domingo, 21 de marzo de 2010

DEBATE:LA DEMOCRACIA INTERNA EN LAS ORGANIZACIONES


DEBATES "PAN Y ROSAS"

"LA DEMOCRACIA INTERNA EN LAS ORGANIZACIONES"

22 de Marzo a las 18 hs


CENTRO SOCIAL LA FÉ C/La Fé 10 metro Lavapies


PRESENTACIÓN :

Todos coincidimos en que la idea que tengamos sobre la democracia interna coincide, o se derivaría, en gran medida, de la idea que tengamos sobre la democracia en general, esto es, sobre el modelo de sociedad que nos parece más adecuado.
Siendo que la idea de democracia que pretendemos ‘para afuera’ sería la misma que nos gustaría para ‘dentro’, me pareció sensato proponeros que comencemos por hablar de la democracia ‘hacia afuera’.
Aquí me surgieron varias dudas. Os cuento. Yo tengo una idea de democracia social que me parece perfectamente coherente y practicable… ¡en grupos humanos pequeños¡
Allí donde todos se conocen, donde todos saben de todos, todo el mundo poseería los datos necesarios para opinar con conocimiento y para decidir y controlar directamente las tareas acordadas.
Por ejemplo, en una aldea de 500, 1.000 o 2.000 personas el ejercicio de la democracia directa la percibo sencilla: se juntan todos en asamblea comunitaria y deciden y eligen a las personas más adecuadas para cada tarea. Si fuera el caso de una fábrica de similar cantidad de gente, me parece igual de asequible.
Las dudas me surgen cuando pienso, por ejemplo, en una región de varias aldeas de diferentes tamaños. Ante un problema que les afecte a todos ¿la democracia directa cómo se ejercería? Y más dudas me surgen si pienso en una ciudad de cientos de miles o millones de personas ¿cómo se ejerce aquí la democracia directa, pues no se puede celebrar una asamblea de… de un millón de personas?
Y en el caso de la fábrica, si suponemos que es una filial de una empresa que posee 35 filiales en 35 países ¿cómo se ejercería allí la democracia directa?
En el fondo, pienso que el mismo tipo de problemas surge cuando un colectivo humano (sea del tipo que sea, sindicato, partido…) reúne a unos pocos cientos, en donde el ejercicio de la democracia directa resultaría plausible; pero si ese colectivo crece hasta alcanzar, por ejemplo, unas decenas de miles y repartidos en diferentes provincias… ¿cómo se ejerce la democracia directa?
¿El exceso de personas dificultaría la democracia directa? Recalco que estoy refiriéndome a ‘democracia directa’. En este tipo de democracia me parece +- posible descubrir unas ‘normas’ sencillas y que se efectúen permanentemente: asambleas de debate y decisiones, etc.
En el caso de grandes multitudes o de diferenciaciones de agrupamientos las normas sencillas se complicarían ante las dificultades para su aplicación directa. ¿Sería posible, no obstante, establecer algunas ‘normas’? ¿O establecer algunos criterios?
Pienso que sí… y este es el interés del debate: descubrir esas normas y esos criterios fundamentales.
No obstante, señalo que la democracia la entiendo como un proceso de construcción social. En agrupaciones humanas pequeñas, este proceso se puede expresar en unas sencillas normas; cuando las agrupaciones se amplían, se multiplican y se hacen más complejas, ‘normativizar’ el proceso social se hace más complicado.
Insisto en que al indicar su complejidad en absoluto pretendo justificar su imposibilidad. Sólo quiero señalar el problema.
Hasta ahora menciono un problema que podríamos considerar ‘externo’ u objetivo: la cantidad de personas y cómo dicha cantidad puede transformar cualitativamente el problema y las soluciones. Pero creo que al hablar de democracia no debemos desdeñar los problemas subjetivos: las personas que actúan y son constructores de ese proceso social. No son personas ‘frías’, ‘neutras’. Cada uno de nosotros estamos educados, influidos, y tendemos a reproducir, los comportamientos sociales dominantes: competitividad, frustraciones, jerarquías, etc. Y creo que a la hora de mencionar ‘normas democráticas’ sería un error desdeñar esta dificultad subjetiva, no en el sentido liberal de que los humanos somos ‘malos’, sino para reconocer que sería un problema ‘añadido’ al problema de la construcción social de la democracia. Insisto en que no sería un problema de ‘maldad’, sino de ‘limitaciones’ subjetivas.
Abordar todas estas cuestiones, que sólo he enumerado por encima, me parecería asunto para el debate de una tarde (tres horas).
En una segunda sesión se podría entrar al debate más concreto de la democracia interna en los colectivos humanos, abordando las diversas cuestiones que se citan frecuentemente. Que si partidos jerarquizados, que si marxismo y su variante leninista, que si vanguardias, que si los anarquismos, que si los autonomismos, que si exceso de organización, que si centralismo, que si las nuevas experiencias de los nuevos movimientos, que si organizaciones sin estructuras estables, etc, etc.
Aquí aparecen un montón de conceptos cuyo uso y abuso podría ser fuente de dificultades en el debate. Por otro lado, sería inevitable. Me parece que si hiciéramos un esfuerzo por centrarnos en los contenidos más que en la formalidad del abuso de los conceptos sería más fácil entendernos y polemizar.
Si todos pensamos que la democracia interna de una organización debería ejemplificar y empezar a concretar y a practicar el modelo de relaciones sociales que pretendemos para toda la sociedad, es evidente que resulta un problema crucial. Mostrar ya nuestra idea de futuro, hacerlo presente, posible, creíble. De ahí que la ausencia generalizada de democracia interna en las organizaciones… dificulta la construcción del futuro. ¿Por qué resulta tan complicado que la democracia interna sea una experiencia en ningún tipo de organización?
Reflexionar sobre lo desdeñable o aprovechable de las experiencias pasadas es necesario, claro, pero pienso que también deberíamos preguntarnos cómo es que a pesar de su escasez democrática continuamente surgen organizaciones que mueven a millones de personas. ¿Acaso son tontos? ¿Es más: alguno de nosotros ha formado parte de alguna organización con déficit democrático? ¿Seríamos igual de tontos que los anteriores?
¿Por qué parece tan fácil asumir y/o aceptar el déficit democrático?
¿Será tal vez porque las organizaciones tienden a reproducir ‘inevitablemente’ el medio social jerárquico en el que vivimos? ¿Y cómo evitamos esta ‘inevitabilidad’?
¿Todas las ‘normas democráticas’ que nos podamos imaginar serían igual de efectivas para construir un proceso social de democratización? ¿Algunas podrían ser más fundamentales y claves que otras?
GUSTAVO



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