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Que la crisis tiene un alto precio para los y las trabajadoras es algo que la política de recortes del gobierno está evidenciando cada vez más. Y no sólo en forma de aumento del paro y los despidos masivos. Vista de cerca, la factura de la crisis se desglosa en una serie de componentes cada cuál más devastador. Uno de ellos es el aumento del racismo y el auge de esa nueva extrema derecha organizada que, también en el Estado español, empieza a ganar cotas sociales. Lo estamos viendo en Catalunya, con la Plataforma per Catalunya (PxC) de Josep Anglada (antiguo dirigente del partido franquista Fuerza Nueva y discípulo de Blas Piñar), una formación fascista que oculta su auténtico rostro bajo un perfil público de apariencia democrática que les permite llegar a más gente. Un cuidado perfil público, como muestra el lema “Controlemos la inmigración, frenemos la crisis” utilizado en su acto de presentación en un hotel de Barcelona, al que fueron invitados miembros de partidos fascistas europeos y al que acudieron 700-900 personas. Muchas más que las aproximadamente 300 que nos manifestamos fuera del hotel, acordonado por los Mossos d’Esquadra.
Entre los 700-900 asistentes a la presentación de PxC seguramente habría no solamente neonazis, sino también un público más amplio receptivo a ideas xenófobas de criminalización del inmigrante (de origen islámico, en concreto) ante los efectos de la crisis. De hecho, éste forma el grueso de su electorado, y el sector social donde reside su mayor potencial de crecimiento. He aquí el peligro de una formación como PxC: su discurso antiinmigración parece ofrecer a mucha gente una respuesta a ese creciente descontento social con la ‘clase política’ y su gestión de la crisis. Especialmente en ausencia de un referente político de izquierdas y en vista del papel de las direcciones sindicales de contención de las luchas, queda vía libre para el ascenso del discurso xenófobo y fascista.
La nula consistencia del discurso de Anglada no nos puede hacer subestimar su capacidad para conectar con cierta gente que no ve salida a la crisis y que ya desconfía de PSOE y PP, por no hablar del resto de partidos. PxC ya ha logrado 17 regidores en diferentes municipios (4 de ellos en Vic, donde tiene su origen) y 3 concejales comarcales, y esperan cosechar buenos resultados en las elecciones a la Generalitat. Para la financiación de su propaganda cuentan con fuertes subvenciones de empresarios, por ejemplo a través de anuncios en prensa gratuita.
Es un imperativo desenmascarar a PxC como lo que realmente es: un partido fascista que debe ser liquidado, pues no podemos tolerar la existencia de un partido que se haga receptáculo de ideas intolerantes y totalitarias. Pero para ello no basta con 300 personas ultrapolitizadas concentradas en un acto de protesta.
Igual que los fascistas de PxC adoptan el modelo de la nueva extrema derecha europea, nosotros debemos tomar como referentes las diferentes plataformas antifascistas unitarias surgidas en países como Gran Bretaña o Alemania y empezar a tejer campañas amplias, que no eviten la confrontación directa pero que sean lo más inclusivas posible. Necesitamos que se sumen a esta lucha cuantas más personas y colectivos de la izquierda mejor, pero para ello es necesario romper con sectarismos y crear plataformas donde todo aquel que vea la necesidad de combatir el fascismo pueda encontrar su espacio.
Existen coordinadoras antifascistas en muchas ciudades del Estado español. Éstas deben ampliarse y abrirse a toda la izquierda, pues toda la izquierda se ve amenazada por el fascismo, incluyendo a grupos LGTB, asociaciones de migrantes, sindicatos, partidos, etc. Por ejemplo, las coordinadoras antifascistas de Jaén y Sevilla están progresando en esta dirección y, sin menospreciar el enfrentamiento directo con los fascistas, organizando actividades abiertas como comidas populares y mundialitos antirracistas.