Kasserine, ubicada cerca de la frontera con Argelia, tiene la tasa de desempleo más alta del país y tuvo el mayor número de muertos entre los manifestantes durante las protestas que forzaron a Ben Ali del país.
Sindicalistas y otros en esta ciudad han formado comités de defensa para patrullar los barrios desde que se fue el dictador.
El 31 de enero, pandillas de matones entraron en Kasserine y atacaron la estación de policía y otros edificios. El ejército los observó sin detenerlos. Los residentes se organizaron para defender los edificios y capturar a algunos de los pandilleros. Dirigentes locales de la Unión General de Trabajadores Tunecinos (UGTT) dijeron al Guardian que los pandilleros estaban bajo el pago del partido de Ben Ali, ahora proscrito, con el propósito de aterrorizar a la población y crear la apariencia de que el colapso del régimen ha resultado en caos.
En Gafsa, el centro de la zona minera de fosfato, trabajadores que están exigiendo empleos continuaban bloqueando las carreteras el 5 de febrero. Los trabajadores ahí lograron sacar al recién designado gobernador por sus lazos con el antiguo régimen. Los trabajadores de Gafsa han tenido resentimiento por mucho tiempo contra la práctica del régimen de repartir los trabajos mineros a personas favorecidas por Ben Ali.
Fue en ciudades fuera de la capital donde empezó el impulso dentro del movimiento laboral organizado para unirse a la lucha para derrocar a Ben Ali. La cúpula del UGTT, que cuenta con 500 mil miembros, se había aliado anteriormente a la dictadura.
Según un artículo en le Monde Diplomatique, sindicalistas militantes en Gafsa hicieron un llamado a la UGTT a que participara en las luchas contra el gobierno, pero el 10 de enero los dirigentes nacionales votaron en contra. Demandas llegaron de las ciudades de Sfax, Tozeur y Sousse, donde los trabajadores querían declarar una huelga general. Finalmente la federación nacional autorizó las huelgas.
El secretario general de la UGTT Abed Briki continua argumentando que se debe prestar apoyo al gobierno provisional. Pero bajo presión de las filas del pueblo trabajador, el 17 de enero cuatro ministros que son miembros de la federación sindical se retiraron del gobierno provisional.
Continúan apareciendo informes sobre esfuerzos para organizarse en centros de trabajo tanto grandes como pequeños. El diario tunecino Le Quotidien informó que las asistentes de enfermería y los trabajadores de limpieza salieron en huelga contra la clínica Manar, por despidos injustos y la falta de pago por horas extras. Una huelga contra Tunisair el 12 de febrero forzó la cancelación de varios vuelos a Europa.
Las libertades ya conquistadas han abierto las posibilidades para que los trabajadores y campesinos lean y discutan de una manera que no fue posible en décadas. En un reportaje desde Tunéz, el Wall Street Journal informó, “grupos de personas se juntan frente a las vitrinas de librerías para ver libros que son críticos del régimen y que previamente fueron prohibidos, comediantes se burlan de los altos oficiales, y los directores de periódicos gozan de libertades que casi no tienen precedente en el mundo árabe”.
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