como seres verdaderamente libres, o serán mucho más perfectos manipulados genéticamente los que considerarán a los 'naturales' como pertenecientes a un nivel más bajo de evolución?
La lucha venidera, por lo tanto, no tiene ningún resultado garantizado --nos confrontará con una inédita urgencia para actuar, ya que no sólo involucrará un nuevo modo de producción, sino una ruptura radical en lo que significa ser un ser humano. Hoy ya podemos discernir las señales de un tipo de malestar general --recordemos la serie de eventos normalmente agrupados bajo el nombre de 'Seattle'. La luna de miel de diez años del capitalismo global triunfante ha terminado, la largamente retrasada 'comezón del séptimo año' ya está aquí --seamos testigos de las reacciones de pánico de los grandes medios de comunicación, que, desde la revista Time hasta CNN, todos de repente empezaron a advertir sobre la existencia de marxistas que manipulan a la muchedumbre de manifestantes 'honestos'. El problema ahora es el estrictamente leninista --cómo enfrentar las imputaciones de los medios de comunicación, cómo inventar estructuras organizativas que le confieran a esta inquietud la forma de una demanda política universal. De no ser así, la oportunidad se desperdiciará, y lo que quedará es una perturbación marginal, quizás organizada como un nuevo Greenpeace, con cierta eficacia, pero también con metas estrechamente limitadas, estrategias de marketing, etc. En otras palabras, la lección 'leninista' clave hoy es que la política sin forma organizativa de partido es política sin política, de manera que la respuesta a aquéllos que simplemente quieren los (atinadamente llamados) 'nuevos movimientos sociales' es la misma que la respuesta de los jacobinos a los componedores girondinos: '¡Ustedes quieren la revolución sin una revolución!' El obstáculo de hoy es que parece haber sólo dos caminos abiertos para el compromiso socio-político: o jugar el juego del sistema, comprometerse en la 'larga marcha a través de las instituciones', o activar en los nuevos movimientos sociales, desde el feminismo, pasando por la ecología hasta el anti-racismo. Y de nuevo el límite de estos movimientos es que no son políticos en el sentido del Singular Universal; son 'movimientos contra un solo problema' que carecen de la dimensión de la universalidad, es decir, que no se relacionan con la totalidad social.
La promesa del movimiento 'de Seattle' reside en el hecho de que es exactamente lo opuesto de lo que usualmente se lo designa en los medios de comunicación (la 'protesta anti-globalización'); es el primer grano de un nuevo movimiento global, global con respecto a su contenido (apunta a una confrontación global con el capitalismo actual) así como en su forma (es un movimiento global e involucra una red internacional móvil, capaz de reaccionar desde Seattle a Praga). Es más global que el 'capitalismo global', ya que involucra en el juego a sus víctimas, es decir, aquellos excluidos por la globalización capitalista. Quizás uno debería arriesgarse y aplicar la vieja distinción de Hegel entre universal 'abstracto' y 'concreto' en este caso: la globalización capitalista es el 'abstracto', concentrado en el movimiento especulativo del capital, mientras el 'movimiento de Seattle' está por el 'universal concreto', es decir, por la totalidad del capitalismo global y su lado oscuro excluido.
Aquí el reproche de Lenin a los liberales es crucial: ellos simplemente explotan el descontento de las clases obreras para fortalecer su posición frente a los conservadores, en vez de identificarse con ese descontento hasta el final. 3 ¿No esto lo que ocurre también con los liberales de izquierda de hoy? Les gusta evocar el racismo, la ecología, los agravios contra los trabajadores, etc., para anotarse algunos puntos por encima de los conservadores sin poner en peligro el sistema. Recordemos cómo, en Seattle, el propio Bill Clinton se refirió a los manifestantes que estaban afuera en las calles, recordándoles a los líderes reunidos dentro del palacio sitiado que deben escuchar al mensaje de los manifestantes (el mensaje que, por supuesto, Clinton interpretó privándolo de su aguijón subversivo atribuido a los peligrosos extremistas que introducen el caos y la violencia entre la mayoría de los manifestantes pacíficos). Esta posición clintonesca luego se desarrolló en una elaborada estrategia de contención de 'garrote y zanahoria': por un lado, paranoia (la noción de que hay una oscura conjura marxista acechando por detrás); por otro lado, en Génova, no fue nadie más que Berlusconi el que proporcionó comida y albergue a los manifestantes anti-globalización --a condición de que se 'comportaran con propiedad' y no perturbaran el evento oficial. Pasa lo mismo con todos los nuevos movimientos sociales, hasta los zapatistas en Chiapas. La política del sistema está siempre presta para 'escuchar sus demandas', privándolas de su aguijón político apropiado. La verdadera 'tercera vía' que tenemos que buscar es esta tercera vía entre la política parlamentaria institucionalizada y los nuevos movimientos sociales.
Como una señal de esta emergente inquietud y necesidad de una verdadera tercera vía, es interesante ver cómo, en una entrevista reciente, incluso un liberal conservador como John Le Carré tuvo que admitir que, como consecuencia de la 'aventura amorosa entre Thatcher y Reagan', en la mayoría de los países occidentales desarrollados y sobre todo en el Reino Unido 'la infraestructura social prácticamente ha dejado de funcionar' que luego lo lleva directamente a suplicar directa que, por lo menos, 'renacionalicen los ferrocarriles y el agua'.4 Efectivamente nos estamos acercando a un estado en que la afluencia privada (selectiva) es acompañada por la degradación global (ecológica, de infraestructura) que empezará a afectarnos a todos pronto: la calidad del agua no sólo es un problema en el Reino Unido --un estudio reciente mostró que la totalidad de la fuente de donde se abastece de agua el área de Los Ángeles ya está tan afectada por químicos tóxicos artificiales que pronto será imposible potabilizarla, ni siquiera a través de los filtros más avanzados. Le Carré formuló su furia contra Blair por aceptar las coordenadas básicas thatcheristas en términos muy precisos: 'La última vez, en 1997, pensé que él estaba mintiendo cuando negaba que fuera socialista. Lo peor que puedo decir sobre él es que estaba diciendo la verdad'.5 Más precisamente, aun cuando en 1997 Blair estuviera mintiendo 'subjetivamente', aun cuando su agenda confidencial tratara de mantener lo más posible la agenda socialista, estaba 'objetivamente' diciendo la verdad: su (eventual) convicción socialista subjetiva era un autoengaño, una ilusión que le permitió cumplir con su papel 'objetivo', el de completar la 'revolución' thatcherista.
La respuesta última al reproche de que las propuestas de la izquierda radical son utópicas debería ser que hoy la verdadera utopía es la creencia en que el actual acuerdo general capitalista liberal-democrático pueda continuar indefinidamente, sin cambios radicales. Así, regresamos al viejo lema de 1968 'Soyons réalistes, demandons l'impossible!' ('¡Seamos realistas, demandemos lo imposible!'): para ser de verdad 'realista', uno debe considerar evadirse de los constreñimientos de lo que aparece como 'posible' (o, como normalmente lo llamamos, 'factible'). Si hay que sacar alguna lección de la victoria electoral de Silvio Berlusconi en mayo de 2001, es que los verdaderos utópicos son los izquierdistas de la Tercera Vía --¿por qué? La tentación principal que hay que evitar a propósito de la victoria de Berlusconi en Italia es la de usarla como un pretexto para otro ejercicio en el marco de la tradición izquierdista conservadora de la Kulturkritik (desde Adorno a Virilio) que lamentan la estupidez de las masas manipuladas y el eclipse del individuo autónomo capaz de reflexión crítica. Esto, sin embargo, no significa que las consecuencias de esta victoria deban subestimarse. Hegel dijo que todos los eventos históricos tienen que ocurrir dos veces: Napoleón tenía que perder dos veces, etc. Y parece también que Berlusconi tenía que ganar una elección dos veces para que nos demos cuenta del conjunto de las consecuencias de este evento.
¿Qué es lo que logró Berlusconi? Su victoria nos proporciona una triste lección sobre el papel de la moralidad en la política: el resultado en última instancia de la gran catarsis moral-política --la campaña anti-corrupción de 'manos limpias' que una década atrás arruinó a la Democracia Cristiana y, con ella, a la polaridad ideológica de democristianos y comunistas que dominó la política italiana de pos-guerra-- es que Berlusconi esté en el poder. Es como si Rupert Murdoch ganara las elecciones en Gran Bretaña --un movimiento político dirigido como si fuera una empresa de publicidad. Forza Italia de Berlusconi ya no es un partido político, sino --como su nombre lo indica--más bien un grupo de gente que apoya a una selección de fútbol. Si, en los viejos y buenos países socialistas, el deporte estaba directamente politizado (recordemos las enormes sumas de dinero que la RDA invertía en sus mayores atletas), ahora la política misma se ha vuelto una competencia deportiva. Y el paralelo va incluso mucho más allá: si los regímenes comunistas nacionalizaban la industria, Berlusconi en cierto modo está privatizando el propio estado. Por esta razón, todas las preocupaciones de algunos izquierdistas y demócratas liberales sobre el peligro de un neo-fascismo que acecharía por detrás de la victoria de Berlusconi están fuera de lugar y en cierto modo son demasiado optimistas: el fascismo todavía es un proyecto político determinado, mientras que, en el caso de Berlusconi, en última instancia no hay nada que esté acechando por detrás, ningún proyecto ideológico secreto, sólo la pura convicción de que las cosas funcionarán, de que lo haremos mejor. En resumen, Berlusconi es la pos-política en su estado más puro. La señal última de la 'pos-política' en todos los países occidentales es el creciente enfoque empresarial hacia las funciones de gobierno. El gobierno es reconcebido como una función administrativa, privada de su dimensión propiamente política.
Lo que verdaderamente está en juego en las luchas políticas de hoy es cuál de los dos viejos partidos principales, los conservadores o la 'izquierda moderada', lograrán presentarse a sí mismos como los que verdaderamente encarnan el espíritu pos-ideológico, contra el otro partido al que se descalificará diciendo que 'todavía está atrapado por los viejos espectros ideológicos'. Si los años ochenta pertenecieron a los conservadores, la lección de los noventa parecería ser que, en nuestras sociedades capitalistas tardías, la socialdemocracia de la Tercera Vía (o, más marcadamente aún, los pos-comunistas en las países ex-socialistas) funciona efectivamente como la representante del capital como tal, en general, contra sus facciones particulares representadas por los diferentes partidos 'conservadores', quienes, para poder presentarse su mensaje como si se dirigiera al conjunto de la población también tratan de satisfacer las demandas particulares de los estratos anti-capitalistas (digamos, de los trabajadores de clase media "patrióticos" amenazados por la fuerza de trabajo barata de los inmigrantes. Recordemos a la CDU, que contra la propuesta de los socialdemócratas de que Alemania debía importar 50.000 programadores de computadoras de la India, lanzó la consigna infame de 'Kinder statt Inder!' -'¡Niños en lugar de indios!' Esta constelación económica explica en buena medida cómo y por qué los socialdemócratas de la Tercera Vía pueden estar simultáneamente por los intereses del gran capital y por una tolerancia multiculturalista que apunte a defender los intereses de las minorías foráneas.
El sueño de la Tercera Vía de la izquierda era que el pacto con el diablo funcionara: OK, ninguna revolución, aceptamos el capitalismo como lo único a lo que se puede jugar, pero por lo menos podremos mantener algunos de los logros del estado de bienestar, además de construir una sociedad tolerante hacia las minorías sexuales, religiosas y étnicas. Si la tendencia anunciada por la victoria de Berlusconi persiste, se discierne una perspectiva mucho más oscura en el horizonte: un mundo en el que el dominio ilimitado del capital no se complemente con la tolerancia del liberalismo de izquierda, sino por la típica mixtura pos-política de un espectáculo puramente publicitario junto con las preocupaciones de la Mayoría Moral (recordemos que el Vaticano dio su apoyo tácito a Berlusconi). Si hay una agenda ideológica oculta en la 'pos-política' de Berlusconi es, para decirlo sin vueltas, la desintegración del pacto democrático fundamental posterior a la Segunda Guerra Mundial. En los últimos años, ya hubo numerosas señales de que el pacto anti-fascista posterior a la Segunda Guerra Mundial está crujiendo lentamente --los llamados 'tabúes' están cayendo, desde los historiadores 'revisionistas' hasta los populistas de la Nueva Derecha. Paradójicamente, los que están socavando este pacto se refieren precisamente a la misma lógica de la victimización universalizada por los liberales: seguramente hubo víctimas del fascismo, ¿pero qué hay de las otras víctimas de las expulsiones posteriores a la Segunda Guerra Mundial? ¿Qué hay de los alemanes desalojados de sus hogares en Checoslovaquia? ¿No tienen también algún derecho a una compensación (financiera)?
El futuro inmediato no pertenece a los provocadores derechistas abiertos como Le Pen o Pat Buchanan, sino a gente como Berlusconi y Haider, esos abogados del capital global con la piel de lobo del nacionalismo populista. La lucha entre ellos y la izquierda de la Tercera Vía es la lucha por ver quién será más eficaz en neutralizar los excesos del capitalismo global --la tolerancia multiculturalista de la Tercera Vía o la homofobia populista. ¿Será esta aburrida alternativa la respuesta de Europa a la globalización? Berlusconi es lo peor de la pos-política; ¡incluso The Economist, esa estoica voz del liberalismo anti-izquierda, fue acusado por Berlusconi de ser parte de una 'conjura comunista', cuando le hizo algunas preguntas críticas sobre cómo es que una persona declarada culpable de crímenes podía llegar a ser primer ministro! Lo que esto significa es que, para Berlusconi, toda oposición a su pos-política se basa en una 'conjura comunista'. Y en cierto modo tiene razón -esta es la única oposición verdadera. Todos los demás --los liberales o la Tercera Vía-- están jugando básicamente el mismo juego que él, sólo que con un ropaje diferente. Y la esperanza tiene que ser que Berlusconi también tenga razón con respecto al segundo aspecto de su paranoico mapa cognitivo --que su victoria dará ímpetu a la verdadera izquierda radical.
NOTAS
1 Citado de N Harding, Leninism (Durham, 1996), p168.
2 Ibid, p146.
3 Debo este punto a la contribución de Alan Shandro, 'Lenin y la lógica de la hegemonía', en el simposio 'La recuperación de Lenin', Essen, 2-4 de febrero de 2001.
4 John Le Carré, 'My Vote? I Would Like to Punish Blair', entrevista con David Hare en el Daily Telegraph, 17 de mayo de 2001, p23.
5 Ibid.
fuente: http://www.infoamerica.org/teoria_articulos/zizek02.htm